Jugar al remake de Persona 3 después de tanto tiempo desde el original me hizo recordar un montón de partes del mismo que quizá tenía algo más olvidadas debido al shock que puede producir su final. Y es que soy de aquellos que piensan que el final de este juego consiguió algo que no estoy seguro de si volveremos a ver repetido en otros juegos de la saga. Pero hoy no estoy aquí para hablar de eso, sino de otra de las pequeñas grandes historias que esconde el juego y que me hizo llorar como una magdalena cuando la volvía a jugar en este remake.
Esta historia no pertenece a la campaña principal, pero entiendo que algunos jugadores quieran descubrirla por sí mismos. Así que, antes de entrar en harina y contar el final de la misma, primero explicaré su planteamiento. A lo largo del juego, podemos establecer social links con muchos personajes, tanto compañeros de clase como otros habitantes que encontraremos en las distintas localizaciones. En uno de nuestros paseos conoceremos a un joven melancólico llamado Akinari Kamiki.
"Es lo que uno hace por los demás lo que hace que esta vida tenga sentido"
Al hablar en un par de ocasiones con él, el joven nos revela lo que le ocurre realmente: tiene una enfermedad terminal y no le queda mucho tiempo de vida. Esto no es del todo sorprendente en el mundo de Persona 3, ya que el juego tiene una relación intrínseca con la muerte. Prácticamente todos los personajes que conoces se han enfrentado a ella de una manera u otra, normalmente con la pérdida de un familiar o un ser querido. Pero el caso de Akinari es más directo: se enfrenta a su propia mortalidad y, sobre todo, en alguien tan joven.
El social link más duro de todos
Ahora sí voy a desarrollar un poco su social link, porque de verdad que es admirable lo que consiguió aquí el P-Studio. Tratar una condición así en poco más de 10 pequeños encuentros no es tarea fácil. Akinari intenta encontrar el sentido de la vida y de su muerte. Para ello, se refugia en el arte; concretamente, tratando de escribir una fábula sobre lo que significa nuestro paso por este mundo. Encontrar un buen final para su cuento es muy importante para él, casi un elemento catártico que le ayude, a su vez, a aceptar su condición.
Leer sus líneas es extremadamente duro, no solo porque sabemos lo que va a ocurrir, sino por cómo Akinari lo explica. Hay ocasiones que no tiene fuerza siquiera para moverse. En cierto momento, decide incluso dejar de tomar la medicación porque no puede concentrarse para terminar el cuento, su alegoría sobre un cocodrilo rosa. Akinari logra terminar el cuento y encuentra su final, que le sirve como conclusión a su propia existencia: es lo que uno hace por los demás lo que hace que esta vida tenga sentido.
En la última fase de su social link, el banco donde nos reunimos con Akinari está vacío. Se nos aproxima una mujer: su madre. Nos dice lo que ya intuimos: el joven ha muerto. De seguir vivo, habría cumplido los 20 años ese día. El diálogo de la madre es demoledor. Es, en cierto sentido, triste y esperanzador al mismo tiempo y a mí esta vez me dejó para el arrastre (supongo que más afectado aún siendo ahora padre que cuando lo jugué en su momento). Ella nos dice que Akinari tenía una enfermedad genética. Desde que nació, los médicos sabían que no llegaría a vivir mucho tiempo.
Antes de morir, Akinari le dice a su madre: "Siento haber traído tanto dolor a tu vida. Me alegro de haber nacido y de haber sido tu hijo. Gracias por la vida que me has dado". Entonces la madre recuerda la alegría de haberle tenido en brazos, su primera sonrisa, escucharle respirar mientras dormía... Para ella, cada día que pasó con él fue un regalo. Y os aseguro que eso es lo que significa ser padre o madre: es un regalo constante, incluso aunque sea duro en ocasiones.
Antes de marchar, la madre de Akinari nos pregunta si logró terminar la historia. Le decimos que así fue, y ahí acaba esta pequeña escena. ¿O no? En Persona 4, mientras fortalecemos nuestra relación con Kanji Tatsumi, él menciona la historia del cocodrilo rosa. El cuento se llegó a publicar y, con ello, la vida y la muerte de Akinari logró tocar a otras personas. Exactamente lo único que él había deseado.
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