Sería fácil caer en el tópico de espetar con desdén aquello de "hombres…" cada vez que vemos a dos machos cabríos estamparse los cuernos en medio de una montaña como si quisieran reventar a su rival con la próxima embestida. Tal y como ha demostrado la ciencia, todos esos majestuosos cuernos, astas y colmillos que vemos entre antílopes y paquidermos, en realidad son parte de esa masculinidad. Y tal y como refleja este estudio, el tópico de las hembras va muy a la par.
Según recoge un estudio de la Universidad de Montana publicado en la revista Behavioral Ecology and Sociobiology, mientras los machos evolucionan para desarrollar cada vez mejores armas, las hembras lo han hecho para alcanzar un mayor cerebro. Ya sé por dónde va el chiste, pero en realidad hay varias cosas a puntualizar.
La primera de ellas es que, frente a armas más grandes, el estudio demuestra que los cerebros de los machos no ven reducido su tamaño, simplemente no crecen. Los de las hembras, en cambio, sí crecen de tamaño en una relación que ha quedado demostrada tras recorrer siete museos analizando un total de 413 especies para medir cráneos, sus particulares armas, y el volumen de sus cerebros.
Armas contra cerebro en la biología evolutiva
Pese a no gozar de una respuesta clara a la razón detrás de esta diferencia evolutiva, todo parece indicar que a nivel evolutivo las armas resultan ser clave para los machos, convirtiéndose así en un rasgo "más importantes para las hembras" y amplificando sus posibilidades reproductivas. Por contra, según los expertos en evolución y biología, la teoría respecto a las hembras es que tal vez "necesiten cerebros más grandes para descubrir con quién deberían aparearse y cómo adaptarse a su sistema social".
Imagen | Etelf en Midjourney
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