Descubierto apenas dos semanas antes, el pasado 29 de junio a las 13:46 UTC, un asteroide del tamaño de la Gran Pirámide de Giza, en Egipto, se cruzó por delante de la Tierra a apenas 290.000 kilómetros de la superficie terrestre. Una distancia que es menos del hueco que hay entre nuestro planeta y la Luna. Pese a lo catastrofista de la premisa, en realidad nunca corrimos peligro.
Pese a que el impacto de un asteroide como el 2024 MK que nos visitó recientemente es una posibilidad real, los radares avanzados de la NASA y otras agencias espaciales se encargan de monitorizar el espacio para tener controlada cualquier amenaza. Según recogen estudios recientes, no hay riesgo de impacto peligroso durante los próximos 1.000 años, pero entonces ¿cómo es posible que hayan descubierto este hace apenas dos semanas?
Por qué se tarda tanto en descubrir asteroides
En realidad se trata de un problema de tamaño. Pese a la monitorización continua de este tipo de objetos, y el hecho de estar preparados para hacerles frente si se produce una amenaza significativa, la masa y brillo de algunos asteroides pueden provocar que sea mucho más difícil detectarlos.
También implican problemas a la hora de visualizarlos el hecho de que cuenten con una órbita extraña que los dejen fuera de la zona de búsqueda habitual, o incluso la dirección que lleven y la posición que tengan en el cielo, impidiendo su visibilidad hechos como estar muy cerca del solo o en regiones menos monitorizadas de nuestro sistema.
Imagen | Imaig1n3 en Midjourney
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