He aprovechado este fin de semana para jugar a un título que tenía aparcadísimo en mi Nintendo Switch. Su nombre es Gerda: A Flame in Winter. Este juego salió hace más de un año, y lo adquirí en su momento porque sucedía en un momento muy atractivo para contar historias: el final de la Segunda Guerra Mundial. El título venía curado y distribuido por Don’t Nod que, aunque a veces no acabe de acertar con sus producciones, les ocurre como a Annapurna. Donde ponen el ojo, tú has de poner tu interés. Volví a pensar en él por el reciente lanzamiento de Jusant, lo jugué y… madre mía, menudo viaje. Hacía muchísimo que un juego no me hacía sentir tanto odio, indefensión, pena y vergüenza por la raza humana. Pero no porque el título esté mal ni nada por el estilo, sino al contrario. Está muy bien, tanto que te hace sentir justo lo que quiere que sientas.
Nada más empezar la aventura, podemos elegir entre dos personajes. Yo me quedé con Gerda, ya que era la persona que le ponía nombre al título. Ella no es ninguna superheroína. Es una mujer normal, una enfermera casada con una pareja que ama, que vive en una casa que adora y con un padre con el que suele discutir.
Prepárate para pasarlo fatal con este juego
Vive en la frontera con Alemania con su familia. El doctor para el que trabaja es mayor, y añora los tiempos en los que su país era su país, en el que se respetaba a los ancianos y los vecinos eran parte de la familia, no de quienes sospechar. Su marido entiende la libertad como el más fundamental de los derechos, y su padre, por desgracia, acaba de aceptar un trabajo entre las filas nazis. "No son tan malos", cree él.
Con este arranque, uno podría pensar que el juego va en una línea clara: los nazis son terribles, así que, ahora que lo sabes, ve a matar a unos cuantos. Pero no. En Gerda puedes apoyar a los nazis si lo deseas. Sí, en serio. Es un juego en el que lo importante es conversar, responder y decidir bien (o de forma nazi). Cada respuesta que des se transforma en puntos a favor o en contra de tu pueblo, a favor o en contra de los invasores alemanes, y también se convierten en acciones futuras posibles relacionadas con tu compasión e ingenio y otras variables.
Es decir, tienes que sobrevivir hablando. Y eso a veces te obligará a detestarte por apoyar a los nazis para que no maten al buen doctor, a tu padre o a quien amas. El juego consigue llevarte a situaciones absolutamente abominables, en la que el cuerpo te pide matarlos a todos, pero no puedes. Es una bola de nieve eterna, con una muy buena mano absorbiendo y mostrándote las consecuencias de cada una de tus pequeñas decisiones. Porque eres una persona normal, no eres una superheroína. Eres una más de todos aquellos que tuvieron que sobrevivir al nazismo y al fascismo. Por lo que, en realidad, es imposible acertar.
En Gerda siempre te equivocas. Como la vida misma, vaya
Además de un texto bien escrito, el juego tiene unos sistemas fascinantes. Si planeas realizar una acción ingeniosa en el futuro porque eso encaja con tu personalidad, has de tomar decisiones ingeniosas primero. Hacerlo se transforma en puntos que puedes consumir para realizarlas luego. El juego sabe que no te gustan los nazis porque entiende que eres una persona inteligente, y te conduce a un montón de situaciones en las que tendrás que fingir lo contrario. Eso te hará odiarte, te odiarán otros, pero te dará puntos para favorecer tu relación con ellos, y que no te maten. Lo chulo es que el título te obliga a rolear a tu Gerda y a preguntarte “¿cómo eres?” “¿Cómo serías tú en esta situación?”.
Lo mejor de esta construcción jugable es que es muy sencilla sobre el papel, pero funciona genial tanto a corto como a largo plazo. Gerda: A Flame in the Winter te obliga a responder bien en el presente para que una bala no acabe en el pecho de tu padre en el futuro, y a mantenerte firme en tu decisión pase lo que pase. Pero es difícil acertar. Por ello, te hace sentir absolutamente abusado por la bota de la gestapo, por un niño que se cree importante porque su padre es amigo íntimo de Hitler, o por un vecino que no se termina de creer que estos alemanes vayan en serio. Y a eso se le suma el bien retratado frío, y el hambre, y la urgencia y la impotencia. La verdad es que ha sido un juego que me ha costado terminar por su dureza. Porque no es que tenga una decisión difícil, es que cada maldita pregunta que el juego te lanza es crucial y, así, sin parar y todo el rato hasta el final.
He sentido cosas muy parecidas al jugar a The Last of Us Parte II
Me he sentido tan agotado tras las seis horas de la campaña principal como tras las casi treinta de The Last of Us Parte II. Puede que os parezca tonta esta comparación, pero para mí no lo es. Hay juegos como estos dos que abusan de forma extrema de determinados trucos para que su mensaje cale a través de tu sudor. El título de Naughty Dog te convence de que el odio y la venganza son extenuantes. Gerda se asegura de que llegues a los créditos teniendo claro que solo seis horas de abusos son suficientes para toda una vida.
Por lo bien que lo hacen es por lo que ambos juegos me han gustado tanto. Debo tener un punto masoca, pero me encanta que los videojuegos sean capaces de agotarme mentalmente a base de apabullarme con sus sistemas y su escritura. Si os interesa pasar por este trance, Gerda se juega muy bien en Switch. Es una buena versión aunque su resolución no sea la mejor; y está en español, para que seáis especialmente conscientes de cada decisión que tomáis.
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