Puede que los últimos videojuegos de la saga nos hayan acercado a una Zelda muy distinta a la que reflejaban los primeros juegos de la saga, pero en cualquier caso está claro que la damisela en apuros queda ya a kilómetros, y que la posibilidad de ver a la princesa sustituyendo el protagonismo del Link parece cada vez más cerca. Sin embargo, pese a todo ese empuje que demuestra entrega tras entrega, el personaje de The Legend Of Zelda sigue sin llegar a los pies de la valentía y revolución que supuso la mujer que inspiró la leyenda, una mítica Zelda Fitzgerald que perdimos demasiado pronto
Tal y como la propia Nintendo reconoció a través del libro The Legend of Zelda: Hyrule Historia, la inspiración para la princesa del videojuego viene de la escritora, bailarina y pintora, que se convirtió en la primera flapper del feminismo de los años 20 antes de que un marido abusivo, las adicciones, y una enfermedad mental silenciada durante años, pusieran el broche final a su carrera.
El origen de Zelda
Como Zelda Sayre fue la menor de seis hermanos y el ojito derecho de una madre que contraponía la mano dura de su padre, un juez en la Corte Suprema de Alabama que se mostraba contrario a todo lo que Zelda no dudó en abrazar durante su juventud.
Profundamente marcada por el tradicionalismo de su familia y el peso de la religión, fue una joven pizpireta y alocada que se vestía con faldas cortas mostrando la rodillas en una época en la que se consideraba deplorable, fumaba y bebía como el resto de los hombres en un momento en el que aquello estaba profundamente mal visto, y no dudaba en dar a conocer su opinión sin importar a quien pudiese molestar, ya fuese hombre o mujer.
De la mano de aquellas fiestas plagadas de revolución y desenfreno conoció a un joven escritor que soñaba con ser novelista famoso, y que encontró en Zelda no sólo a su musa particular, sino también una fuente de inspiración en la que, ya desde su primer libro, A este lado del paraíso, rebasó la barrera del plagio copiando parte de los escritos del diario que la joven había compartido con él.
Aquel escritor era F. Scott Fitzgerald, y tras volver de la guerra y publicar su libro, ambos se casaron y la joven adoptó a su apellido, pasando a llamarse Zelda Fitgerald. El éxito del libro, sumado a la fama de Zelda, los convirtieron en la pareja de moda de Nueva York, y las antológicas fiestas que montaban en su casa hicieron de aquella pareja una leyenda entre la juventud más chic.
Lamentablemente, la historia de amor Zelda y F. Scott Fitzgerald era radicalmente distinta de puertas para adentro. Terminadas las fiestas, los excesos empezaban a pasar factura a ambos, y el escritor se revelaba como una figura igual de autoritaria y abusiva que la que Zelda había sufrido ya con su padre.
El triste final de Zelda Fitzgerald
Entre viajes a París y escarceos varios, la situación siguió empeorando mientras los celos y las borracheras del escritor acrecentaban la violencia hacia su pareja. Era inevitable que la espiral de autodestrucción en la que Zelda se iba sumiendo poco a poco tarde o temprano provocase un disgusto. La situación terminó de quebrarse cuando la artista empezó a coquetear con el suicidio tras verse demandada y encerrada en casa por su marido tras pedirle el divorcio.
Su única escapatoria fue acudir a un sanatorio en el que fue internada tras diagnosticarle una esquizofrenia que el paso del tiempo y estudios posteriores parecen virar más hacia un trastorno bipolar. Con apenas 47 años, la vida de Zelda Fitzgerald se esfumaría en la habitación del sanatorio en la que estaba encerrada. Un incendio que arrasó con el edificio bloqueando las salidas de emergencia provocó que perdiera la vida junto a otras nueve mujeres.
Z A Novel Of Zelda Fitzgerald
Pese a que la gran mayoría de sus obras se perdieron por culpa de aquella espiral de autodestrucción en la que arrasaba con todo, incluidas sus propias creaciones, sí han quedado varios de sus escritos en forma de novelas, cuentos y poemas, además de gran parte de los plagios que F. Scott Fitzgerald hizo suyos y que han demostrado ser de Zelda a posteriori.
Además de su legado, su nombre ha traspasado las líneas de la cultura popular gracias al juego The Legend of Zelda, llamado así porque a sus creadores les parecía un nombre que, además de gozar de una sonoridad especial, transmitía todo el carisma que la princesa del juego necesitaba. Si acudimos a la fuente original del nombre, las gracias se las debemos dar al libro Zelda: A Tale of the Massachusetts Colony de Jane Howard, del que la madre de Zelda Fitzgerald tomó la idea.
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