Summum Aeterna ha sido toda una sorpresa para mí. Llevo con él desde mediados de agosto y todos los días he acabado jugando a él un ratito. Y esto es raro en mí. No soy especialmente fan de los roguelite, y en agosto han salido tropecientos juegos AAA muy interesantes que, se supone, deberían haberme apartado de este juego. Así que, ¿qué tiene de especial Summum Aeterna para que le haya cogido tanto cariño?
En mi opinión, la clave está en que ha logrado un curioso equilibrio, uno al que no se llega por casualidad y que demuestra que la gente de Aeterna Game Studio tiene músculo y cabeza. El juego me ha gustado porque no es solo un roguelite, también es una aventura tradicional llena de sorpresas, secretos y misterios que resolver.
Por lo general, estos videojuegos rogue de combate, muere, repite, combate, muere, repite, tan solo son aventuras en apariencia. Es decir, si tu ves una foto de uno de ellos, lo aparentan, dan el pego. Aparecen en la foto enemigos, un mapa y un jefe al final, pero son títulos obsesionados con sus sistemas. Quieren que mueras y que repitas, y eliminan todo lo que no te conduzca a esto.
Es difícil encontrar en títulos como Hades o The Binding of Isaac muchos secretos a través de la exploración, rutas alternativas o sorpresas en forma de encuentros inesperados, que sí son cosas típicas de las aventuras. Toda la incertidumbre se condensa en las armas que te tocarán o cómo se ordenan los enemigos en la siguiente run. Summum Aeterna ha encontrado en esta realidad su ventana de oportunidad, y la ha aprovechado. Por eso digo que es un rogue-adventure. Ya, el nombre que me he inventado es malillo, pero me entendéis.
Summum Aeterna es un rogue, pero no es como los demás
Formalmente, este roguelite es una mezcla entre Symphony of the Night y Rogue Legacy, solo que sin la neurodiversidad del segundo. Nacemos, recorremos una zona central típica de cualquier rogue, accedemos a una nueva partida y jugamos. El avance es en dos dimensiones con un fuerte toque metroidvania. Nuestra misión es encontrar el portal que nos lleve a la siguiente dimensión. Cuando lo logramos, avanzamos, y cada dos niveles nos enfrentamos a un boss. Tras cada incursión recibiremos diversos bonus que nos permitirán iniciar nuestra siguiente partida con mejores armas, más vida o más puntos de daño. En apariencia, lo normal.
Porque esta no es la gracia de Summum Aeterna, sino la forma en la que accedemos a una nueva partida. Para hacerlo, usamos semillas. Estas, al germinar, hacen brotar un nuevo mundo al que accedemos. Las semillas son una recompensa común al jugar, y cuanto más lejos llegamos mejores son. Se dividen por niveles y, en palabras de Fernando Sánchez, fundador del estudio: "no hay límite. A partir de las 50 son muy pro. A partir de las 80 son hardcore. Y si pasas de las 100 y sobreviven es para meterte en un museo". Doy fe.
Cada semilla añade un montón de variaciones a cada nueva run. Los enemigos pueden tener más vida y hacerte más daño, o al contrario. Los niveles serán más complicados, habrá más trampas, y las recompensas serán mejores. Pero no solo eso, también aparecerán salas nuevas, nuevos personajes y serán más intrincadas. Y lo mejor es que podemos alterar estos patrones a nuestro gusto, decidir por qué mundo empezamos, combinar varias y hasta mutarlas.
Me encanta lo tremendamente personalizable que es la experiencia
Es decir, tú empiezas jugando a Summum Aeterna creyendo que estás jugando a un rogue más, uno en el que hay que nacer, luchar y morir, y en el que el diseño de niveles no es nada del otro mundo o no hay sorpresas. Sin embargo, a las cinco horas de juego descubres maravillado cómo Summum Aeterna empieza a ofrecerte partidas al uso de un metroidvania a cada run nueva, y que tú mismo puedes ajustar a ti. Es como que empieza siendo Summum Aeterna y se transforma cada vez más en Aeterna Noctis. Y no lo ajustas para facilitar tu aventura, al contrario, para llegar a nuevos sitios y obtener esos premios que necesitas.
Eso hace que ya no te importe tanto encontrar la salida del nivel. Empiezas a obsesionarte con encontrar todos los cofres, matar a todos los enemigos y descubrir a nuevos personajes que luego viajan y se desplazan a tu zona de regreso. A las diez horas de juego, mi cerebro ya se había olvidado de que estaba ante un rogue, y empezó a darse cuenta de que estaba en eso que llame rogue-adventure. Las semillas que plantaba me llevaban a mundos nuevos con sorpresas que quería descubrir, y esa emoción jamás me la ofreció un The Binding of Isaac o Hades, sino los videojuegos de RPG o aventuras puros.
Pero Summum Aeterna no se contenta con esto. Se nota que el juego se ha cocido a fuego lento en su Early Access porque todas las ventajas que consigues tras cada partida te permites disfrutar más de esto. Puedes potenciar detalles que parecen tan tontos como curarte al abrir un cofre, y mejorar el porcentaje de cura que te ofrece. La primera vez que vi esta mejora me pareció una chorrada, pero luego la entendí. Las run que hacemos son cada vez más largas, y necesitas este tipo de elementos para sobrevivir. Y no solo sirven para eso, sino que potencian la exploración.
A medida que juegas Summum Aeterna, adquiere más tintes de aventura
Por esta suma de ideas, tan bien hilvanada, la propuesta de Summum Aeterna me parece fantástica. Es un trabajo fresco, bien parido y que logra algo distinto: parecerme nuevo. Y eso, en este género es muy difícil. Al final, toda esa búsqueda de premios, la personalización de las semillas y la gestión de otras tantas monedas ingame, se convierte en un divertido ejercicio de gestión de nuestra economía, que también podemos modificar y personalizar. Al final, el juego se revela como una experiencia mucho más profunda de lo que parece a simple vista.
A los mandos, el juego es ágil y dinámico. En Aeternum Game Studios han sido inteligentes y han tomado todo lo aprendido de Aeterna Noctis y los han traído aquí. Nuestro Señor de la Noche es ágil y sabe moverse muy bien, las armas que obtenemos se sienten muy variadas y tanto los combates como los jefes finales son divertidos. También hay sitio para las conversaciones y para desarrollar más el particular universo ficcional del estudio. La historia no es su punto fuerte, pero acompaña.
Eso sí, en este aspecto hay dos problemas. En Steam Deck, el personaje a veces se ve demasiado pequeño. Por culpa de tantos destellos, partículas y ataques que los jefes te lanzan a la vez, se pierde algo de visión al esquivar. También hay que ir con cuidado por donde te internas. Summum Aeterna es un juego difícil, y al llegar a una sala nueva, los enemigos normales te pueden acribillar sin compasión. A veces hasta me ha parecido que el juego hace un poco de trampa, porque te exige jugar unas cuantas partidas más para ser lo suficientemente fuerte para superar estas emboscadas a puro stat.
El rendimiento de algunas zonas podría ser mejor
También son molestas algunas caídas de frames puntuales, en especial a lo largo de algunos niveles. Estos dos detalles afean un juego tan sólido. Por fortuna, el título se puede seguir jugando bien y sin mayores problemas, pero espero que arreglen esto. Summum Aeterna es ese tipo de juegos al que vas a invertir 30, 40 o 90 horas, y estos problemas no deberían existir.
En definitiva, Summum Aeterna me ha gustado mucho. Creo que es capaz hasta de satisfacer a los que este género no les entusiasma demasiado. Es adictivo, pero lo es de una forma que apela mucho al sentido de las aventuras de los juegos de 16 y 32 bits. Arranca un pelín lento, pero cuando coge inercia, te enganchará sin remedio. Bienvenido al rogue-adventure.
Summum Aeterna me ha parecido una estupenda vuelta de tuerca a los roguelite de siempre. Le añade un profundísimo componente de personalización a la fórmula habitual. Tú mismo te encargas de que su mundo y la jugabilidad crezca hasta el punto que parece que cada nueva run significa crear un juego nuevo y más grande. Es mucho más aventurero que otros, con una economía sólida y cargado de sorpresas para disfrutar. Salvo por un rendimiento que no es perfecto siempre, lo recomiendo sin dudar
Comprar Summum Aeterna- Dale tiempo. Al principio es un pelín soso. Al cabo de poco tiempo, estarás dentro.
- El juego es inagotable. Puedes echarle 90 horas si te apetece.
- No es tan excesivamente duro como Aeterna Noctis. Tiene una buena curva de aprendizaje.
- Los enemigos se repiten bastante, pero acabas agradeciendo conocerlos y aprenderte sus golpes.
- El rendimiento podría ser mejor en algunos niveles.