Lo que las empresas llevan años haciendo con ejércitos de empleados en la India u otros países asiáticos ha evolucionado para convertirse en algo más. No es sólo que las compañías abracen el Borderless Talent para sus contrataciones aprovechando el teletrabajo, es que la Generación Z está impulsando que los empleados hagan lo mismo a base de Shadow Stand-ins para que hagan parte de su trabajo.
Lo que a finales de los 2000 era una parodia en la que las subcontrataciones llegaban al punto en el que se pagaba mano de obra barata hasta para completar las tareas más absurdas, ha terminado superando a la ficción. No es sólo que el trabajo en remoto se esté aprovechando para pagar a amigos o familiares para completar ciertas tareas, es que se está empezando a crear, a base de sustitutos, una suerte de economía sumergida.
La evolución del teletrabajo y la subcontratación invisible
La filosofía lleva años poniéndonos en alerta sobre los peligros que comporta la globalización, avisándonos de cómo todos esos beneficios terminarían despertando no pocos problemas y dilemas morales. Con la llegada de la pandemia y el auge del teletrabajo, esa evolución a gran escala fue nuestra salvación, y superada esa alegría, empieza a dibujar esas finas y cuestionables líneas éticas en forma de subcontrataciones invisibles escondidas tras un anglicismo rimbombante como el de los Shadow Stand-ins que se extienden por Silicon Valley.
Con la Generación Z como principal impulsora, los cuestionados por la práctica creen que no es sólo una forma de trabajar, sino una filosofía profesional tan válida como cualquier otra. En recientes declaraciones una joven trabajadora de una editorial de Chicago lo resumía a la perfección de esta forma: "No veo nada malo en ello, especialmente porque si mi compañía no hace lo posible para mantenerme feliz y sana, entonces esa responsabilidad recae sobre mí".
Lejos de ser un caso aislado, ya hay páginas que ofrecen soporte profesional online y que, desde países como la India o Filipinas, ofrecen ayuda 24 horas para "completar tareas asignadas a tiempo" a quienes tengan "dificultades para terminar el trabajo por su cuenta". Una colección de asistentes virtuales que, también organizados en foros y redes sociales como Linkedin, están dispuestos incluso a completar entrevistas o pruebas de admisión para futuros puestos de teletrabajo o modelos similares.
Frente al "no hacen daño a nadie" en el que es fácil caer, casos como el de un desarrollador Java que se vale de Shadow Stand-ins para mantener sus tres puestos de trabajo empiezan a dibujar esa citada fina línea moral en la que, frente a lo bien que suena el trabajar menos y pisar el corporativismo, está la contrapartida de estar explotando a trabajadores extranjeros.
Su modelo de multitrabajo implica que vive en el sudeste asiático, le dijo a sus jefes que está en Estados Unidos para evitar el salario geográfico, y tiene a trabajadores filipinos completando sus encargos por un precio irrisorio mientras se embolsa tres sueldos norteamericanos. Hecha la ley, hecha la trampa.
Imagen | Koffi2150 en Midjourney
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