El primer Do Not Feed the Monkeys supuso una total sorpresa que nos cogió a más de uno descolocado. Un juego en el que observar unas cámaras y en el que el voyeurismo terminaba dando paso a la interacción indirecta con las personas que estaban al otro lado de los televisores, con escenas completamente disparatadas. El concepto era muy original y utilizaba buena dosis de humor para hacer más natural las locuras que veíamos en pantalla, pero creo que su gran baza fueron las mecánicas de deducción. Había que estar atento a lo que los personajes decían para captar palabras clave que ir buscando y combinando para encontrar más información de quiénes eran nuestras "víctimas". Todo con esa rara, pero interesante premisa de por qué existe una organización dedicada a observar en secreto a las personas. O, mejor dicho, primates.
Do Not Feed the Monkeys 2099 es la clásica secuela. Añade más mecánicas y contenido a la misma idea, que es lo que hacen casi todos los videojuegos. Pero quizá en esta el resultado es un poco menos fresco, precisamente por perder ese factor sorpresa que tanto cautivaba en el original. Aquí ya sabes a lo que vas: hacer crecer tus jaulas (cámaras) a exigencia del consejo mientras lidias con los problemas económicos y mantienes a raya la salud, el hambre y el cansancio.
2099 ha querido complicar un poco más las cosas. Creo que sentía la necesidad de ser algo más que un cambio temporal, ya que ahora la historia se da en el futuro y en otro planeta. Para ello crea más eventos que suceden cada día, más posibilidades de interacción, más aplicaciones en nuestro ordenador y también un dispositivo llamado OmniPal con el que se expande aún más la aventura, con la posibilidad por ejemplo de invertir en bolsa que supone un premio para aquel que esté atento a los detalles y las pistas que lanza el juego para tomar buenas decisiones de inversión.
No des de comer a los monos… ¿o sí?
Y, como digo, mi experiencia con 2099 ha sido menos fresca. Creo que no me imaginaba lo mucho que este juego bebe del desconocimiento del jugador, cuando todo es nuevo e interactuar las primeras veces hace casi que te obsesiones con descubrir las historias que hay detrás de cada cámara importante. Además, tengo la sensación de que 2099 incluye tantas novedades que al principio se puede hacer realmente complejo. No es un juego diseñado para completarlo a la primera, sino que, como si fuera un Darkest Dungeon o algo por el estilo, lo más probable es que fracasemos para empezar otra vez. No con mejoras desbloqueadas en el juego, sino más experiencia como jugadores acumulada para hacer una mejor partida.
Pero son tantas las variables ahora a manejar desde el primer momento que la primera partida puede hacerse algo agobiante. Hay que tratar de investigar las cámaras que tenemos desbloqueadas mientras vamos comprando más, haciéndonos cargo de nuestros pagos, descubriendo las funciones de la tienda y del Omnipal, yendo a trabajar y preocupándonos del hambre, la salud y el cansancio. Y, en vez de complicar el desafío gradualmente, Fictiorama apuesta por una curva invertida que es desafiante, pero también te da poco tiempo para implicarte en el meollo del asunto: encontrar las palabras clave que te permitan descubrir las historias detrás de las cámaras.
Al final, el estudio construye así una gestión en la que nos anima a no ser perfectos. A sacrificar algunas facetas y cámaras del juego en pos de centrarnos en las que podemos abarcar. La única forma de ser más rápidos y eficientes es haber resuelto ya algunos misterios, encontrado las palabras clave y aplicar todo ese conocimiento previo en una nueva partida. Todo esto hace que aunque por su interfaz exclusiva de ratón y gráficos pixelados parezca una aventura de point and click; o por sus barras, tiempo y dinero, un juego de estrategia; Do Not Feed the Monkeys 2099 tenga más alma de roguelike en la que tus habilidades de deducción son las que van evolucionando.
Con todo, creo que el público de Do Not Feed the Monkeys 2099 será, principalmente, aquel que jugó al original y quedó con ganas de más, ya que (aunque rejugable) no era una aventura muy larga y esta ayuda con sus novedades a darle una vuelta al mismo concepto. Pero hay que tener en cuenta que es exactamente eso: el mismo concepto, y también parte del misterio, de ese desconocimiento que nos hacía observar las jaulas de los primates, de esa pequeña crítica a través de la sátira que evocaban estas palabras, se pierda un poco en la secuela. Pero si aún no te has acercado a la experiencia que ofrece Fictiorama con esta saga, es un buen momento para descubrir una obra muy única y personal.
Do Not Feed the Monkeys 2099 es la secuela del juego de deducción y observación que nos pilló por sorpresa hace unos años. Mantiene su esencia original, pero incorpora nuevas mecánicas y contenido que añaden complejidad al desarrollo. En esta ocasión se sitúa la historia en un futuro distante y en otro planeta, introduciendo nuevas posibilidades de interacción, más eventos diarios y aplicaciones en el ordenador del jugador, así como un dispositivo llamado OmniPal que expande la aventura. La abundancia de nuevas características y la rápida curva de dificultad pueden resultar, en ocasiones, abrumadoras, por lo que lo mejor es apostar por una estrategia de priorización, y siendo conscientes de que tendremos que volver a empezar como si de un roguelike se tratara. Aunque la secuela puede perder un poco de la frescura y el misterio del juego original, gustará a los que quedaran con ganas de más y será una experiencia igual de única para los nuevos jugadores.
Comprar Do Not Feed the Monkeys 2099- Una secuela en toda regla, que añade nuevas mecánicas y más complejidad.
- La historia se ubica en el futuro y en otro planeta.
- Introduce más eventos diarios, nuevas aplicaciones y un dispositivo llamado OmniPal.
- Promueve una estrategia de sacrificio y priorización a través de la deducción.
- Mantiene su atractivo a pesar de perder algo de frescura y misterio del original.
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