Hace unos años Tequila lanzó la que quizá sea una de sus producciones más desconocidas. Y lo es por la sencilla razón de que Gylt fue uno de los juegos exclusivos de Stadia, esa aproximación de Google al juego en streaming que no funcionó por su mal planteamiento y que terminó por cerrarse y cancelar sus proyectos activos. Gylt llegó el primero, y yo tuve la oportunidad de probarlo en el servicio. Ahora tiene una segunda oportunidad con un lanzamiento más "tradicional".
¿Y qué es Gylt? Como lo definen los propios desarrolladores, es un juego de Tequila Works. Sé a lo que se refieren. Les gusta mucho variar en sus mecánicas, quizá no tanto profundizar en ninguna de ellas, pero mantener la experiencia fresca para centrarse en contar la historia y crear una buena atmósfera. La de Gylt trata inexorablemente sobre el bullying. Es la historia de Sally, una niña que busca a su prima Emily, que ha desaparecido, mientras que tiene que lidiar con los abusones del colegio. Añade a la fórmula un poco de ambientación a lo Stephen King, con un pueblo que efectivamente transcurre en el condado de Maine, y ya tienes una buena idea de lo que te vas a encontrar.
El tema del acoso escolar es complicado. Transmitir las sensaciones de sufrir bullying a través de mecánicas de juego es algo que, quizá, requeriría una experiencia menos canónica. Menos comercial que mediante la tradicional combinación de acción y exploración. Es por eso que el mundo de Gylt, más que abordar el tema, lo utiliza para representar a sus monstruos. Por ejemplo, un monstruo con una gran sonrisa simboliza a ese chico burlón que siempre busca echarse unas buenas risas con el damnificado. También hay un monstruo con forma de ojo que representa al mirón, ese niño que no hace nada, ni para bien ni para mal. Solo mira.
Enfrentarse a nuestros miedos o huir de ellos
Sally puede elegir enfrentarse a ellos o huir. Para ello, tenemos la mecánica de la linterna, que es un poco parecida a la de Alan Wake, solo que aquí tenemos que apuntar a los puntos débiles de los enemigos para derrotarlos. Si decidimos huir de ellos, podemos distraerlos o esconderlos para pasar inadvertido. Lo que ocurre es que, para un jugador experimentado, es relativamente sencillo acabar con los enemigos y poder explorar mejor el entorno, ya que hay muchos recursos a tu alcance. Lo cual contradice un poco la esencia del bullying en la que el mayor problema es que no hay una solución sencilla. A veces, ni siquiera hay solución.
Además de explorar y combatir, también tenemos algunos puzles que resolver. Siguiendo el mismo espíritu, ninguno te costará demasiado, pero son a menudo ingeniosos y te mantendrán entretenido. Eso sí, sin frustrarse. Gylt no parece querer que te estanques nunca en ninguno de sus niveles o desafíos hasta completar sus 8 a 10 horas de duración.
Técnicamente, creo que esta nueva versión fuera de Stadia es una gran oportunidad para Gylt. Cuando jugué al juego en el servicio de Google noté que, si bien mi respuesta a los mandos fue cómoda, un juego tan oscuro como este no se beneficiaba en absoluto de los artefactos de compresión del juego en streaming, que no permitían disfrutar siempre de una imagen limpia, sobre todo en los momentos en que más movimiento había en pantalla. Ahora, pudiendo ser ejecutado de manera nativa, la experiencia es como debe ser (y seguro que sus desarrolladores se alegran mucho de que los jugadores puedan disfrutarlo tal y como fue diseñado): mucho más atmosférica y en la que la oscuridad juega a su favor y no en contra.
Cuando la jugué en su momento, Gylt me pareció una obra que tiene todo el cuidado que pone Tequila a sus producciones, y revisando ahora la obra veo en él ese mismo cuidado que caracteriza al estudio. Aunque no manejara un gran presupuesto, se nota que tiene mimo y una atmósfera trabajada. Pero también me parece algo menos arriesgada que el resto de sus producciones. No busca profundizar en sus apartados y, por lo tanto, no destaca especialmente en ninguno de ellos. No hace nada mal, pero tampoco hace nada especialmente brillante. Y creo que esto la deja un peldaño por debajo de otras de sus producciones que siempre me ha parecido que tienen dos cosas: un estilo visual muy marcado y una mecánica que saben explotar. Algo que se ve tanto en Deadlight como en The Sexy Brutale, Rime o incluso el algo más desconocido The Invisible Hours. Sigue teniendo, no obstante, ese carisma que sabe imprimir Tequila, con entornos semiabiertos bien ambientados y una historia que te acompaña hasta el final. Como concluí en mi análisis, a menudo ilumina más rincones de los que oscurece.
En 3Djuegos | Análisis de GYLT, enfrentándose al monstruo del bullying