Pocos juegos han marcado tanto a generaciones enteras de gamers como Final Fantasy VII. La obra maestra de SquareSoft es uno de los mejores JRPG de la historia, y su trilogía de remakes se está acercando al ecuador. Dentro de escasas 3 semanas llegará Final Fantasy VII Rebirth, uno de los juegos más esperados de 2024. He podido pasar 3 horas a los mandos de Cloud y compañía y vengo a decirte una cosa: si te gustó Remake, Rebirth es todavía más ambicioso.
Y es que, con sus mases y sus menos, Final Fantasy VII Remake fue un cambio de perspectiva alucinante. Con unos gráficos potentes, un sistema de combate ágil y potente, y la versión más viva del grupo de Cloud que hayamos visto hasta la fecha, fue uno de los lanzamientos más fuertes de Square Enix, además de uno de los títulos que mejor exprimía el potencial de la PS4. Ahora, con un salto generacional de por medio, llega una secuela cargada de ambición gracias a su mundo abierto, pero esta no será su única novedad.
Final Fantasy VII Rebirth es mucho más que potencia técnica
En el tiempo que pasé con Rebirth, pude probar dos partes del juego diametralmente opuestas: el flashback de Nibelheim y la sección de Kalm junto con los primeros compases del mundo abierto, y ambos segmentos tienen mucho de lo que presumir. El apartado de Nibelheim fue el primero que jugué, y me demostró no solo la pasión por el detalle que tiene el equipo de Naoki Hamaguchi, sino que siguen teniendo un toque casi mágico para darle expresividad a sus personajes.
Con un alto talante cinemático, el segmento de Nibelheim es un derroche de poderío gráfico y expresivo. Jamás se había vivido esta parte de la historia con tanta vida, algo que beneficia enormemente al villano de la historia: Sefirot. En los primeros compases del juego no solo vamos a poder ver su descenso hacia la locura con muchísima claridad, sino su relación con Cloud, más viva que nunca. Poder controlar al antagonista más famoso de los videojuegos es un puntazo.
Aun así, mi parte favorita de este segmento han sido las reacciones de sus personajes. Sin entrar en terreno de spoilers, que ya no queda nada para que salga el juego, te diré que algunas de las conversaciones que se tienen en relación a estos flashbacks dan lugar a unas relaciones interpersonales completamente genuinas, algo que, según el propio Naoki Hamaguchi, va a ser un pilar fundamental del título.
Un JRPG donde llevarte bien con tus compañeros importa
Esto no solo tiene efecto en las escenas de vídeo, sino también en la jugabilidad. Al salir del capítulo de Nibelheim, lo que me esperaba era el ambicioso capítulo de Kalm y sus alrededores, y también la presentación de una de las mecánicas que más me han gustado del título: los sistemas de relaciones entre miembros del grupo. De nuevo, las relaciones de los personajes van a tener un lugar crucial aquí, y es que tendrás nuevas conversaciones y eventos especiales con ellos que podrás encaminar de una manera u otra gracias a las opciones de diálogo. Estas aumentarán tu afinidad con los miembros de tu party reflejándose en el nivel de grupo, una estadística que permitirá desbloquear mejoras de progresión, algo crucial para aprovechar sus movimientos de sinergia.
Ya pude catar estas técnicas en la primera demo de Final Fantasy VII Rebirth que probé, pero van a formar una parte tan fundamental del juego que me es imposible ignorarlas en esta revisión. Estos golpes combinados se desbloquean a través del árbol de habilidades del título y permiten a dos miembros de la party realizar un demoledor ataque. Para poder hacerlo, eso sí, vas a tener que utilizar ciertos ataques dentro de los combates con ambos luchadores, dándole a los encuentros un mejor flujo y variedad. Si esto lo mezclamos con los clásicos enemigos es mejor derribar con, por ejemplo, Barret en vez de Cloud, además de la posibilidad de elegir por fin quiénes son nuestros acompañantes, lo que queda es un sistema de pelea todavía más dinámico que el de Remake, y eso ya es decir.
El punto negativo es que, para poder usarlas fuera de jefes, tuve que hacer auténticos esfuerzos en los primeros compases del título. Al precisar del uso de muchos movimientos distintos, los enemigos morían demasiado rápido como para poder activarlas. Son una delicia, sí, pero me da pensar que puedan quedar relegadas a un segundo plano durante la mayor parte de la experiencia. Aun así, tengo fe en que las partes más tardías de la aventura sean mucho más difíciles y, por ende, puedan dar lugar a un uso más reiterado de estos ataques combinados.
La progresión ahora tiene un talante estratégico
En cuanto a ese árbol de habilidades, es otra de las novedades mecánicas del título. Los Manuales de Destreza vienen a trasladar la progresión a un nuevo menú separado de las armas. Aquí tendrás no solo ataques de sinergia, sino también distintas mejoras para tu personaje. Eso sí, las armas tampoco han perdido su propio árbol, y es que tendrás que decidir cómo gastar tus puntos de Puntos de Arma —obtenidos a través de los combates—, y es que esta "divisa" será la que se use tanto para mejorar tu armamento como para progresar por el Manual de Destreza. Hay aquí una interesante dicotomía que vas a necesitar manejar a nivel estratégico si quieres crear una buena build para tu personaje.
Otra de las innegables grandes novedades de Rebirth es, sin lugar a duda, su mundo abierto y el contraste entre sus localizaciones más cerradas.El ejemplo perfecto de esto es el segundo capítulo de la demo: la ciudad de Kalm. Como pasaba con Nibelheim, rebosa vida por todos sus costados, pero también acción cinemática y nuevas tramas que ampliarán el mundo de Final Fantasy VII, además de dejarte con misterios abiertos desde el principio, incluso para los más veteranos. Caminar por sus calles en vez de tenerla como un "punto de paso" me llenó de nostalgia por aquella época en las que las ciudades de RPG no eran localizaciones que atravesar, sino núcleos de NPC que curiosear. Desde luego, el tiempo que pasé en ella hizo que tuviera muchísimas ganas de ver otras localizaciones del juego, como el Cañón Cosmo o Costa del Sol.
Así será el mundo abierto en Final Fantasy VII Rebirth
La transición al mundo abierto, por su parte, es inexistente. Adiós a las pantallas de carga y hola a simplemente entrar y salir de los núcleos urbanos como si de un mundo real se tratase. Pisar las Grasslands fue prueba inequívoca de que Rebirth es uno de los videojuegos más ambiciosos de la generación. Puede sonar un poco extraño, pero lo que más me gustó fue la geografía de estos paisajes. Lejos de sentirse plano y sin mucho que ofrecer, las secciones más abiertas de Rebirth tienen variedad tanto a nivel estético como en cuanto a cómo te puedes mover con ellas. Además, no podían faltar los chocobos, que ya vi en el primer avance de Final Fantasy VII Rebirth, pero en los que pude profundizar esta vez.
Como nos contó Naoki Hamaguchi en nuestra entrevista, en Rebirth vas a tener que atrapar todos los chocobos que uses, y lo harás a través de un minijuego. Te va a tocar seguir sus huellas como en el original, pero una vez te topes con ellos, el sigilo será tu amigo para pillarlos por sorpresa y convertirlos en tus monturas. Además de servir como vehículo, estas entrañables aves también te ayudarán a encontrar objetos ocultos olfateando y cavando, y serán los protagonistas de, evidentemente, las carreras de chocobos. De estas últimas, solo pude probar un entrenamiento, pero te puedo adelantar que van a ser más interactivas que las del título original, pidiéndote que controles con precisión a tu compañero.
No podían faltar los minijuegos y las misiones secundarias
Con unos escenarios llenos de detalles y localizaciones que explorar, no solo vas a tener peleas ganar y loot que conseguir, sino también personajes nuevos a los que conocer. Estos siguen la línea de FFVII Remake: presentar muchas caras nuevas, y con personalidad, y serán uno de los vectores del título para ofrecerte contenido que no estaba en el Final Fantasy VII original. Este viene en varias formas: las típicas misiones secundarias que no podían faltar —cuyo formato varía y no llega a ser repetitivo, pero tampoco te creas que va a medirse con grandes como Baldur's Gate 3— y los minijuegos, que no podían faltar en Final Fantasy VII. Aquí, el más importante es, sin lugar a duda, Sangre de la Reina.
Queen's Blood, como se dice en castellano, es un juego de cartas en el universo de FFVII. Planteado como sucesor de Triple Triad y Tetra Master, si tuviera que definirlo de manera muy rápida, diría que es una suerte de Marvel Snap. Vas a tener tres carriles donde jugar y, con la ayuda de la puntuación de tus cartas, tu objetivo va a ser convertirte en el jugador con más puntos en cada carril cuando acabe la partida. Los naipes que uses también tienen efectos que pueden expandirse a otros carriles, haciendo que su posicionamiento estratégico sea crucial.
Otra gran parte del contenido opcional —o quizás no tan optativo— viene de la mano de Chadley, uno de los secundarios que regresa tras los sucesos de Remake. Regresan los combates contra invocaciones, y más difíciles que nunca. Titán, el único al que pude plantar cara, no tardó en barrer el suelo con ella, demostrando que esta vez la dificultad no está de adorno, y que vamos a tener que ser inteligentes a la hora de plantear nuestros enfrentamientos más complicados.
Chadley, por otra parte, forma parte de mi mayor preocupación a la hora de abordar el mundo abierto de Rebirth. Su otro encargo es encontrar torres de comunicación en las zonas abiertas del juego y restablecer sus funciones. Estas, a nivel mecánico, son las atalayas de Assassin's Creed, que marcarán lugares de interés en nuestro mapa una vez las visitemos. No creo que sea mal sistema como tal, pero no puedo evitar preocuparme de que la existencia de estos elementos vaya a crear un flujo monótono entre zonas. Aun así, esto está por verse, pues de momento solo estoy especulando. Con un poco de suerte, Square Enix probará que es una preocupación injustificada.
Final Fantasy VII Rebirth Amazon Edition
Uno de los juegos más importantes de 2024
Pese a las dos críticas que he comentado, pasar estas tres horas con Final Fantasy VII Rebirth me ha dejado un sabor de boca excelente. El mundo abierto no se siente como un añadido "por obligación", sino como una liberación del viaje de Cloud. Atrás dejamos las claustrofóbicas calles de Midgard para conocer el mundo de Final Fantasy VII, uno que está en peligro no solo por la amenaza de Sefirot, sino también por las ambiciones de Shinra. Expandiendo lo suficiente los conceptos que hicieron que Remake me pareciera excelente, tengo claro que Rebirth va a ser uno de esos títulos imprescindibles para 2024.
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