Análisis de Lies of P. El enésimo Soulslike que copia a Bloodborne, pero, ¿qué importa si el resultado es tan interesante?

La verdad por delante. Lies of P es una copia muy obvia de Bloodborne, y no solo de él. Tiene cosas de Steelrising, de Dark Souls, Elden Ring, de The Surge 2 y, sorprendentemente, también de The Last of Us o de Resident EvIl 4. Pero a mí no me importa lo más mínimo que un videojuego copie, se inspire, o tome prestadas ideas de otros títulos. Si el resultado es bueno, divertido y cuenta con destellos propios, bienvenida sea la copia. Porque, en realidad, el arte avanza copiando a sus precursores y aportando solo una pincelada extra marca de la casa.

Dicho esto, copiar como lo ha hecho Lies of P tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes. Porque esa es la clave, analizar cómo se ha copiado. Empecemos por lo bonito del juego, que es mucho. Lies of P es un Soulslike de manual, canónico y que sigue a pies juntillas lo que se espera de él. De toda la plantilla de este tipo de juegos, en lo que más destaca es en sus escenarios.

Me ha encantado la construcción de sus niveles. Sus fases tienen coherencia interna, están repletas de atajos, de subidas y bajadas, caídas y secretos. Pongamos por ejemplo el primer nivel, la ciudad. Cuando Lies of P te lleva por sus tejados, sigues viento la actividad que se produce por las calles, y puedes bajar a ellas y seguir explorando. En otra fase, te encuentras con un gran agujero por el que cae un monstruo. Tu tarea es buscar un camino alternativo para llegar hasta él y matarlo.

Recorrer los niveles de Lies of P es una delicia

He disfrutado muchísimo explorando sus niveles. Se abren de forma fantástica, sugieren sus misterios y luego te dejan explorarlos. Son fases muy buenas y que están fantásticamente apoyadas por un apartado técnico y artístico genial. Porque Lies of P es bonito, y lo sabe. Le gusta presumir de sus preciosas arquitecturas, puestas de sol y castillos lejanos.

Su exploración gana mucho interés cuando conocemos el alto grado de personalización de nuestro personaje. Nuestro guerrero es una marioneta, un trasto con algo parecido a un alma mecánica. Así que podemos cambiarle su brazo y añadirle mejoras. También podemos acceder a su corazón, integrarle artilugios, cuarzo y potenciarlo. Las mejoras a la defensa también van determinadas por piezas, no tanto por nuestras vestimentas.

Hasta podemos desmontar nuestra arma en empuñadura y filo, y combinar sus trozos entre sí para diseñar nuestra espada perfecta, y esto es solo el principio. Esto se traduce en un montón de cacharritos escondidos aquí y allá en los escenarios que querrás encontrar, porque son determinantes para superar a los durísimos jefes finales de cada mundo. Hasta podemos usar una biela determinada para variar el escalado de nuestra arma favorita, para que encaje con lo que necesitas.

El nivel de personalización de nuestro personaje es genial

Esto me ha gustado mucho. Hay tantos elementos para toquetear los atributos de nuestro héroe, y están tan bien integrados en la exploración, que logran que investigar por los escenarios sea aún mejor. Además, Lies of P sabe construir un mundo interesante. Las marionetas se han vuelto locas, y todos culpan a Geppetto. Sin embargo, él dice que hay algo detrás de todo eso, y tú has de averiguar qué ocurre.

Lo más chulo de su trasfondo son los acechadores. Es un grupo que lleva máscaras de animales y cazan marionetas. Están bien escritos, y cada encuentro con cada uno de ellos es muy significativo. Las marionetas no pueden mentir, pero sí nuestro personaje. Eso le permite tomar decisiones, responder y hasta engañar a los acechadores. No os esperéis nada especialmente trascendental aquí, pero sí nos plantean ciertas cuestiones que os tendrán un ratito pensando sobre qué hacer, afectan a ciertos momentos de la trama y hasta al desarrollo de algunos jefes. De todas formas, ni la historia ni su narrativa son nada especiales. Cumplen y acompañan, y hasta hay algún giro interesante, pero no es lo importante aquí. Su mundo y tono sí es muy chulo, inquietante y misterioso.

Todo esto es lo mejor de Lies of P: exploración bien copiada de Bloodorne y personalización. Vamos ahora con lo que no es tan bueno. Como decía, la exploración funciona y el juego tiene graficazos y estilazo. Sin embargo, los espectaculares sitios a los que te lleva son, en la inmensa mayoría de los casos, lugares que recuerdan tremendamente a otros juegos de From Software y de otras licencias míticas. Es común lo de "oh, menuda iglesia más bonit… Espera, ¡pero si esto es Anor Londo!"

En la mitad de sitios de Lies of P ya has estado en juegos de From Software

Todo son lugares comunes, incluso hay un acechador exactamente igual a Solaire, porque no son otra cosa que cazadores con personalidad de otros personajes de Dark Souls. Esto es tan loco que la colección de decisiones de Bloodborne sobre mandar a un tipo a la clínica de Yosefka o a Capilla Oedon está tal cual. Y claro, eso le quita muchísima fuerza a todos esos instantes, en especial a alguien como yo (y posiblemente como tú) que se ha jugado Bloodborne medio millón de veces. Ese bonito pensamiento de "a ver a qué sitio inesperado me conduce ahora este juego" se convierte en "venga, y ahora aparecerá un Artorias. Ah, ahí está".

Y lo peor es que, cuando Lies of P presenta a sus propios monstruos o a sus propios personajes, flaquean en comparación con los copiados. Hay jefes finales que puedes señalar con el dedo y mencionar quién es de Bloodborne, Dark Souls o Sekiro; porque sí, hay hasta un cruel momento Simio Guardián. Cuanto daño ha hecho este jefe, por Dios.

Con respecto a los bosses, he de reconocer que lo he pasado verdaderamente mal con ellos. Lo que voy a decir a continuación es una cuestión de gustos. A mí me encanta la dificultad en los jefes finales, mucho. Te desata una adrenalina y una satisfacción al matarlos que es adictiva. Pero la clave para que, muerte tras muerte, tú no te frustres, es sentir que estás aprendiendo a bailar mejor con ellos tras cada derrota; no que estés memorizando sus golpes, sino que los estés interiorizando.

Como Sekiro pero sin su finura, y eso le pesa a Lies of P

Eso no ocurre en Lies of P. El juego es inmisericorde como Sekiro, pero nunca he sentido que estaba bailando como siendo Lobo. Me he tenido que aprender cada minúsculo golpe para contrarrestarlo de la forma correcta, que casi siempre suele ser con un parry. Pero los jefes abusan de hacer golpes a lo panenka, de modificar sus rutinas y de añadir variaciones excesivamente inesperadas.

Todo esto sería genial si su parry no tuviera una ventana de oportunidad tan apurada u obtusa, o que si el premio por hacerlo todo bien fuera mejor. Si eres capaz de realizar de forma perfecta varias cadenas de bloqueos, la barra de vida del jefe se pone blanca. En ese momento, tienes que cargar tu ataque con R2 y golpear. Eso te te permitirá atontarlo y castigar. Esta idea está bien, pero son demasiadas las situaciones en las que colar este R2 es dificilísimo o directamente imposible. El enemigo no se relaja, tiene amigos a su lado molestando o reacciona de forma que imposibilita el uso de la mitad de las mécanicas a tu disposición, esa incluida. Resulta frustrante, en el mal sentido.

Es decir, Lies of P establece unas mecánicas y dinámicas entre Sekiro y Bloodborne, pero ni acierta en ser tan elegante como el primero ni tan visceral como el segundo. Se queda en tierra de nadie con muchísimos de sus jefes. He acabado matándome a más de la mitad de pura chiripa, porque Lies of P no sabe gestionar bien el error o el aprendizaje. Es más efectivo hacer como Rachel en Friends: "¡corre lejos!" y regresar cuando el boss se está tomando un respiro. Ahí golpeas, y luego vuelves a huir.

Pocos jefes tan c******s me he encontrado en un Soulslike como en este

Honestamente, no me han parecido combates equilibrados que recurren a la dificultad para que disfrutes, como sí sucede contra Genichiro en Sekiro, Orospina en Blasphemous II o Lady Maria en Bloodborne. Son diseños de combates en los que no merece la pena plantarse cara a cara con el enemigo. Me han parecido demasiado largos, con varias fases que no transitan bien de la una a la otra, y con lo que más detesto: ataques de área que matan de un golpe. Súmale a eso problemas de cámara contra algunos de ellos que te impiden ver, y pum, muerto. ¿Te sabes la de morir porque no ves nada de Dark Souls? Pues aquí volverá a vivir esto.

Por la sensación de ya haber visto los lugares a los que me lleva, y por la poca finura mecánica de muchos de sus jefes, creo que Lies of P se ha quedado un peldañito por debajo de alcanzar el podium de los Soulslike. La realidad es que lo hace bien todo salvo en poseer esa jugabilidad exquisita que le exigimos a estos juegos, cuyos defectos se manifiestan en sus jefes. En este género, o eres perfecto en eso o hay un problema.

Aún con todo, he de reconocer que me lo he pasado bien con él. Su buen apartado artístico, su buen diseño de niveles, lo bonito que es, las posibilidades de personalización y los acechadores que parecen sacados de la película La Purga, compensan. Eso sí, jamás he tenido que trampear tanto a los jefes de un Soulslike para avanzar en este, descartando por completo el "juego bonito". Si amáis este género, lo disfrutaréis, y sin duda sabréis perdonarle estos "pero" con tiempo y  paciencia. Sin embargo, a mí me han impedido enamorarme del todo de este juego. Porque, insisto, casarme no me casaré con él, pero ha sido un buen novio de fin de verano.