Creo que, a medida que nos distanciamos del momento en que sucedieron los eventos de la película, más sorprendentes nos parecerán. Incluso sin la necesidad de ser edulcorados, como hace la producción de Apple en la película de Tetris. Y lo son porque hemos crecido en un contexto cultural y económico totalmente distinto al conflicto que presenta esta película. Porque Tetris no es tanto la historia del videojuego, ni de Alexey Pajitnov, por mucho que salga en la cinta. Ni tampoco de Henk Rogers (interpretado por Taron Egerton), ese hombre de negocios que puede parecer algo desdibujado en ocasiones al personaje real. No, Tetris es la historia de un choque entre culturas económicas, el capitalismo frente a un bloque comunista que estaba a punto de sufrir cambios estructurales drásticos.
John S. Bird como director y Noah Pink como guionista han elegido la perspectiva de Henk Rogers, aunque bien podrían haber elegido cualquier otra, pues la historia de la adquisición de los derechos de Tetris tiene tantos protagonistas como sus tretrominos. Piezas que caen por la inercia del beneficio salvaje que podría conseguir para todos, salvo para su creador; un Alexy Pajitnov que no vería un céntimo por su obra hasta años más tarde. El filme se centra en la carrera por conseguir estos derechos para la explotación en los distintos sistemas, desde ordenadores y consolas hasta recreativas y portátiles, ante el inminente lanzamiento (casi divinizado en la película) de la Game Boy de Nintendo.
Principio y desenlace atropellado, con una tensa parte central
Bird conforma un filme en ocasiones irregular, en el que, curiosamente, es su nudo el que consigue el enganche del espectador. Su inicio es atropellado y algo tontorrón. Te gustará porque es imposible no esgrimir una ligera sonrisa al ver a un Hiroshi Yamauchi desfilar en la pantalla, pero está repleta de sobreexposición, una actuación irregular y frases algo vergonzosas. La metáfora que usa Rogers para explicarle que ellos son Super Mario y que Robert Maxwell es una planta piraña y necesitan un champiñón (dinero)... en fin. Lo mismo ocurre con el final, que intenta convertir lo que fue una vertiginosa carrera de negocios en un thriller de espías acompasado con extraños efectos que pixelan coches al chocar en una innecesaria (e irreal) persecución y un tono pseudohumorístico que creo que no necesita.
Pero lo dicho: el arco central es muy interesante. Y lo es porque está prácticamente rodado en frías salas burocráticas del ELORG (la organización estatal de importación y exportación de hardware y software informático en la Unión Soviética), y aún así es tenso y se disfruta como un partido de tenis en el que brilla, tanto en interpretación como en personaje, un personaje menos popular como es el de Nikolai Belikov, que bien podría haber sido perfectamente el verdadero protagonista, y que en los sucesos reales fue el que más se jugó el cuello (literalmente) por conseguir un contrato honesto en las negociaciones a tres bandas que se produjeron.
Y esta es la otra cara de la película: la honestidad. Porque si hay un hermoso lado en las cruentas batallas por capitalizar un producto cuyo creador no percibiría nada hasta mucho tiempo después, es que la balanza se inclinó por aquellos interesados, pero que al menos se consideraban verdaderos fans del videojuego y no solo querían ayudar a que se distribuyera, sino también ayudar a su creador en el proceso. Pajitnov, que en la realidad tenía algo más de voto que lo que muestra el film, apreció la sinceridad de Rogers, que aunque se había transformado en vendedor, era como él un colega desarrollador de software. Y por tanto Belikov, que consideraba las prácticas de los otros agentes irresponsables, se encaró incluso con su propio gobierno por lo que consideró que era lo correcto.
En esto último quizá la película tenía que haber incidido más, porque aunque lo hace, presenta a un Henk Rogers algo más desesperado, capaz de arriesgar la estabilidad de su familia (que no pasaba en Tokio ningún apuro económico), rehipotecando su casa e invirtiendo todos sus ahorros en esta loca empresa. Pero, al menos, creo que la película es justa en esto: en que aunque veamos la frialdad y austeridad rusa, así como los conflictos del controlado comunismo soviético, que es lo fácil, también vemos la otra cara, la ostentosidad de pajarita, la ambición, manipulación y engaño, y también la demencia de casino, de poner a tu familia en el tablero de juego (aunque le salga bien), del capitalismo desbocado. Todo salió relativamente bien, pero todo pudo haber terminado terriblemente mal.
Tetris es una película interesante, con una buena producción detrás que sin embargo tiene algo de bufonería detrás que no necesita, y la cual tampoco hay que tomarse al pie de la letra porque mete bastantes momentos inventados para dar más dramatismo y epicidad a la trama. Por suerte la historia es bien conocida, y tienes desde documentales con sus principales protagonistas como Tetris: Desde Rusia con Amor y un montón de libros como The Tetris Effect de Dan Ackerman o la novela gráfica Tetris: The Games People Play de Box Brown que pueden complementar muchos detalles del filme. Lo que es seguro es que la película logrará, al menos, suscitar un mayor interés por una de las historias más interesantes del mundo del videojuego.
Probablemente tu curiosidad venza cualquier recomendación, y haces bien: es interesante ver representada la historia por la pugna de los derechos de Tetris, la conocieras de antemano o no. Creo que la película es irregular, eso sí, con algunos momentos atropellados en su inicio y final, pero con un arco central tan tenso como austero que conforman el verdadero tema del filme: la pugna entre el capitalismo y el comunismo soviético. Hay partes que son algo más fieles y otras que se han inventado completamente para darle dramatismo, pero la nueva producción de Apple animará a jóvenes y antiguas generaciones a interesarse por la historia de nuestro medio y comprender el impacto que supuso este momento histórico en la cultura popular.
- Es más la historia de la venta de derechos de Tetris que de su concepción e impacto en la sociedad.
- Se narra a través de la perspectiva de Henk Rogers, quien se hizo definitivamente con sus derechos.
- El tema central de la película es la pugna entre el capitalismo y el comunismo soviético.
- Es una producción de Apple que solo puede verse en su servicio de suscripción de Apple+.
- Hay escenas que representan fielmente los hechos y otras inventadas que se han añadido para dar dramatismo.
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