Animal Crossing: New Horizons supone el verdadero comienzo del año para Nintendo Switch, y ya os adelantamos que va a ser una buena opción para esperar al resto de lanzamientos de 2020. Un videojuego que evoluciona con respecto a sus predecesores, añadiendo opciones inéditas y confiando en otras que funcionaron en el pasado.
Durante todos estos días que he estado jugando con Animal Crossing: New Horizons no podía quitarme una idea de la cabeza: que este videojuego es como establecer una amistad. Tras el primer contacto, quedas para tomar algo, vas a algún evento… hasta que poco a poco, a fuego lento, la relación se hace más estrecha. Vas aprendiendo cómo es esa otra persona, te sorprendes a cada nuevo paso y, si te gusta lo que ves, sigues adelante durante días, meses, años… Parece mentira, pero la lógica de los Animal Crossing es muy similar.
Es un juego que te premia cuando más tiempo le dedicas, sin prisa pero sin pausa. Unos minutos al día son suficientes para regar tus plantas, conseguir alguna cosilla más con que decorar tu casa o finiquitar parte de la hipoteca con Tom Nook. Lo mejor es que en el fondo hay una sensación de que estás creciendo, de que ese mundo virtual, encerrado en tu Nintendo Switch, cobra vida de forma paralela a la que experimentas día a día en el mundo real. Las estaciones cambian, se te pueden presentar días lluviosos o esplendorosos. Hasta las festividades más importantes están incorporadas.
Es todo muy infantil, dicen por ahí. No. Bajo esa capa de encantadora cortesía que manifiestan los habitantes de tu poblado, esa máscara tan a la japonesa, se esconde el mensaje de que vas a convertirte en el promotor inmobiliario de una isla desierta, explotando sus recursos y atendiendo a las demandas de un tenaz empresario, ganándote la vida para convertir tu tienda de campaña en una casa. Todo con colorines y animalitos, sí, pero eso es al final lo que haces, en un videojuego que no tiene prácticamente fin y que es muy distinto al 99% de los lanzamientos existentes. New Horizons no llega para cambiar nada realmente importante en la licencia, y lo mejor es que eso no es malo, porque ha sabido identificar qué aspectos mejorar para convertirse en la entrega más completa de la saga.
Objetivo: pagar a Nook
Hace unas semanas, cuando os presenté las principales características de New Horizons tras una visita a Nintendo Europa, manifesté que no había "un objetivo definido". Error. He reflexionado y creo que lo justo es decir que creo que sí que lo hay. Se nos presenta nada más aterrizar en la isla: pagar la hipoteca. Este es el leitmotiv del juego, que nos acompaña día tras día. Todo lo que hacemos está al final relacionado con obtener bayas. Nada nuevo, porque ha sido la clave de Animal Crossing desde sus orígenes.
La diferencia está en que hay más oportunidades que nunca para conseguir esta peculiar moneda. Podría ser vendiendo uno de los innumerables ítems que te encuentras, los frutos de los árboles, peces, restos arqueológicos o mariposas muy bien cotizadas. También desenterrando tesoros o entrando en el mercado de valores de nabos, comprando bajo y vendiendo alto, un clásico en la saga. Ver cómo tus ahorros crecen día tras día es uno de los aspectos más satisfactorios del juego. Así, más que un juego social, para mí es un juego en que lo principal es conseguir fondos para seguir adelante: un juego económico.
Esta idea está apoyada por una de las novedades más importantes de esta entrega: el sistema de millas. Es un vicio. Sabía que iba a ser algo realmente adictivo, pero no pensaba que tanto. El funcionamiento es muy similar a los puntos de fidelización que se obtienen en las aerolíneas. En New Horizons se obtienen por tareas diversas, prácticamente innumerables: plantar, cosechar, conversar, pescar, hacer fotos… En definitiva, por hacer cosas en el juego. Es un sistema de fidelización in-game, pero que funciona a todos los niveles. ¿La demostración? Que como jugador me he sentido más atrapado gracias a los premios que se me ofrecían. Ha sido un no parar.
Por poner el mejor ejemplo, con millas puedes obtener vales para viajar a otras islas. Es uno de los aspectos más interesantes del juego. Se trata de escenarios prediseñados (no he visto indicios de generación procedural) donde encontrar recursos que, en ocasiones, son difíciles de localizar en tu isla. Es una buena manera de hacerte con especies que no tenías, o de obtener más materiales con los que fabricar nuevos objetos. El único problema es que he acabado visitando la misma isla en más de una ocasión. Se repiten. Aún así, me ha merecido la pena invertir millas en poner los pies sobre ellas, porque he encontrado nuevos vecinos que buscaban una mejor vida.
Podéis comprobar, sólo en base a estas características, que las mecánicas están perfectamente hiladas. Es una estructura circular: la hipoteca, el dinero, las millas, la visita de islas… y los materiales. Usar términos como looting y crafting parece algo extraño en un Animal Crossing, pero creedme si os digo que os pasaréis la mayor parte del juego recogiendo cosas, y por tanto vigilando que vuestro inventario no se desborde. Es algo tedioso no contar con más espacio desde el principio: vas ampliando el tamaño de la bolsa a medida que avanzas. Pero se entiende. El juego está enfocado así, con un mayor énfasis en la recolección y construcción.
Sí… construcción. Este es el Animal Crossing más ambicioso hasta la fecha, y no sólo puedes crear una basta cantidad de objetos (algunos útiles, otros puramente ornamentales), sino variados elementos de urbanismo que hagan la vida más sencilla a tus vecinos, conectando zonas. Podría ser una simple escalera, pero también un puente o una rampa. Lo mejor es que no todo llega de golpe, sino poco a poco, con la calma suficiente como para que te dé tiempo a asimilarlo todo. Es un factor importante, porque propicia que el juego sea apto para un amplísimo elenco de usuarios.
Tradición mantenida, reinvención contenida
Así es como ves crecer tu isla, desde un asentamiento con cuatro tiendas de campaña mal puestas hasta una villa con casas de construcción firme y un ayuntamiento como Nook manda. Con cada vez más vecinos, tu comunidad crece, el museo gana en opciones, la tienda se actualiza y la variedad jugable se dispara. Es muy satisfactorio. Sin embargo, a veces he sentido que la isla se me quedaba algo pequeña, que no había una gran evolución en cuanto a dimensiones, que Nintendo temía que esto se le fuera de las manos. Así, AC: New Horizons explora nuevos horizontes como su propio nombre indica, pero no se atreve a romper moldes. ¿Era necesario? Aquí es mejor que cada uno saque sus propias conclusiones.
Eso sí, es criticable que, habiendo adoptado una perspectiva tan prudente en términos de diseño, los tiempos de carga sean tan abundantes. Cada vez que entras o sales de un sitio aparece una carga. Fugaz, unos pocos segundos, pero suficiente como para entorpecer el ritmo. Así que no voy a decir que todo fue sobre ruedas, porque el juego presenta aspectos no siempre encantadores, sino ásperos.
Por ejemplo, la rueda de acceso rápido a objetos es desbloqueable con millas (me parece un error que no esté desde el comienzo) y se me hizo algo cuesta arriba tener que estar fabricando palas, hachas y cañas de pescar cada vez que se rompían, lo cual sucedía bastante a menudo. Por otro lado, la personalización inicial de nuestro personaje es escasísima. Además el control no es muy fino en ocasiones, lo cual te lleva a cometer errores, especialmente al cavar. Hay cierto conservadurismo en ciertas cuestiones, como que no se pueda rotar la cámara, algo que sentí que faltaba desde el minuto uno.
La mejor conclusión es que hay elementos, tanto novedosos como clásicos, que no funcionan igual de bien al introducirse o mantenerse tal cual en New Horizons. Sin embargo, hay dos de ellos que me han resultado realmente acertados. El primero es el Nookófono, un dispositivo móvil con el que consultar el programa de millas, las recetas de creación, el mapa… Un todo-en-uno al que se accede con la pulsación de un botón. Magnífico. Desde aquí podemos, por ejemplo, hacer una foto con varios filtros disponibles, o también dibujar para personalizar nuestra ropa. Pero lo mejor está en la opción de acceder a la vertiente multijugador del juego, otro de los grandes reclamos de la obra.
El multijugador es tanto local como online. Debido a limitaciones en el uso de esta versión, nos vemos obligados a dejar el tratamiento de la vertiente online para cuando el juego se ponga a la venta. En lo que respecta al multijugador en la misma consola, admite hasta 4 jugadores en cooperativo dentro de una misma isla (y con un único cartucho). Un usuario adquiere el rol de líder, y el resto le sigue en la partida. Aunar esfuerzos desde esta opción supone uno de los elementos que más valoro del videojuego. Dadas las características de Nintendo Switch, es algo que le sienta fenomenal. Sin embargo, los acompañantes tienen limitaciones importantes: no pueden acceder a su inventario, recoger objetos del suelo, ni tampoco fabricar. Eso sí, todo lo que consigan a través de la pesca, caza de mariposas, etcétera, va al baúl, así que algo ganan con cada partida... aunque sea poco.
Es un título muy agradable a la vista, que no requiere de grandes dosis de detalle
Hablando del potencial de Switch, nos ha permitido recibir un Animal Crossing en alta definición que no resulta nada escaso en términos gráficos, aunque se pueda pensar lo contrario. Son modelados suaves, con animaciones graciosas y una paleta de colores muy bien escogida. Ver los amaneceres y atardeceres, con distintos degradados en el horizonte, es una delicia. Podéis comprobar a través de las imágenes que acompañan al análisis que es un título muy agradable a la vista, que no requiere de grandes dosis de detalle en sus personajes y escenarios, porque Animal Crossing siempre se ha caracterizado por la sencillez conceptual. A pesar de ello, pensad en cómo personajes del estilo de Sócrates, Nook o Canelita se han hecho tan entrañables. Algo tendrán.
Ver el juego en movimiento es igualmente un pequeño ejercicio de relajación. El viento desplaza las hojas de los árboles y las olas se mueven con suavidad sobre la orilla de la playa. Todo se escucha. La música es tenue, simplemente acompaña, y me ha aliviado comprobar que la melodía central cambia conforme avanzas en tu particular aventura. Son pequeños detalles de los que no te das ni cuenta, pero están ahí para hacer más amena tu estancia. Eso es lo que importa.
Es un videojuego cuidado, no cabe duda. Su localización al español es sólo un ejemplo más de los detalles que se pueden encontrar y de su brillante ejecución. No es perfecto, pero he disfrutado mucho durante las últimas semanas… algo que creo que seguiré haciendo. Nintendo ha prometido actualizaciones gratuitas que, en principio, parece que consistirán en la presentación de nuevos personajes. Mantener viva nuestra aldea a través de este contenido postlanzamiento considero que es uno de los grandes retos que tienen los japoneses ahora mismo. Animal Crossing: New Horizons es el escenario ideal, por todo lo que podría mejorar en cuanto a contenidos y eventos especiales de aquí a unos meses. Lo veremos.
Animal Crossing: New Horizons plantea realmente nuevos horizontes dentro de la saga, pero siempre dentro de los límites establecidos, sin riesgos que puedan desbordar el planteamiento accesible por el que siempre se ha caracterizado. Recolección, construcción y personalización son los términos claves de un videojuego con una duración incalculable, que agradece mucho cada hora que le dedicas, con una variedad creciente de planteamientos. Es sin duda el mayor Animal Crossing hasta la fecha, pero también uno que puede plantear el dilema de si los convencionalismos están para romperlos. En este caso, para bien o para mal, la respuesta ha sido que no.
Comprar Animal Crossing: New Horizons- Puro Animal Crossing, ahora más bonito y vivo que nunca
- Las dinámicas de creación y personalización, inéditas y bastante potentes
- El sistema de millas es realmente adictivo: todo un acierto
- El multijugador online y, sobre todo, el local para hasta 8 jugadores
- El enfoque artístico y su plasmación en lo visual: una delicia
- Se nota un cierto conservadurismo tanto en el contenido como en la forma
- Abundantes tiempos de carga que pueden entorpecer el ritmo jugable
- Pequeñas frustraciones con el inventario, el control o la repetición de islas visitadas