A estas alturas nos puede resultar extraño que una película de la saga Star Wars no logre acumular una buena cifra de millones en taquilla. Sin embargo, en 1977, en el momento del estreno de la primera película de la saga, ni siquiera George Lucas estaba seguro del éxito que tendría. Tanto es así que tenía un Plan B en caso de que la secuela tuviera que producirse con un presupuesto mucho más modesto, como si fuera una auténtica producción de Serie B.
Ahorrando cada dólar
Este Plan B se materializó en forma de novela: El Ojo de la Mente. Esta obra, escrita por Alan Dean Foster y publicada en 1978, fue concebida como la primera secuela oficial de Star Wars, incluso antes del estreno de El Imperio contraataca. En esta novela, Luke Skywalker y la Princesa Leia se embarcan en una aventura en el planeta Mimban en busca de un cristal misterioso que amplifica las habilidades de la Fuerza. Una historia mucho más contenida que quería ahorrarle a Lucas realizar una gran inversión en la producción.
Pero el éxito abrumador de lo que luego se conocería como Episodio IV: Una Nueva Esperanza supuso una generosa inyección de millones en la cuenta bancaria de Lucas, lo que se tradujo en el incremento en el presupuesto para el desarrollo de la siguiente película. De ahí que George Lucas desechara su primera y más modesta idea. La historia se licenció para convertirse en una novela independiente que continuaba la primera película mientra saque Luca se centraba en dar forma a El Imperio Contraataca tal como lo conocemos hoy. Aunque El Ojo de la Mente no se considera canon dentro del universo de Star Wars, algunas de sus ideas y conceptos han terminado influyendo en productos posteriores de la saga, como las series de animación y la película en solitario de Han Solo.
En una entrevista reciente con Alan Dean Foster, el autor de la novela, explicó cómo se planteó la escritura de El Ojo de la Mente con el objetivo de gastar el menor dinero posible. Esto se reflejó en la reducción del número de localizaciones, centrándose en bosques llenos de niebla y cavernas, y olvidándose de complicadas tomas de efectos especiales repletas de naves espaciales. Uno de los detalles más llamativos es la drástica reducción de personajes, incluyendo la ausencia de Han Solo. En el momento de escribir la historia, Harrison Ford aún no había firmado su contrato para una segunda película de Star Wars, lo que llevó a su exclusión de la trama por si no podían contar con su presencia en pantalla.
Además, Foster menciona que su contacto con Lucas durante el proceso de escritura fue mínimo, lo que le permitió una libertad creativa considerable y delatando que incluso en aquel momento aquella historia se convertía en una producto completamente secundario para el creador de la franquicia Star Wars. Aunque El Ojo de la Mente no llegó a la gran pantalla, su influencia perdura en la franquicia hasta el día de hoy y algunas de sus ideas han ido calando y apareciendo poco a poco en proyectos actuales de Star Wars, como las series de animación.
Los extraños y pequeños añadidos a la mitología galáctica que aparecen en esta historia, como ciertas particularidad del funcionamiento de La Fuerza, la convierten en una pieza rarísima de la mitología de Star Wars, también es una de las historias más queridas por los fans de Star Wars precisamente por su singularidad.
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