Siempre me ha gustado la conducción. Más las sensaciones de conducir que el acto de hacerlo por una vía pública, que en mi caso en Madrid, es posible que sea de las cosas que más me estresan. Al menos cuando me dejaban, porque ahora ni eso. Mi coche es un humilde Peugeot que ya no pasa el corte. Por mi trabajo, por suerte he tenido oportunidades bastante increíbles, como conducir por el Circuit de Catalunya o derrapar en circuitos de hielo por un lago helado. Os podéis imaginar que es la noche y el día en comparación con ir con mi Peugeot en un atasco. Así de diferente se siente este Logitech G Pro Racing Wheel.
Y no tenía, o al menos no consideraba que tuviera, un mal volante. Un estoico Thrustmaster T300 RS que me aguanta desde la anterior generación en su edición que salió para GT Sport, perfectamente compatible con PS5. Pero qué queréis que os diga, la experiencia con el G Pro es la misma que cuando te dejan una buena máquina. Todo es igual y todo es distinto. Jugando ahora a Gran Turismo 7 junto a las PS VR 2 y este volante casi parece otro juego.
Lo primero que noté es el peso. Aparatoso de instalar, sí, pero ahí terminan las desventajas, porque cuando lo enganchas a tu mesa es tan robusto e inamovible como el volante de tu coche. Tiene un gancho particular, con una pieza que se incorpora mediante un gancho extraíble, a diferencia del gato tradicional. Cínico de mí, pensé que era imposible que eso sujetara igual de bien que una pieza adherida. Menuda sorpresa. Ni en las condiciones más agresivas se movió un milímetro. Esto... ¿He mencionado ya que este volante cuesta casi 1100 euros? Porque quizá deberíamos empezar por ahí.
Volante Pro Racing Wheel
El mejor volante... si puedes pagarlo
1100 euros de volante y 400 de pedales. Mi último coche lo vendí de segunda mano por menos. Pero qué volante y qué pedales. El Trustforce de Logitech no es una novedad, el G923 a un precio más asequible ya lo incorpora, pero es la primera vez que lo pruebo y las sensaciones de esta vibración háptica son impresionantes. Cuesta volver al frugal Thrustmaster. Lo mismo ocurre con sus 11 Newton metros de force feedback, que lo colocan por encima de titanes como el Fanatec DD Pro, por ejemplo. Materiales de gran calidad, tanto en el panel como en el recubrimiento, y un diámetro mayor en la rueda que lo hacen más realista.
La única pega que tiene este G Pro es el precio
Su panel desecha la clásica cruceta incorporada del mando tradicional. Lo sustituye todo por un pequeño joystick (muy mono) y ruedas con el que controlar todas las opciones. Está bien, porque todo queda muy a mano incluso sin mirarlo, algo que es muy útil para cuando llevas además las PS VR 2 en la cabeza que no te dejan mirarlo. Quizá el botón de opciones para estos casos queda demasiado abajo, y además te pierdes el pequeño panel OLED que incorpora. Una pequeña y útil pijada, que estás pagando 1100 euros. Aquí puedes comprobar con exactitud la presión de cada uno de los pedales, pero también cambiarlo por otras opciones como las marchas, la velocidad, así como ajustar opciones de force feedback o la vibración.
Sí, el volante se lleva la palma, pero tengo que hablar de los pedales, porque esto sí que ha sido una gran diferencia con los que ya tenía. Normal, si todo mi volante cuesta menos que los pedales solo. El gran protagonista vuelve a ser el peso. El problema que tengo con los míos es que necesito encajarlos contra algún tope para que no se escurran ya que al presionar fuerte los pedales siempre se movían del suelo, y no dispongo de ningún soporte que ayude. Con los pedales del G Pro no he tenido ningún problema. Son como una roca que no se va a mover por mucho que pises.
Volante De Carreras PRO Para PlayStation, Xbox, PC
No solo son sólidos, aunque de plástico, ojo, sino que su sensibilidad es perfecta en el acelerador, suave en el embrague y durísimo en el freno. Aunque es lo ideal, me ha costado acostumbrarme viniendo de otro juego de pedales. El freno ofrece una resistencia brutal construida no solo para medir la fuerza que imprimes, sino también la rapidez y la presión con la que lo pisas. Le das la vuelta al cacharro y ves la obra de ingeniería. Cada pedal en su raíl, perfectamente modificable para configurar las distancias o incluso deshacerte del embrague si crees que no lo necesitas. Los cables están tan obsesivamente ordenados que hasta te costará un poco conectarlo la primera vez.
¿Sabéis cuál fue el único problema cuando me dejaron esos cochazos en la vida real? Tener que devolverlos. De repente habías probado algo que estaba por encima de tus posibilidades para que luego te lo arrebataran impunemente. Y claro, eso crea una necesidad y un agravio comparativo que antes no existía al volver a tu Peugeot y a tu volante de videojuegos. Porque la única pega que tiene este G Pro es el precio y que lo tengo que devolver. Voy a echar de menos ese peso, esa robustez, esa sensibilidad y esa vibración háptica. Si tú te lo puedes permitir, oficialmente te tengo mucha envidia.
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