El universo argumental de la saga Star Wars siempre ha sido un campo fértil para la exploración de mitos y simbolismos, y la reciente serie The Acolyte en Disney+ ha avivado un debate apasionado entre los fans. Tal vez demasiado apasionado. Es algo natural en los fans de Star Wars, siempre dispuestos a discutir sobre cualquier detalle de la mitología de la saga. Somos así, hay que querernos. Pero en realidad este debate es reflejo de nuestra propia herencia social y cultural.
El fan, martillo de brujas
Desde las Hermanas de la Noche de Dathomir hasta los nuevos personajes introducidos en The Acolyte, las brujas y las mujeres usuarias de la Fuerza han tenido un papel crucial en la mitología de Star Wars. El origen de estos personajes puede remontarse a Charal, la primera Hermana de la Noche que los fans conocimos en la película de 1985, La batalla del planeta de los Ewoks. Que sí, que no es canon, ya lo sé. Pero sentaba un precedente muy interesante para todo este rincón de la mitología de Star Wars que no ha dejado de enriquecerse poco a poco gracias a nuevas series y novelas y cómics.
Esta expansión va de la mano del resurgir de determinadas espiritualidades y manifestaciones religiosas que son consecuencia del reflujo social en contra de nuestra herencia cultural más reciente. Que no es tan antigua y única como nos hacen pensar, y que se alza sobre otra con raíces muy profundas en nuestra propia historia. Desde la Wicca hasta las corrientes neo-paganas, estas tradiciones encuentran resonancia en Star Wars, donde se exploran temas de poder femenino, ciclos lunares y rituales antiguos.
Hace mucho tiempo...
Históricamente, los rituales lunares y las deidades femeninas desempeñaron roles prominentes en culturas antiguas antes de ceder terreno a los mitos solares y las sociedades patriarcales. Si has visto el último episodio de The Acolyte, sabes perfectamente de qué hablo: Star Wars respalda esta correlación a través de simbolismos casi universales como las hebras, los hilos y los tapices, elementos tradicionalmente asociados con lo femenino, como se puede ver en figuras como Aracne, Penélope y Ariadna procedentes de la mitología clásica occidental.
En The Acolyte, este nuevo culto matriarcal es presentado acompañado de rituales que combinan magia y manipulación de la Fuerza, reflejando conocimientos ancestrales y la naturaleza cíclica de la vida y la muerte. Estos rituales, que incluyen cánticos y danzas, muestran una profunda conexión con las energías del universo y un respeto por el ciclo natural de creación y destrucción. La serie nos introduce a prácticas que enfatizan la importancia de la imaginería lunar, simbolizando el flujo constante entre la luz y la oscuridad, la vida y la muerte. Esta representación contrasta y complementa a las Hermanas de la Noche de Dathomir que vimos en Ashoka, conocidas por sus rituales oscuros y su conexión simbiótica con la naturaleza de su planeta natal. Las Hermanas de la Noche, lideradas por figuras poderosas como la Madre Talzin, utilizan su magia para manipular la vida y la muerte, crear ilusiones y controlar criaturas.
Ambas culturas muestran una estructura matriarcal jerárquica y un profundo respeto por los secretos transmitidos a través de generaciones, resaltando la importancia de las líderes femeninas en sus comunidades. Esta estructura refleja las sociedades de antiguas civilizaciones prehistóricas donde, hasta donde sabemos, las mujeres mayores eran guardianas de los conocimientos espirituales y prácticos. Muchas de estas culturas antiguas veneraban a la luna y sus ciclos, asociándolos con la feminidad y la fertilidad, algo clave para la supervivencia del clan y de la especie, ya que regulaba desde los ciclones de caza y recolección a la descendencia de los propios miembros del clan.
En muchas sociedades, la luna era vista como un símbolo de la diosa madre, que gobernaba sobre el ciclo de la vida y la muerte, el crecimiento y la decadencia. En culturas posteriores, diosas como Selene en Grecia, Luna en Roma y Chang'e en China personificaban esta conexión, y sus rituales incluían ofrendas, cánticos y danzas bajo la luz de la luna. Estas prácticas buscaban armonizar con las fases lunares, celebrando su influencia en la agricultura, la menstruación y otros aspectos vitales de la vida cotidiana. Star Wars, a través de sus personajes y narrativas, reinterpreta estos mitos, mostrando cómo las antiguas prácticas de adoración lunar encuentran eco en el universo galáctico, subrayando la influencia perdurable de la luna en la espiritualidad y la magia.
Todo rima
George Lucas, desde los primeros guiones de Star Wars, ha demostrado un interés constante por incorporar filosofías y teologías variadas, imitando e reinterpretando nuestras propias historias y mitologías. La inclusión cada vez mayor de brujas y mujeres usuarias de la Fuerza en Star Wars, sus aquelarres, su distanciamiento de las imposiciones sociales ajenas, y su papel como avatares de interpretaciones divergentes de los axiomas establecidos no solo enriquece su mitología.
También es un reflejo de un cambio social actual que busca reimaginar y revitalizar una forma de entender el mundo y el papel de la humanidad en él. Una perspectiva que es muy antigua. Primigenia. Y que no solo enriquece su universo ficcional, sino que también refleja una evolución cultural más amplia. Es un recordatorio de cómo las narrativas fantásticas pueden inspirarse en nuestras raíces más profundas y, al mismo tiempo, reinterpretarlas para las audiencias contemporáneas. Star Wars siempre ha imitado nuestra propia historia y mitologías reales, ya que no deja de ser un producto de nuestro propio subconsciente colectivo, de nuestra cultura popular, de nuestro zeitgeist. Porque todo rima, y si hay algo que le gusta a Star Wars, es rimar.
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