El JRPG es un género muy especial. Sus videojuegos no son solo divertidos, son absolutamente inmersivos. Sus historias te envuelven durante semanas. Te las llevas en la cabeza, a ellas y a sus personajes. Es por ello que es imposible no amar el rol japonés si te hace clic. Además, a diferencia del rol occidental (por lo general), el JRPG es todo emoción, amistad, compañerismo, momentos épicos megateatrales… Uf, por algo es uno de mis géneros favoritos de todos los tiempos.
Cada uno tenemos un videojuego de rol que nos ha hecho especial tilín. No el que más nos gusta, no el mejor o el más aclamado; nada de eso. Me refiero a ese JRPG calentito que te abrazó en ese momento que lo necesitabas y que es, para ti, absolutamente especial. El mío fue Super Mario RPG: Legends of the seven stars
El juego fue una locura para mí por varios motivos. El primero es que adoro a Mario, y este juego me permitió conocerlo a él y al resto de sus personajes más a fondo. En 1992 apareció Super Mario World, y me flipó. Me encanta la faceta de Mario plataformero, pero la aventurera fue la que me hizo querer casarme con el fontanero. Dinosaur Land estaba repleto de secretos, de misterios, de secuaces de Bowser que eliminar, de lugares preciosos que superar. En realidad era un mapa muy rolero.
Tras jugar Super Mario World, el cuerpo me pedía Mario en formato rol
Fue por eso que Super Mario RPG fue como un sueño hecho realidad. En especial, me encantó que Bowser se uniera a mi equipo y ver pelear a la princesa Peach. Esas son las cosas que te da el JRPG y que difícilmente te puede dar un título canónico del personaje. Pero lo que más me impactó fue el tonito oscuro que tenían sus gráficos, y también que los personajes me recordasen a los Donkey Kong Country por su diseño prerrenderizado y redondeadito. Ese aspecto más seriote me metió de lleno en su trama.
Super Mario RPG fue el comienzo de muchas de mis obsesiones como analista de videojuegos e investigador. Este juego tiene algo mágico: su mapa, ese que yo miré con lupa tras idolatrar el de Super Mario World. ¿Os habéis fijado que es un donut perfecto? Es un círculo con un agujero en el medio. Formalmente, es muy similar al del plataformas de Super Nintendo. El viaje empieza en una punta y acaba en otra. Aún recuerdo lo mucho que me gustó esta idea, porque sentía que justo tras derrotar al villano podría regresar triunfal a mi hogar. Desde entonces, no dejo de ver donuts en todos los mapas de todos los juegos que analizo. De hecho, todos los de Hidetaka Miyazaki son donuts. Elden Ring, los mapas de Dark Souls, ¡donuts por todas partes!
No solo esto me gustó del título. Había un personaje que me encantaba. Su nombre era Geno. Era un muñeco, es decir, un ser artificial, con mala leche, una capa raída y un trozo de tela que le tapa la cara. ¡Pero si es Vincent de Final Fantasy VII! Porque no olvidemos que Super Mario RPG fue una producción hecha por Squaresoft cuando el estudio estaba en su mayor apogeo. Final Fantasy VI se publicó en 1994, Super Mario RPG en 1996 y Final Fantasy VII en 1997. Por eso tiene un montón de guiños a ambos títulos, tanto en sus personajes como en sus situaciones.
Y además tiene un puntito morboso de salseo del bueno. No olvidemos que Final Fantasy VII iba a salir en Nintendo, pero al final se publicó en PlayStation. Y justo en esa vorágine, Super Mario RPG llegó a nuestras vidas… Con Geno entre su elenco de personajes. Para mí es difícil contar esta parte de la historia sin mencionar este videojuego.
Hay muchos detalles por los que Super Mario RPG es un Final Fantasy apócrifo
Es más, el sistema de combate de Super Mario RPG nos pide que pulsemos un botón justo cuando vamos a realizar un impacto. Esta idea también se emplea en Final Fantasy VIII, concretamente en la espada-pistola de Squall. Justamente por estas cosillas recuerdo adorar Super Mario RPG. Porque fue un experimento delicioso que tomaba a personajes tan queridos para mí y los reescribía con la pluma de Final Fantasy. El resultado fue espectacular; normal estando involucrados en él Hironobu Sakaguchi y Shigeru Miyamoto.
De hecho, había algo que era muy propio de los Final Fantasy en Super Mario RPG: epicidad y drama. Tanto Final Fantasy IV como Final Fantasy VI son unos dramones enormes, y ese toque lacrimógeno y emotivo está en este juego. Esta profundidad emocional se perdió en Paper Mario y también en Mario & Luigi; dos sagas más aventureras que roleras y con sus propios puntos fuertes, pero sin el puntito melodramático shonen que tenía este.
Por todos estos motivos, por su peso en la historia de nuestro medio y en el futuro de Square-Enix, tengo a este videojuego en un lugar muy especial de mi corazón. Pero por encima de todo, le tengo mucho cariño porque fue ese juego de mi adolescencia que me transportó a los JRPG con unos embajadores de lujo. Es posible que si este juego no hubiera llegado a mis manos no le tendría tanto cariño ni a Final Fantasy VII ni a Super Mario Bros. Quién sabe.
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