Es especialmente curioso que en la llamada Era de la Información, el momento en el que nuestra civilización tiene más opciones para entender el mundo que le rodea, la vida para muchos resulte cada vez más confusa. Con la Generación Z a la cabeza como fuente y receptor de esa avalancha, son varios los estudios que han intentando comprender cómo caemos en todas las trampas, teorías y opiniones que plataformas como TikTok e influencers de gran tamaño comparten a gran escala.
La clave para entender el presente de la Generación Z , según Amanda Montell, reputada escritora de bestsellers como Cultos, y lingüista en revistas como The New York Times y Cosmopolitan, está en algo innato. En la explosión de sesgos cognitivos como el efecto Ikea y el efecto halo que, desde tiempos inmemoriales, controlan nuestra mente de una forma tan inconsciente como efectiva.
La Gen Z y los sesgos cognitivos
Montell recogía en un reciente artículo que, pese a que son trucos mentales que han estado ahí desde siempre y definen nuestra psicología, ahora han chocado con una situación difícil de gestionar: "como los Mentos y la Coca-Cola, nuestros misticismos innatos y la Era de la Información se han combinado explosivamente. El capitalismo, la sobrecarga de datos, y la presión competitiva por saberlo todo bajo el Sol, han chocado con nuestra naturaleza irracional para crear una era violentamente delirante".
Con la intención de buscar ciertos atajos que nos faciliten ese proceso de recabar y digerir cada vez más información, acudimos a sesgos cognitivos que, anclados en nuestra propia supervivencia, a menudo generan más problemas de los que solucionan. La firme confianza en lo que puedan compartir influencers y comentarios de la comunidad, tal y como recogía recientemente un estudio de Google, responde a esos mismos sesgos.
El reducir a esos influencers a una idea anclada en nuestro subconsciente, a menudo atada a nuestra admiración por ellos, su éxito y la persecución de ese mismo futuro, da forma a un efecto halo en el que no sólo obviamos o evitamos los rasgos negativos que puedan derivarse de esa persona, sino que exaltamos sus cualidades hasta el punto de conferirle nuevas o, como se da en este caso, damos por válidas sus afirmaciones sin plantearnos otra alternativa.
Es un problema en el que, por aquello del símbolo de pertenencia, de ser TikTok algo muy suyo que han ayudado a hacer crecer y que parece mantenerse aislado a otras generaciones, se suma también el efecto Ikea. Un sesgo cognitivo que, inspirado en cómo montamos nuestros propios muebles y les damos más valor por haber participado en ese proceso, nos hace percibir lo que se muestra y lo que nos cuentan como algo positivo. El clásico "sin vosotros no sería posible", despierta aún más ese sesgo.
Frente a un problema que ha terminado afectando por igual incluso al mundo de la ciencia, provocando que a mayor conocimiento sobre un tema más intención de reforzar creencias existentes o preconcebidas, la única solución a estas tendencias irracionales e innatas parece limitarse, paradójicamente, a tener información suficiente sobre el problema para saber reconocerlo y poder evitarlo.
Imagen | Thescuba en Midjourney
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