Una excavación arqueológica en Sudáfrica acaba de desvelar el cementerio más antiguo del que se tiene constancia, pero lo más sorprendente del hallazgo no es el lugar en sí mismo, sino el hecho de haber sido creado por el Homo naledi, un pariente lejano de los humanos a la que no se atribuían comportamientos complejos.
Con una diferencia de 100.000 años respecto a las evidencias que tenemos de prácticas similares por parte del Homo sapiens, los científicos encontraron un grupo de varios cuerpos de esta especie enterrados a unos 30 metros dentro de un sistema de cuevas en la Cuna de la Humanidad, el lugar protegido por la UNESCO que está cerca de Johannesburgo.
Un descubrimiento que lo cambia todo
La clave detrás del descubrimiento no está sólo en el salto que ha dado nuestro entendimiento sobre el Homo naledi, una especie que aún trepaba a los árboles y utilizaba ciertas herramientas, pero que tenía un cerebro con el tamaño de una naranja, sino también de hasta qué punto lo que sabíamos sobre el tamaño del cerebro y su relación con ciertas prácticas estaba equivocado.
Hasta el descubrimiento, dábamos por hecho que sólo cerebros grandes podían llevar a practicar ritos y realizar acciones que fuesen más allá de la mera supervivencia. Ahora, con entierros intencionales realizados 200.000 años antes de Cristo, el Homo naledi acaba de cambiar por completo nuestra percepción sobre la evolución humana.
Cualquiera podría obviar la profundidad a la que fueron enterrados los cuerpos y llegar a pensar que, en realidad, esto podría ser una simple casualidad, pero lo que ha terminado de romper los esquemas de los científicos está en el hecho de que, junto al lugar de entierro, hay distintos grabados en forma de figuras geométricas que indican que el Homo naledi era capaz de experimentar comportamientos emocionales y cognitivos más complejos de lo que creíamos.
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