Hubo una época en que era un auténtico forofo del fútbol. Consumía todo lo que tenía que ver con este deporte, da igual que fueran los episodios televisivos de Captain Tsubasa, los cromos de la liga o los partidos emitidos por Canal Plus todos los domingos. ¡Qué tiempos! Y claro, en la ecuación no podían faltar los videojuegos. Eran tiempos en que venía de probar un montón de títulos, desde el Emilio Butragueño de Spectrum, pasando por World Cup de NES hasta el fabuloso Super Sidekicks de los salones recreativos.
Pero en casa tenía ya mi flamante Nintendo 64 y tocaba estrenar el deporte rey con un juego a la altura. Realmente no había mucho donde elegir. Tuve la ocasión de probar FIFA 64 y fue una auténtica decepción, pero casualmente unos meses después llegó el genial ISS 64 de Konami. Había leído excelentes críticas en las revistas impresas de la época, y además ya había probado los International Superstar Soccer de SNES. Sabía la calidad de la propuesta, así que fui directo a la tienda con lo único que me separaba de la gloria: 13.490 pesetas.
El juego de fútbol de Nintendo 64 de los 140 euros
Debido a que peino canas, deciros que en el año 1997 me gasté "trece mil pelas" en un videojuego no os aportará mucho, pero si uso el conversor (inflación ajustada) y os digo que fueron unos 140 euros actuales, seguro que la cosa cambia. Era un importante porcentaje de un sueldo de la época. Pero no os escandalicéis, era lo habitual. Es más, no en pocas ocasiones se daba el caso de que una consola, al acabar su ciclo de vida, podía costar menos que un videojuego de lanzamiento. Una locura.
Pero ya os adelanto que, a pesar del precio que tuve que pagar, la experiencia mereció la pena. Exprimía los juegos al máximo. De hecho, no sé cuántas horas pude echarle. Llegué al punto de que me resultaba imposible perder un partido, daba igual que escogiese a Gales para enfrentarme contra la todopoderosa Brasil. Curiosamente, lo que tenía que haber visto como un defecto, simplemente lo consideré dentro de la lógica de que había fulminado el juego. Y aunque no tuviese más reto que ofrecerme, por alguna razón lo seguía jugando.
¿Y por qué llegué hasta ese punto? Pues porque era un juego impresionante. Nunca antes había visto algo así en un título deportivo. La ambientación de los encuentros era sensacional, emulando las retransmisiones televisivas, con un ángulo de cámara y seguimiento de las jugadas muy similar. Los sonidos en la grada eran soberbios y un detalle que me encantaba eran las sombras de los jugadores proyectadas en múltiples ángulos por los focos de luz. Sí, una tontería que está en todos los juegos de hoy en día, pero que antes era difícil de ver.
Aunque lo mejor era su jugabilidad. El control era exquisito, preciso y muy arcade, con una respuesta genial. Podías hacer pases al hueco, elevados, paredes y hasta amagos. Los lanzamientos de falta funcionaban bien y hasta los penaltis eran interesantes de ejecutar. Para ser un juego de fútbol, era completísimo. Es más, al plantear tu alineación o hacer sustituciones, debías tener en cuenta el estado de forma de tus jugadores (que se representaba con un emoticono).
Su fallo más notorio era el relativo a las licencias. Solo se incorporaban 36 equipos nacionales. No tenía clubes ni nombres oficiales de los futbolistas, aunque era posible editarlos a mano… ¡y aquí tenéis a uno que lo hizo! Eso sí, necesitabas una tarjeta de memoria y el proceso era bastante farragoso. No obstante, era eso o nada. Pero a mí me compensaba. El fútbol de Konami me resultaba más apasionante que el de Electronic Arts, muy a pesar de que me perdiera jugar con el Real Madrid o el FC Barcelona.
Aún conservo el juego, que venía en las habituales cajas de cartón de la época
La pregunta es: ¿mereció la pena pagar 140 euros por un videojuego? La respuesta es que sí. Era un pastizal, pero vivía en una época en que no tenías muchos juegos a tu alcance. Nada de Game Pass o PlayStation Plus, así que los juegos que se ponían a tiro, los exprimías al cien por cien. Desde ese punto de vista, le metí una elevadísima cantidad de horas al cartucho y lo rentabilicé muchísimo. De hecho, fue el título de fútbol que más me sorprendió en su momento, con aspectos que se podrían considerar revolucionarios.
Puede que hoy en día resulte escandalosa esta perspectiva, pero era la norma. Tampoco había tantos lanzamientos como ahora, y no tenías tanto donde elegir, así que simplemente afrontabas la realidad. ¿Qué piensas sobre ello? ¿Viviste aquella época? ¿Tienes experiencia con algún juego de precio elevado que te haya compensado adquirir... o que te haya decepcionado? Cuéntanos en los comentarios.
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