Aunque tardamos bastante más en convertirlo en un derecho para todos los trabajadores, la jornada de 40 horas semanales es un invento que se remonta a principios del siglo XX, en concreto hasta 1919. Desde entonces, lo de las 8 horas diarias durante cinco días a la semana ha cambiado más bien poco. La semana de cuatro días parece quedar muy lejos.
Si a eso sumamos que se mantenga el mismo sueldo, la semana de cuatro días laborales se ha convertido en una suerte de utopía a la que, poco a poco, algunos pocos privilegiados se acercan con ejemplos como el de Software Delsol, la primera empresa en implementar la semana laboral de cuatro días sin reducción de salario en España.
El secreto para que funcione la semana de cuatro días
De la mano de distintos CEO de varias compañías, hace unos días Lydia Dishman, periodista de medios como Fortune o The Guardian, recogía en Fast Company el secreto que les había llevado a implantar con éxito la semana laboral de cuatro días. Aparentemente todo se reducía a una cosa, abrazar la metodología OKR de productividad.
El palabro OKR, de las siglas en inglés de objetivos y resultados clave, fue creada por Andy Grove en Intel y se terminó popularizando de la mano de otras grandes empresas que abrazaron el método como Google. A grandes rasgos se reduce a algo tan simple como definir un objetivo, y después hacer lo propio con los resultados que, de forma medible, te indicarán si lo has alcanzado o no.
Si tu objetivo es vender más zapatillas, el resultado debería ser aumentar en un 10% las ventas de zapatillas. A su vez, dentro de esa misma compañía, alcanzar el objetivo por parte del equipo de fabricación podría ser aumentar la producción valiéndose de crear más en menos tiempo, o el de marketing quedar reducido a traer más gente a la web y que se traduzca en más clics.
Puede que la idea parezca estar alejada del objetivo de la semana de cuatro días, pero lo cierto es que al abrazar una metodología como esta, la empresa deja de enfocarse en las horas trabajadas para centrarse en el valor extraído de cada proceso. Todos están alineados respecto a un mismo resultado que comparten, categorizan y segmentan en objetivos fácilmente medibles.
Ejemplos como el de Inventium, que inició el experimento de la semana de cuatro días en 2020 y aún lo mantiene, son la prueba viviente de que las empresas que pueden permitirse el cambio pueden ver potenciada su productividad con algo tan simple como regalar un día más el fin de semana. Un regalo que, en cualquier caso, hay que ganarse a base de completar los objetivos que te has marcado para los cuatro días anteriores.
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