Si la historia de Juego de Tronos está basada en el conflicto inglés entre la Casa de York y la de Lancaster de la Guerra de las Dos Rosas, para dar forma a Fuego y Sangre, la recopilación de historias sobre los reyes y reinas Targaryen que se han convertido en la serie La Casa del Dragón, la inspiración de George R. R. Martin se remonta a la guerra de la Anarquía del siglo XII.
En concreto, a las hazañas y penurias sufridas por la emperatriz Matilde, que como en el caso de Rhaenyra Targaryen debía convertirse en Reina de Inglaterra tras la muerte de su padre, pero cuyo legítimo derecho fue torpedeado por una Iglesia católica y una población que no querían ver a una mujer gobernando tierras inglesas.
La guerra que inspiró la Casa del Dragón
Pese a ser enviada a Italia para casarse con Enrique V y reinar allí, un 25 de noviembre del año 1120 cambiaría su historia para siempre. Fue el día que su hermano, Guillermo Adelin, perdería la vida junto a otros condes y personalidades de la época en el desastre del Barco Blanco. Un hundimiento del que se desconocen las causas, pero que se cobró al único hijo legítimo del rey Enrique I de Inglaterra.
Tras la muerte de su marido, su padre hizo que viajara a Normandía para casarla con Godofredo de Anjou en busca de una alianza que, con su hijo fuera de la ecuación, garantizara el reinado de Matilde. Sin embargo, pese a obligar a su corte a jurar lealtad hacia ella, cuando Enrique I murió en 1135, el reino entró en una guerra conocida como la Anarquía.
Por un lado estaba Matilde, la legítima heredera del trono de la que renegaban tanto el pueblo como parte de la corte. Por el otro, Esteban de Blois, primo de Matilde que había sobrevivido a la tragedia del Barco Blanco tras ceder el viaje a su hijo poco antes de su salida, y que con la ayuda de la iglesia se declaró rey de Inglaterra aquél mismo año.
En 1139, tras una batalla entre ambos por el control de Normandía, Matilde capturó a Esteban y viajó a Westminster para ser coronada, pero un tumulto en el que una turba se oponía a la celebración terminó con la captura por parte de los simpatizantes de Esteban de Roberto de Gloucester, hermano bastardo de Matilde.
Para liberarlo, Matilde lo intercambió por Esteban, lo que provocó que fuese encerrada en el castillo de Oxford, de donde terminaría escapando descendiendo por una ventana con una cuerda hecha a base de sábanas, para poco después huir patinando por el Támesis helado. Matilde tuvo que esperar hasta 1154 para, finalmente, ver coronado a su hijo como legítimo heredero al trono, a quien proporcionó asesoramiento político hasta su muerte en 1167.
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