Creo que es la primera vez que me cruzo con la experiencia de un parque de atracciones frente a la que pueda firmar abiertamente que ahí no entraría ni loco. Y resulta aún más impresionante porque en realidad no se trata de una montaña rusa demencial, o de una caída libre con kilómetros de altura. El invento del averno al que diría que "no, gracias" es un simple tobogán acuático.
El tobogán se llamaba Fly Over y era una de las muchas atracciones del parque acuático Tikibad situado en la ciudad holandesa de Duinrell. En activo desde su apertura en 1994 hasta su cierre en 2010, fue una de las principales atracciones, pero finalmente se cerró porque no se atrevía a entrar. Es fácil comprender por qué.
Un tobogán de pesadilla basado en la ciencia
Lo más curioso de este tobogán no es sólo que vaya hacia arriba en vez de hacia abajo, sino el hecho de que se trata de un túnel que conecta dos piscinas distintas y que, para dar forma a su particular propuesta y que la ciencia haga de las suyas para conseguir que funcione, está completamente cubierto de agua.
Gracias al principio de los vasos comunicantes, que permite que el líquido fluya de una piscina a otra igualando el nivel de agua en ambos recipientes, el agua se desplazaba entre una superficie y otra mientras propulsaba a los valientes que se atrevían a introducirse en él.
El resultado son entre 15 y 20 segundos de inmersión a través de un tubo en el que no tienes la posibilidad de coger aire en ningún momento, y en el que según, cuentan los que lo probaron en su día, la velocidad de la corriente no ayuda a hacer de la experiencia un trago menos angustioso.
De hecho, aseguran que en ciertos momentos de la ascensión te veías obligado a impulsarte con brazos y piernas para evitar tener la sensación de que te estabas quedando parado a mitad de camino. Lo que sin duda nos lleva a la siguiente pregunta. ¿Qué pasaba si alguien se quedaba atascado a mitad de camino?
Fueron los 10 segundos más largos de mi vida
Conscientes del peligro que suponía tener a alguien en pánico, intentando darse la vuelta en medio del tobogán para volver por donde había venido, y por el peligro de ahogamiento que conllevaba, el tobogán gozaba de un sistema de vaciado rápido en el que aparentemente sólo necesitaban cinco segundos para completar el proceso.
"Lo atravesé una vez cuando tenía alrededor de 12 años. No sabía lo que iba a suceder en ese tobogán, no había señales ni nada que te advirtiera al respecto. Al menos no que yo viera. Esos fueron los 10 segundos más largos de mi vida".
Aunque no dudo de la ingeniería alemana, y de la seguridad del parque para no dejar a nadie olvidado en medio de un tubo cubierto de agua, reconozco que la mera idea de meterme ahí y ver que el agua va aún menos rápido de lo que esperaba, hace que se me quiten las ganas de intentarlo.
No es que tenga batofobia, ese miedo irracional a las profundidades que también se despierta cuando no eres capaz de ver el final de una estructura, pero hay tantas cosas que pueden salir mal en un invento así, desde alguien impidiendo el paso hasta una lenta respuesta de los servicios de emergencia, que creo que pese a ser fan de las emociones fuertes, esta la habría pasado por alto sin dudarlo.
Imagen | Doktorlight en Midjourney
En 3DJuegos | Disneyland sumará el equivalente a 34 campos de fútbol tras aprobar la mayor expansión desde su inauguración
En 3DJuegos | El secreto de esta atracción de Disneyland parecen hologramas, pero la clave está en una tecnología con 400 años de historia
Ver 0 comentarios