En la introducción de The Callisto Protocol hay un momento en que la imagen que vemos se abre hasta darnos cuenta de que estamos viendo un monitor, el cual están mirando los personajes. En este caso, nuestro protagonista Jacob Lee y su compañero Max. Es un recurso fácilmente identificable pues el equipo de Glenn Schofield ya lo utilizó en el primer Dead Space. El hecho de que esté de vuelta en su nueva obra de terror espacial, alejada de Electronic Arts, es casi una declaración de intenciones: "podéis tener la marca, pero el espíritu es nuestro".
En cierto modo, solo me ha hecho falta jugar unas horas a la obra de Striking Distance para darme cuenta de ello. Al final del viaje no hay género de duda. Y no por la multitud de semejanzas entre los dos títulos, no por el hecho de volver al terror espacial con monstruos, a la visceralidad, al combate directo, pero táctico o incluso al pisotón. Hay algo que se respira en él a cada paso que da, la manera que tiene de conseguir que dudes de cada sombra y de cada nuevo pasillo, que recuerda inexorablemente a ese otro estudio desmantelado llamado Visceral Games.
Como digo en el título, hay cosas de este juego que me han gustado más que Dead Space y otras que no. Pese a sus semejanzas, Callisto quiere tener también su propia esencia. Mucha de ella tiene que ver con un combate que busca no depender absolutamente de las armas, mientras que quiere seguir siendo algo táctico en su aproximación. Así, para enfrentarse a esta nueva amenaza en la luna de Calisto, Jacob Lee no solo depende de su arsenal de fuego, también tendrá que hacer uso del combate cuerpo a cuerpo y del G.R.P., un dispositivo anti-gravitatorio que atrae y expulsa objetos... y enemigos.
Lo que más me ha cautivado de este sistema de combate es su ambivalencia. El juego está constantemente preguntando al jugador cuál es la mejor estrategia a tomar. Para ello, debes ser muy consciente de tu inventario. ¿Tienes mucha munición? Ya sabes qué hacer. ¿Tienes muchos medkits? Quizá deberías arriesgar un poco más y ahorrar otros recursos. ¿Tienes, por el contrario, suficiente energía en tu guante G.R.P.? Es el momento de usarlo. No hay nada más castigador en The Callisto Protocol que haber derrochado munición para luego ver una pared de pinchos un poco más adelante y darse cuenta de que podías haber solucionado el conflicto con dos empujones de tu guante.
Lo que más me ha cautivado del sistema de combate es su ambivalencia
Aquel que entienda la correcta administración de recursos será recompensado, porque aquí el inventario es muy, muy limitado. Sobre todo al principio de la aventura, tendrás que hacer verdaderas cabriolas para llevar los mejores objetos y, aun así, tendrás que hacer sacrificios y dejar munición o botiquines por el camino que no puedes cargar contigo. Si pretendes ser tan eficiente u obsesivo como yo, podrás dejarlos en el suelo y volver a por ellos, pero corres el riesgo de que el juego pierda ritmo hasta límites insospechados que me han recordado la tediosa gestión de inventario de Resident Evil 0.
Esta dinámica de combate se mantiene interesante hasta el final, pues no solo sirve para gestionar tus recursos, sino para jugar con las distancias. Créeme cuando te digo que habrá ocasiones en que quieres al enemigo cerca, quizá porque lanza escupitajos venenosos, quizá porque así te da tiempo a despacharlo antes de que venga el siguiente. Es el momento de usar tu porra eléctrica que, si bien es básica en cuanto a su ataque, se combina con un sistema de esquives algo complicado de dominar a la perfección, pero que acelera el corazón en cada enfrentamiento. Otras veces, querrás al enemigo lejos, porque sabes que puede acabar con tu vida de un solo golpe si se acerca demasiado. Hora, de nuevo, de usar el guante. Aquí, por cierto, no hay cortadora de plasma ni mecánica de cortar extremidades a los enemigos, pero se sustituye por una serie de tentáculos en el enemigo que hay que disparar antes de que se transformen en otro tipo de criatura más poderosa. Esta es la grandeza de este juego: todo el rato te está haciendo preguntas, y espera que las respondas en cuestión de segundos.
El mayor monstruo de The Callisto Protocol
Claro que no todo es perfecto. En The Callisto Protocol hay otro tipo de monstruo que poco a poco va asomando los dientes. Aparece en el momento en que te das cuenta de que esos pasillos tan trabajados y tan siniestros no van a abrirse nunca. El diseño de Striking Distance es particularmente cerrado. Diría que propio de otra generación, pero es que Dead Space es muchísimo más abierto en comparación. En la obra de Visceral, podíamos llegar a perdernos un poco, explorar salas opcionales y encontrar recursos (y sustos) extra. Lo que no varía es la estación para el desarrollo del arsenal: tanto nuestra porra eléctrica como las distintas armas de fuego pueden ser mejoradas hasta llegar a desbloquear alguna habilidad especial. Eso sí, nada de mejora del traje de Jacob, una vez lo consigues.
El diseño de niveles tan cerrado creo que merma la sensación de estar perdido y no saber si estás cogiendo el camino adecuado
Este diseño de niveles tan cerrado creo que merma la sensación de estar perdido y no saber si estás cogiendo el camino adecuado. Sí, hay algún momento puntual en que el camino se bifurca y también dos o tres salas secretas, pero la sensación de que sus niveles no son demasiado complejos no desaparece. Es más, se acrecenta por el uso y abuso de otro tipo de pasillos más estrechos, esos momentos que nuestro personaje se tiene que deslizar lentamente entre tuberías para que al juego le dé tiempo a cargar, que pueden ser desesperantes por la cantidad de veces que aparecen. Incluso viniendo de un juego como God of War Ragnarok, que también tiene su ración de pasillos estrechos, lo de Callisto en ocasiones es desesperante y diría incluso que injustificado.
Creo que es otro juego al que la intergeneracionalidad le pasa factura. Se ve realmente bien, algunos de sus entornos son perfectos, con la luz adecuada para incidir en esa especie de belleza terrorífica espacial que muy pocos son capaces de conseguir. Se le nota, además, que quiere hacer muchos malabares, utilizando buena parte del procesamiento para las físicas, para cuerpos de enemigos que no desaparecen y pueden ser pisoteados a discreción, o una tecnología sonora magnífica.
The Callisto Protocol se escucha realmente bien. Si hay un juego que tienes que jugar con cascos, es este. Era otra de las señas de identidad de Dead Space: notar cómo estas criaturas se arrastran por las tuberías por todos lados para aparecer en el conducto a tu espalda y darte un buen susto. El sonido 3D mejora esta sensación y es fantástico (y terrorífico) poder identificar las fuentes sonoras.
He jugado en modo Rendimiento casi todo el tiempo y he agradecido la suavidad extra en contraposición al modo Calidad
Con todo, se nota cómo el juego se ve un poco arrastrado por la anterior generación en algunas zonas y con algunos materiales, pero siempre se reserva su espacio para la espectacularidad y para una cámara que a veces parece decantarse por el plano secuencia a lo GOW, pero sin recelos en cortar cuando es necesario. He jugado a la versión de PS5 en modo Rendimiento casi todo el tiempo y he agradecido la suavidad extra en contraposición al modo Calidad, que aumenta la resolución a costa de los 30 frames por segundo. Eso sí, hay bajones de frames que lo alejan de la perfección. He sufrido incluso momentos que esos sí que eran terroríficos, y que por suerte parecen haberse subsanado con los últimos parches. En cuanto tengamos oportunidad probaremos también las versiones de Xbox y PC, que especialmente esta última presenta en estos momentos un apartado técnico mucho más irregular con una desastrosa versión de The Callisto Ptotocol en PC.
Siguiendo el protocolo: la luna de Calisto
La trama es sencilla. No esperes en The Callisto Protocol algo que se salga de la norma. A medida que la iba descubriendo, siempre era exactamente lo primero que imaginaba que iba a pasar. Sigue con una estructura clásica, con grabaciones que encuentras, algunas más interesantes que otras. Aun así, es disfrutable porque creo que, como jugador, no valoraba tanto lo que pasaba como el contexto para ambientar cada escenario. Nuestra lucha por la supervivencia se encarna en Jacob Lee; un transportista que, por circunstancias que no es necesario profundizar, termina como prisionero en la cárcel de máxima seguridad Ferronegro. No durará mucho su cautiverio, pues la cárcel se ve asolada por estas criaturas llamadas biófagos que están afectando y acabando con la poca vida de la luna.
El viaje por Calisto ha sido bastante clásico, pero, curiosamente, lo he agradecido. Ante la ambición del videojuego moderno, que avasalla en contenido y siempre quiere ser más grande que su estructura central, se aprecia jugar a algo que sabe lo que hace bien y se ciñe únicamente a ello. Los biófagos asustan porque son injustos. Aparecen en tu cara, saltan de los armarios, de los conductos de ventilación y del techo sin previo aviso. Te quitarán vida por puro desconocimiento del script y me parece bien porque aquí no vienes a jugar partidas perfectas, sino a ajustarte a las circunstancias, sobrevivir... y morir muchas veces.
Pero, ¿da miedo? Es difícil responder, porque cada uno tenemos resortes diferentes
Pero, ¿da miedo? Es difícil responder, porque cada uno tenemos resortes diferentes. Yo no he sufrido tanta incomodidad por no querer avanzar como tensión a cada paso y algunos "jump scares" con los que es difícil no soltar un respingo. Curiosamente, algunas decisiones de diseño tienen su parte negativa, pero también positiva. El combate cuerpo a cuerpo es algo impreciso, por ejemplo. No siempre sabes cuándo contraatacar y eso, aunque sea cuestionable, genera a su vez una cierta tensión. El juego no es excesivamente difícil en dificultad normal, pero hay ciertos picos y enemigos que te harán repetir zonas una y otra vez. Jacob, además, no es un personaje muy rápido. Tanto, que a veces desespera. El cambio de arma o la cura son animaciones increíblemente lentas. Esto hace que sea prácticamente imposible ejecutarlas en mitad del combate, lo cual genera mucha presión cuando la munición y la vida escasea, pero también limita las posibilidades del combate. Lo mismo ocurre con los puntos de control. A veces son largos y logra que vayamos con cautela por si morimos, pero, si lo hacemos, podemos sufrir el tedio de tener que volver a recoger todos los objetos del escenario o hacer nuevamente las compras y modificaciones.
Con la aventura completada en unas 15 horas, me queda claro que The Callisto Protocol es algo más que un homenaje a Dead Space. Es un juego con carácter propio que produce sensaciones similares. Pero también creo que Striking Distance ha reconocido sus limitaciones, tanto del estudio como del hardware. Pese a ser más espectacular, que es normal pues es un juego más moderno, también se ve claramente reducido su alcance. El diseño de niveles no termina de retorcerse lo suficiente para enfatizar el terror y los enemigos son algo escasos... más aún los jefes finales, que brillan por su ausencia. ¿Producto de la generación pasada que arrastra? ¿De la pandemia? ¿De ser un estudio más pequeño? No importa tanto cuando el resto es tan disfrutable. Puede que en el espacio nadie oiga tus gritos, pero en esta luna perdida de Júpiter sí que se oyen. Y bien fuerte.
The Callisto Protocol cumple con lo esperado. Ofrece sensaciones muy similares a las que producía Dead Space, pero con un carácter propio que se deja notar, sobre todo, en el combate. Mezcla las armas de fuego con mecánicas cuerpo a cuerpo y el guante anti-gravitatorio, que añaden tensión y que obliga al jugador a buscar respuestas rápidas y estratégicas. No todo es perfecto. Aunque me gustan mucho los juegos lineales, Callisto pierde muchas oportunidades de bifurcar más el escenario para enfatizar la sensación de estar perdido y encontrar un peligro en cada esquina. Se notan, además, limitaciones por el hardware intergeneracional y el tamaño del estudio en la carga de niveles mediante pasillos estrechos y la ausencia de combates especiales contra jefes. Con todo, la experiencia es muy recomendable. Luchando no solo contra criaturas terroríficas, sino contra las tendencias del juego moderno, The Callisto Protocol apuesta por hacer menos cosas, pero hacerlas muy bien.
Comprar The Callisto Protocol- Una experiencia de terror clásica. Recuerda a Dead Space, pero con su propio estilo.
- Jacob Lee es encarcelado en la prisión Ferronegro en medio de una terrorífica plaga de la que deberá escapar.
- La mezcla de combate a distancia y cuerpo a cuerpo puede generar dudas al principio, pero funciona.
- Tiene sus momentos espectaculares y muy bien ambientados, sobre todo a nivel sonoro.
- Hay limitaciones en el diseño de niveles, cargas camufladas y escasez de jefes finales.
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