Desde su aparición en los años 70, el género de los RPG ha evolucionado hasta convertirse en algo que el siglo pasado solo veíamos en nuestros sueños. Las aventuras cada vez son más profundas, realistas y, sobre todo, orgánicas, y un ejemplo perfecto de esto es Dragon's Dogma 2. El RPG de Capcom llega este mes, pero yo ya he tenido tiempo de pasar 3 horas a los mandos, y hoy te voy a contar por qué es uno de los títulos con más potencial de toda la generación.
Dragon's Dogma 2, el RPG de mundo abierto que llevo años esperando
Si ya has jugado a su primera entrega, es posible que nada de lo que te cuente aquí te sorprenda, pero sí que te ilusione. Dragon's Dogma 2 es el prototipo de secuela: más grande, más potente y más ambiciosa. El mundo abierto del juego sigue la filosofía de su predecesor, es decir, nada de cogerte la mano y mucho de esperar que te saques las castañas del fuego a través de tu propia pericia, y esta es una de las mayores bazas de lo nuevo de Hideaki Itsuno.
Mi sesión de juego estuvo dividida en dos segmentos, y nada más empezar el primero vi una clara declaración de intenciones. Todo comenzó en la frontera del reino de Battahl, cuyas puertas no pude atravesar al tener el permiso erróneo para ello —pues el que poseía era para otra de las razas del juego—. En otro RPG, podrías esperarte que aparecieran varios indicadores en el mapa diciéndote exactamente a dónde ir para resolver este entuerto. En Dragon's Dogma 2, lo único que tenía a mi favor era una nota indicando los requisitos burocráticos para seguir adelante. Parece simple, pero aquí es precisamente donde se complica la cosa.
Sí, para completar esta misión principal, podría haber optado por investigar esta posibilidad, ¡pero no era la única! Según me confirmó un representante de la propia Capcom, hay rutas alternativas, como poder conseguir disfrazarme gracias a un hechizo o incluso encontrar una vía alternativa —y mucho más larga— yendo en una aventura para rodear todo el perímetro de la muralla. ¡Y ni siquiera sé si esas son todas las opciones que presenta el juego! Esta es la mejor carta de presentación para Dragon's Dogma 2: un RPG de mundo abierto para afrontar con mente abierta. Y no, esto no acaba con un solo ejemplo de la misión principal.
Mucho contenido, pero con cabeza
En el mundo de Dragon's Dogma 2 vas a encontrar montones de misiones secundarias, y estas también están integradas en tus entornos, no marcadas con 40.000 iconos superpuestos en tu mapa. Hablando con los NPC, e incluso recibiendo encargos directamente de ellos, desesperados por encontrar un aventurero con las suficientes agallas para ayudarlos, el contenido optativo está por todas partes, y es igual de orgánico que las misiones principales.
Lejos de poder seguir una flecha hasta tu objetivo, vas a tener que prestar atención a los detalles que te dicen los habitantes de estas tierras, e incluso a veces tener que recaudar tú mismo tu propia información para saber a dónde ir y a qué peligros te vas a enfrentar si quieres resolver esta misión. Si a esto le sumamos que los peones, los NPC que te acompañan, pueden tener conocimientos previos de estas quests (hablaremos de esto más adelante), es un soplo de aire fresco poder depender tus vivencias y de lo que te rodea en vez de necesitar una interfaz que te esté señalando constantemente a dónde ir. En pocas palabras, Dragon's Dogma 2, al menos en este aspecto, se siente más RPG que muchos congéneres.
Como pequeño apunte, el ciclo de día y noche del título también tiene su encanto. No solo determinará los peligros con los que podamos encontrarnos por los caminos, sino que también rige el mundo y la acción de sus personajes como si de la vida misma se tratase. No vas a poder coger un carruaje a cualquier hora, sino que tienes que adecuarte a sus horarios —por suerte, hay una función para, simplemente, esperar a que estén disponibles—. Habrá eventos que solo ocurran de día o de noche, e incluso algunos personajes se negarán a atenderte si no son horas para ello.
Todo esto ya de por sí me parece una maravilla, pero de nada serviría con una jugabilidad que no fuese tanto coherente con estas ambiciones como interesante a nivel mecánico. Por suerte, mis primeras horas con lo nuevo de Itsuno no hicieron más que reforzar mi fe en este pilar del título, y es que con el mando en las manos y los escenarios y enemigos delante, da absoluto placer poder interactuar con esta tierra de fantasía medieval virtual.
Un combate visceral y variado gracias a sus clases
No hay un cambio radical del primer Dragon's Dogma a este, ni falta que hace. En mi tiempo con el mando en las manos, pude probar el Duelista Místico y el Arquero Mágico, dos de las clases híbridas con las que cuenta. La primera de ellas es un lancero que cuenta con ataques a distancia gracias a su magia, algo de telequinesis y ataques para acercarse rápidamente a los enemigos a distancia —incluso los que vuelan—, o para salir rápidamente de una emboscada desvaneciéndose y cayendo desde el cielo. Es, a efectos, una clase muy equilibrada que, pese a no destacar en mucho, tampoco parece ser arriesgada por tener puntos débiles claros.
La otra vocación que pude probar, el arquero mágico, es un ejemplo perfecto de cómo puede variar el gameplay de este título. Retornando desde el primer juego, es exactamente el tipo de personaje que pensarías que es, uno que dispara flechas mágicas con diferentes objetivos. Estas tendrán diferentes propiedades: atacar a varios objetivos, congelarlos, curar a tus aliados e incluso tienes un ataque para controlar una flecha explosiva teledirigida, como si del Nikita de Metal Gear Solid 1 se tratara. Evidentemente, hay un alto grado de riesgo-recompensa aquí, y eso no solo hace que la clase sea atractiva de jugar, sino que puede dar lugar a situaciones emergentes la mar de curiosas. Y es que esto es parte del ADN del juego.
Mundos abiertos que da gusto explorar
Con tanto énfasis en la inmersión y en dar marcha atrás al festival de marcadores y guías, lo lógico era esperarnos un videojuego potente y reactivo, y así es el mundo abierto de Dragon's Dogma. Si bien no se trata de un título en el que las cosas cambien radicalmente con tus decisiones (o, si lo es, yo no lo he podido comprobar todavía), lo que sí que se nota es el mismo que hay a la hora de sentir sentir presente, corpóreo, en él. Como pasaba con el primer título, puedes seguir agarrando y escalando sus enemigos, además de partes y elementos de tus alrededores, pero los avances tecnológicos han hecho que ahora los entornos sean mucho más densos que antes.
Llenos de bosques, cañones, valles, cuevas y todo tipo de localizaciones, son lugares con una geometría compleja asentada en el realismo que más gusto da explorar, el que te hace sentir allí. Eso sí, esto no es un walking simulator, y estas preciosas vistas —traídas de la mano del tan versátil RE Engine, estarán pobladas por mil y un peligros. Lobos, goblins, trolls, cíclopes, grifos… la lista es interminable, y no solo vas a tener que valerte de tus ataques para acabar con ellos, sino de todo lo que te rodea.
Por ponerte un ejemplo, en uno de mis combates, acabé subido en una plataforma de manera disparando flechas a todo lo que se moviera, aprovechando mi ventaja vertical. Mis contrincantes, un grupo de goblins, se dieron cuenta de ello, y optaron por romper dicha plataforma, haciéndome caer justo en sus garras y destruyendo así a todo mi equipo. Otra anécdota más que compartir también tiene que ver con el arquero mágico, y es que en mi aventura me topé con una cueva hasta arriba de enemigos. Ahí fue cuando todo hizo clic y decidí usar una de mis habilidades más curiosas: un disparo de varias flechas cuyos proyectiles rebotan y se multiplican al golpear contra el escenario. En un sitio cerrado, es un arma mortal, y fue, de hecho, tan efectiva, que acabé por matar a enemigos que ni siquiera había visto solo porque la lluvia de flechas mágicas se había expandido más allá de mi control.
Vuelve la dificultad, pero los peones te ayudarán
Como ves, el juego está lleno de potencial a nivel jugable, ¡pero no te confíes! La dificultad de su precuela vuelve a estar presente aquí, y la vas a notar si no vas con con cuidado.Esta dinámica orgánica va en dos sentidos, y vas a tener que usar la cabeza para aprovecharla, pero también ir con cuidado porque no eres el único con pericia aquí.
Por suerte, para ayudarte tienes a los peones, NPC que te acompañan en tus aventuras y que ya estaban presentes en la primera entrega. En Dragon's Dogma 2, la base del sistema se mantiene como estaba: vas a crear tu peón y recibir, a través del modo online, los de otros jugadores, a la vez que tú compartas el tuyo con estos. Estos últimos peones, los que no hayas hecho tú, no subirán de nivel, haciendo que tengas que cambiarlos de tanto en tanto como si de una pieza de equipo se tratara.
Como ya comenté antes, estos personajes se van a nutrir de las misiones que complete el jugador que los haya creado, y traerán consigo consejos para estas, dándole un poco más de profundidad a su dinámica. Si estás en medio de un encargo, te va a convenir contratar un acompañante que pueda echar un cable, un elemento más que convierte a la ahora saga de Dragon's Dogma en una de las más únicas que haya visto en el panorama de los juegos de rol.
Con 3 horas de juego, es evidente que me queda muchísimo por descubrir de la nueva aventura de Capcom, y muy seguramente estas palabras no le hayan hecho justicia del todo. Aun así, el hecho de que haya tenido suficiente que decir para ocupar más de 1.700 palabras deja claro que aquí no hay solo escala, sino ambición y profundidad. Yo, desde luego, no puedo esperar a volver a uno de los mundos de fantasía medieval con más personalidad en los que me he sumergido en mucho tiempo.
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