En una de las escenas más icónicas de los célebres Hermanos Marx, de esas que hemos vistas repetidas en televisión decenas de ocasiones incluso quienes no nos hemos acercado a la filmografía de Groucho y compañía, este último toma el pulso de un hombre y dice "o este hombre ha muerto o mi reloj se ha parado". La idea tiene aún más gracia si te paras a pensar en el revolucionario invento que hizo uno de sus hermanos.
Tras grabar cinco películas y percatarse de que tal vez lo de la comedia y salir en pantalla no era lo suyo, Zeppo Marx, el menor de los cinco hermanos, abandonó el grupo para dedicarse a lo que realmente le apasionaba, el mundo de la ingeniería. En 1941, ocho años después de su última intervención en la mítica Sopa de ganso, Zeppo fundaba la empresa Marman Products para dedicarse al diseño y fabricación de piezas armamentísticas.
Los enganches con los que se soltó la bomba de Hiroshima, de hecho, eran suyos, pero recordad que hemos venido a hablar de salvar vidas, no de segarlas, así que toca saltar unos cuantos años hacia el futuro. En concreto hasta 1967, cuando Zeppo Marx patenta el monitor de pulso cardíaco con fines médicos.
Con forma de reloj de pulsera, el dispositivo utilizaba un motor eléctrico conectado a un circuito que se accionaba con el pulso de la muñeca para controlar un imán. En caso de una frecuencia más baja o alta de lo normal se altera el giro del imán y, además de mostrar con un código de colores las variaciones, también activa una alarma que alerta al usuario del cambio en su ritmo cardíaco.
10 años después de la creación de la patente, la compañía finlandesa Polar Electro recuperó la idea, pero lejos de llevarla hacia el campo médico, desarrolló un pulsómetro de dedo basado en la misma idea para mantener controlado el pulso de los atletas y, con el paso del tiempo, el sistema evolucionó lo suficiente hasta alcanzar nuestras muñecas en forma de pulseras y relojes inteligentes como los que utilizamos para medir nuestro ritmo cardíaco cuando hacemos deporte.
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