Aunque está lejos de ser uno de sus proyectos más conocidos, Google y su empresa matriz, Alphabet, cuentan con un equipo de especialistas en seguridad llamado Jigsaw. Su papel es patrullar internet para combatir la desinformación, el reclutamiento para causas más que cuestionables, y la incitación al odio, y para conseguirlo se han acercado al grupo que más tiempo pasa en internet: la Generación Z. Lo que han descubierto con su investigación es un problema que puede terminar salpicándonos a todos.
Tras dos años estudiando los hábitos de la Generación Z y el uso que le da a internet, lo que más les ha llamado la atención es que pasan la mayor tiempo de su tiempo en lo que ellos mismos denominan modo Timepass, una búsqueda constante de entretenimiento para evitar el aburrimiento en el que las noticias reales se mezclan con las falsas y los memes. Dicen saber distinguir entre unos y otros, pero lo preocupante es que no les importa lo más mínimo.
La Gen Z sólo confía en influencers y comentarios
La clave está en que la fuente de la información que les llega no les resulta relevante. Da igual si procede de un medio de reconocido prestigio o un foro de internet, lo que marca la línea entre lo cierto y lo falso no está en esas etiquetas, sino en la "heurística popular de la credibilidad". No es una cuestión de pereza o falta de inteligencia, pero se han acostumbrado a que la primera reacción que encuentren a esa misma noticia tenga muchos números de convertirse en sentencia.
Pese a todos los problemas que los bots de redes sociales han generado en ese sentido, el estudio de Jigsaw asegura que sólo harán caso a lo que opinen los influencers que consideran afines a sus gustos o pensamientos y, sobre todo, en lo que los comentarios puedan decir sobre ello. De hecho, es bastante común que salten de los titulares a los comentarios directamente.
Ni leen artículos largos ni se fían de medios que contengan anuncios, y huyen como de la peste de cualquier medio con muros de pago o pop-ups pidiendo suscripciones. Dejan en manos de los algoritmos que ellos mismos han trabajado el filtrado del contenido que les llega, lo que además de limitar notablemente la diversidad de ideas que puede enriquecerles, hace que sean mucho más propensos a caer en una espiral de autocomplacencia fácil de manipular.
Imagen | Bedanielinit en Midjourney
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