A menudo, habiendo vivido enérgicamente el nacimiento de un género como el RTS (estrategia en tiempo real), me he preguntado por qué este tipo de juegos se ha visto tan transformado en las últimas décadas. La estrategia de construcción de bases, por alguna razón, quedó relegada a un segundo plano en muchos juegos en pos de la acción y las unidades heroicas. Y sí, por mucho que yo siga amando los clásicos como Dune II, Command & Conquer, Warcraft o Starcraft, es cierto que hay una cierta reiteración en sus bases que no casaba con los estándares modernos.
Jugando a Gord, creo que me he dado cuenta de por qué. Veréis, Gord es un mal bicho. Es un juego despiadado que hace bien muchas cosas: desde cuidar la narrativa hasta adaptar la exploración y mecánicas como la moral, la cordura y las decisiones difíciles al género. Pero la mayor limitación que da al jugador es el número de unidades. Aquí está la clave de, al menos, las primeras horas.
Mientras que en los clásicos RTS todo se convierte en un juego de esperar a adquirir los suficientes recursos para construir un inmenso ejército con el que arrasar la base de tu enemigo, aquí puedes contar con los dedos de las manos la cantidad de recursos humanos que dispones. Que uno de ellos muera o huya es una pérdida de la que te va a costar recuperarte, porque implica riesgos, como explorar el mapa para encontrar otras unidades, o esperar a que los niños de la tribu crezcan y se integren en las labores del asentamiento.
Una luz en la oscuridad: construyendo nuestro asentamiento
Hablando del asentamiento, que es, literalmente, la base del juego. La palabra Gord no tiene una traducción directa a nuestro idioma. Hace alusión a los asentamientos fortificados medievales eslavos (yo, por cierto, lo traduciría como "castro", que eran nuestros asentamientos fortificados en el norte de la península). Pero Gord lleva más allá el concepto de construcción de bases. De hecho, sus creadores, el estudio Covenant.dev, lo define como una mezcla entre RimWorld y The Witcher 3. Jugándolo, queda claro que Gord es algo más que estrategia. Hay un claro componente exploratorio en el que otear esa niebla de guerra en busca de recursos de una forma que casi recuerda a la de Geralt de Rivia por los pantanos de Velen, ya que en algunas ocasiones tendremos combates, misiones que completar y situaciones que se dan a nuestro paso.
Todo esto hace que al jugar a Gord estés completamente estresado, pero para bien, porque nunca eres capaz de subir todos tus recursos al mismo tiempo. Cada trabajador debe ser asignado a una tarea, conseguir madera, hierbas, comida o explorar el terreno, por ejemplo. Si añades muchos a una sola tarea otra peligra, y en el desequilibrio de las circunstancias es cuando baja la cordura que, como en Darkest Dungeon, causa condiciones negativas en nuestros trabajadores hasta el punto de que pueden abandonar el castro presas del pánico.
De alguna manera, Gord me recuerda a los juegos de survival crafting. Por un lado tienes que procurar los recursos básicos para sobrevivir y una vez que ya estás más o menos cubierto, es cuando puedes salir ahí fuera a explorar y continuar la historia. Pero hay que tener cuidado porque nuestro castro también puede ser atacado y, si mandamos demasiadas unidades a las tareas de exploración, quedará destruido por nuestros enemigos. Por si fuera poco, no solo encontraremos otras tribus, animales y algunas criaturas como oponentes en esta tierra salvaje, sino que también habrá monstruosos horrores ancestrales que se interpondrán en nuestro camino. El primero que me encontré era un monstruo con forma de árbol que los personajes ya me avisaban de que era prácticamente imposible acabar con él (y efectivamente así es). El problema es que la alternativa a la lucha era sacrificar un niño del poblado, a demanda del monstruo. Y es algo que, en ese momento, sencillamente no pude hacer.
Así de despiadado es Gord. El equipo de Conventan.dev sabe bien lo que funciona en algunos juegos de rol modernos porque, de hecho, algunos integrantes fueron desarrolladores de The Witcher 3. Su director de arte es el mismo que el juego de CD Projekt y se nota en el dibujo y en el mismo estilo de fantasía eslava que propone Gord y que le sienta como un guante para construir una historia de folclore sobrenatural, en el que un imperio se adentra en las inhóspitas tierras salvajes para asegurar la estabilidad... y el oro.
De mis dos primeras horas con Gord solo me queda una reflexión: que este puede ser no solo un renovador de la estrategia tradicional, que no sacrifica la construcción de bases en pos de la exclusiva estrategia de unidades. También creo que puede ser un juego que guste (y mucho) a aquellos que sean afines a los juegos de acción y aventura, pero menos a los de estrategia. Sí, sigue siendo una parte fundamental, pero su espíritu es más híbrido.
Por último, yo he podido jugar a la versión de PC, pero Gord llegará también al terreno de las consolas. Es un tema siempre complicado cuando la base es la de un juego de estrategia, ya que es un género que no se adapta tan bien al control por mando, con honrosas excepciones. Solo he podido jugar con teclado y con ratón, pero, aunque he visto juegos que hacen un buen trabajo como Mount & Blade II y es posible que a través de la necesaria opción de pausa se pueda jugar bien, sí creo que el control con ratón y teclado es muchísimo más recomendable.
Creo que Gord es un juego diseñado para dar la sorpresa en el género y más allá. Su sistema de misiones como un juego de rol, aplicado a la capa de estrategia; la limitación de unidades para que cada una cuente, las mecánicas como la cordura, la religión y la magia basada en la fe y el culto a los dioses; las grandes criaturas monstruosas que pueblan este mundo... son algunas facetas que lo convierten en algo único y realmente atractivo. Creo que no tenía a Gord lo suficiente en el punto de mira y, después de jugarlo, estoy deseando que concrete su fecha de lanzamiento para este 2023.
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