Sega creó su última consola hace cerca de 25 años y a veces sigo escuchando a los fans soñar con el retorno de la compañía japonesa al mundo del hardware. Tiene explicación. Aparte de que muchos crecimos jugando con una Megadrive, una Master System o una Saturn, siempre tendremos clavada esa espina llamada Dreamcast y que algunos no solo consideran la mejor máquina de la empresa de Sonic, sino una de las más ambiciosas y con un catálogo de auténtico ensueño.
De hecho, Sega se gastó un auténtico pastizal en su concepción, más de 500 millones de dólares de la época. Nació también en un momento problemático, con discusiones internas por el escaso éxito a la hora de competir con PlayStation, que se había erigido como un duro contrincante en la industria. Se llegaron a considerar hasta 5.000 nombres distintos para la consola y su construcción pasó por múltiples fases, con dos divisiones (en EEUU y Japón) que llegaron a rivalizar para imponerse la una sobre la otra. Todo un espectáculo. Pero salió adelante, y los que la tuvimos sabemos lo mucho que significó.
La consola con la que siempre había soñado Sega
Dreamcast era más que una consola, era como tener la recreativa en casa. En un momento en que los salones recreativos aún estaban en pie, gozar de la posibilidad de disfrutar desde la comodidad de tu sofá de títulos como Sega Rally, Virtua Soccer, Crazy Taxi, The House of the Dead o Daytona USA era una auténtica locura. Me es difícil explicar lo que significaba tener aquella calidad arcade (sin apenas diferencias) en el televisor de mi salón. Era sin duda uno de los grandes atractivos de esta máquina, pero no el único ni mucho menos…
Uno de los aspectos más curiosos de Dreamcast es que funcionaba sobre una versión personalizada del sistema operativo Windows CE, y esto explicaba un montón de cosas. Para empezar, muchos desarrolladores se vieron atraídos por la facilidad de uso, puesto que presentaba una alta familiaridad con la arquitectura de los PC (de hecho, la consola era técnicamente un ejercicio mayúsculo de compatibilidad en este sentido).
Esta es una de las razones que explican el apoyo de algunas compañías. Capcom se convirtió en el socio probablemente más importante por aquel entonces, empezando por títulos como Resident Evil: Code Veronica, que fue exclusivo de la máquina durante cerca de un año. También destacó mucho un título de luchas que pasó algo desapercibido, pero que se labró excelentes críticas entre quienes lo jugaron: Power Stone. Todo esto aparte del excelente Marvel vs. Capcom y distintas versiones de Street Fighter, además de Resident Evil o Dino Crisis.
En general, las third parties se portaron bastante bien (al menos inicialmente) con la consola de Sega, con más de 500 videojuegos según mis propios cálculos, una cifra que no está nada mal si consideramos que Dreamcast duró solamente un par de años. Ahí estaba Activision con una versión de Tony Hawk's Pro Skater 2, Eidos con Legacy of Kain, Interplay con MDK2, Rockstar con GTA 2, Tecmo con Dead or Alive 2, Ubisoft con Rayman 2, Treasure con el genial Ikaruga, Konami con su famoso Dance Dance Revolution, Midway con Mortal Kombat Gold y Ready 2 Rumble Boxing… y por supuesto Namco con una increíble versión de Soulcalibur.
No obstante, a la fiesta faltaron gigantes como Electronic Arts, un factor de importancia, porque FIFA y Madden venden muy bien en Europa y EEUU, mercados importantísimos por aquel entonces. Las ventas de consolas iniciales fueron buenas, pero con el paso de los meses todo se desinfló demasiado rápido, y realmente Sega era la única que nutrió de títulos que realmente daban valor a la plataforma, con Sonic Adventure y Sonic Adventure 2 como bastiones, especialmente el segundo, además de un Shenmue y Shenmue II que nos volaron la cabeza con unos valores de producción nunca vistos hasta entonces.
Aún recuerdo lo bien que me lo pasaba con Chuchu Rocket!, lo mucho que me enganché a Jet Set Radio y su gran banda sonora, lo que me sorprendió el concepto de kudos del magnífico Metropolis Street Racer o las no pocas horas que le dediqué a un RPG como Skies of Arcadia. Incluso tuvo algunas joyas no demasiadas conocidas como Headhunter, al igual que ocurrió con el notable F355 Challenge, Samba de Amigo, Space Channel 5, Sega GT, Blue Stinger, Outrigger o el fantástico Rez. Aunque puede que muchos de vosotros también la recordéis por Phantasy Star Online, un juego que sacaba partido de la conectividad en línea de la que tanto presumía Dreamcast, pero que tal vez estaba algo adelantada a su tiempo.
Realmente, viéndola hoy en día, la consola sigue presentando un aspecto moderno y vanguardista. Esa mini-pantalla en el mando (Visual Memory) era una cosa de lo más curiosa y que incluso podías usar de forma independiente. Yo me la compré en su día con un pack con teclado y un ratón oficiales para jugar al Quake III Arena, una locura si lo pienso hoy en día. Pero es que así era Dreamcast, un sueño que se hizo realidad, pero duró realmente poco. ¿La tuviste? ¿Crees que se hubiese merecido otro desenlace? ¿Por qué le fue tan mal? Sigamos rememorando este importante capítulo de la historia de los videojuegos en los comentarios.
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