Jeppe Carlsen y Jakob Schmid se marcharon de Playdead y se han puesto a diseñar videojuegos por su cuenta. Puede que no te suenen estos autores por sus nombres, pero sí por sus trabajos. Han creado Inside y Limbo, dos videojuegos fantásticos y muy influyentes en nuestra industria. Los dos juegos son muy similares. Hay un niño que avanza de izquierda a derecha, mucho blanco y negro, mal rollo, monstruos, indefensión… Tras dos títulos tras parecidos, lo lógico sería pensar que su siguiente obra fuese similar; pero no. Cocoon es un juego luminoso, con colores, y mucho más tradicional en su concepto que estos dos. Aquí hay puzzles que resolver, backtracking e incluso jefes finales. Sin embargo, aunque Cocoon parezca un trabajo tan diferente, te hace sentir cosas muy similares.
La narración sigue siendo absolutamente críptica. No hay texto, solo colores, emociones, movimientos y sensaciones, ruidos, sonidos y criaturas extrañas caminando a nuestro lado. Nos despertamos siendo una especie de alien-polilla caminando por un mundo extraño con perspectiva casi cenital. No tenemos objetivo ni rumbo, tan solo nos dejamos guiar por el pulso del juego. Avanzamos, no podemos saltar, no entendemos nada… Pero, gracias a algún extraño hechizo de diseño, vamos entendiendo qué hacer y cómo.
Lo mejor de Cocoon es cómo te empuja dulcemente por su mundo
Este hechizo es el mismo que existía en Inside y en Limbo, pero ahora no solo existe para hablarnos de opresión, miedo y angustia, sino para que entendamos sin que nadie nos lo explique que nuestro cometido es coleccionar capullos circulares y cristalinos que son mucho más que eso. No tardaremos en descubrir que en su interior hay mundos.
Esto es sorprendente. Podemos meternos en su interior y en los otros mundos que, a su vez, en ellos podemos encontrar. También podemos salir de ellos de vuelta, e incluso aprovechar su influencia con otros objetos del entorno. Por ejemplo, un mundo naranja activa unos mecanismos que sirven para crear puentes de luz. Con esta dinámica, Cocoon se inventa un montón de puzzles muy originales. Cargamos a nuestra espalda con uno de ellos, lo colocamos en sitios, viajamos a su interior y volvemos a salir. Explicado así, puede parecer que estamos ante un juego de la complejidad de The Witness, pero es justamente lo contrario.
Si algo de bueno Limbo e Inside era su flow; fluíamos aunque no entendiéramos por qué o cómo. Ese es el hechizo del que hablaba antes. Eso mismo ocurre en Cocoon. No comprendemos del todo bien qué se supone que tenemos que hacer con estos planetas, ni tampoco el motivo de que haya monstruos enfadados porque nos los llevemos con nosotros, pero los puzzles se explican genial solos y el esquema jugable se reduce a un solo botón para que todo sea más accesible y agradable. En cuestión de instantes, estarás resolviendo acertijos que parecen muy complejos de forma tremendamente ágil. Y entenderás de qué va todo esto.
La idea de Cocoon de saltar entre mundos es fantástica
Personalmente, esto me ha parecido una chaladura en términos de diseño. Un solo botón sirve para todo, La propia jugabilidad se explica a sí misma sin tutoriales tan bien como un Mario de NES, y la resolución de los acertijos te va revelando cuál es tu función en este universo, quién eres y qué haces aquí. Así, Cocoon logra ser un juego absolutamente relajante, fluido, precioso y apasionante. Es como Limbo e Inside, pero a la vez no tiene nada que ver con ellos.
Técnicamente no es ninguna locura, pero juega con los colores como hacía Journey. Cada nivel apuesta por un tono concreto que te lleva a una emoción determinada. Y como Cocoon te saca de un planeta a otro en cuestión de segundos, se producen contrastes muy chulos. La música acompaña, pero no diría que es su punto más fuerte.
Por supuesto, este ritmo no funcionaría si el juego fuese excesivamente largo. Por eso, Cocoon solo dura cuatro horas perfectas. Te lo terminas y te quedas guay. He disfrutado del juego en Nintendo Switch. La experiencia no ha sido mala, el juego va muy bien. Sin embargo, da algún que otro pequeño tirón que estropean un pelín una experiencia tan orgánica.
Cocoon no es difícil, no pretende serlo, pero tampoco regala nada
Por otro lado, Cocoon no es perfecto. Sus jefes finales no me han gustado demasiado. El juego te mueve por sus tripas como si fueras una hoja por un río, y esa sensación es maravillosa. Pero luego aparece un jefe con tentáculos y hay que tirarle cosas para que se muera… Su presencia me ha fastidiado el éxtasis místico al que tantas veces me ha hecho ascender el juego. No es que sean malos, porque son graciosos y divertidos; también están bien integrados en lo que la historia cuenta… Pero me han parecido un poco meh.
En definitiva, juegazo fantástico de otoño, melancólico y bien diseñado. De esos títulos que te dan gusto por lo bien diseñados que están. Es purito ASMR mecánico y jugable.
Cocoon demuestra que Limbo e Inside no fueron casualidad. Es un videojuego diseñado de manera fantástica y minimalista. La jugabilidad sabe explicar quién eres y por qué, y no usa ni un solo tutorial. Su flow es embriagador e hipnótico, y su idea de saltar de mundo en mundo es fabulosa. A eso le sumas uns puzzles muy bien diseñados y tienes ante ti un juegazo que no te puedes perder.
Comprar COCOON- El regustillo que deja es similar al de Limbo o Inside.
- Tiene un arte que recuerda a Journey en su tono.
- Su idea de saltar entre planetas es fantástica y no tiene tiempos de carga.
- Sus jefes finales no están mal, pero aquí el juego flaquea.
- Su narración es muda, silenciosa y deliciosa.
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