Warpforge es el nuevo videojuego de cartas digitales basado en la licencia de Warhammer 40.000. La franquicia, propiedad de Games Workshop, tiene una antigüedad de más de 30 años, ya que su irrupción en el mercado se produjo en 1987. Desde entonces, este videojuego de miniaturas, ejércitos y batallas ha evolucionado muchísimo hasta llegar al mundo del videojuego.
La licencia nos ha dado títulos tan chulos como Dawn of War 2, Vermintide o Inquisitor, pero nos faltaba un videojuego de cartas coleccionables al estilo Hearthstone, Magic: Arena o Legend of Runeterra. El premio de desarrollarlo se lo ha acabado llevando un estudio español, Everguild. Isabel, cofundadora, me cuenta: “empezamos hace unos diez años mi hermano y yo, y siempre fuimos fans de los juegos de cartas. Nos hartamos de nuestro trabajo de siempre y nos decidimos a montar nuestro propio estudio de videojuegos, Everguild (...). Nuestra primera idea fue hacer un videojuego muy basado en Hearthstone optimizado para móviles y mucho más hardcore, pues nos parecía muy casual en algunas cosas”.
Esta iniciativa les llevó a desarrollar su primer videojuego, Drakenlords, que se puede descargar actualmente para dispositivos móviles. El título tuvo un éxito moderado, pero les sirvió para poder acercarse a Games Workshop y plantearles hacer un Drakenlords pero con sus licencias. "En ese momento éramos solo tres personas en el estudio, así que no nos ofrecieron Warhammer 40k, si no La Herejía de Horus. Con ella desarrollamos Warhammer The Horus Heresy: Legions (...). Gracias a su éxito, confiaron en nosotros y nos dejaron, por fin, Warhammer 40k".
De tener un trabajo aburrido a trabajar con una de las licencias más importantes de la fantasía
Esta es una bonita historia de cómo dos hermanos tienen el sueño de desarrollar videojuegos y dejar atrás sus aburridos trabajos, y cómo una empresa enorme decide confiar en su proyecto. Si le echamos un vistazo a Drakenlords, tiene muchísimo de Warhammer The Horus Heresy: Legions. Y ambos, a su vez, encierran muchos parecidos con Warpforge, el juego de cartas digitales de Warhammer 40k.
Pero ni Isa ni Christian, Marketing Manager y que también me acompaña en esta entrevista, consiguieron contactar con Games Workshop tan solo levantando el teléfono. "La realidad es que Games Workshop está muy abierta a llevar sus franquicias al videojuego. Si existen los shooters, por ejemplo, uno tiene que ser de Warhammer (...). Por eso van mucho a ferias de videojuegos. Nosotros los conocimos en una llamada Pocket Gamer. Eso sí, antes era más fácil venderles una idea, ahora están un poquito más cerrados".
La pregunta es "cómo les convencieron". ¿Por qué un estudio español formado por dos hermanos y otra persona consiguió el ok de Games Workshop? Isabel me explica que lo tuvieron fácil gracias a que Drakenlords tenía números sólidos. "Fuimos y les dijimos: la gente que tenemos en nuestro juego sabemos que se gasta en él este dinero, pero nos cuesta mucho llegar a más gente. Si a esto le ponemos el nombre de Warhammer, conseguiremos que la gente se lo descargue y así lograremos que sea rentable".
Lograron la licencia con una presentación basada en una buena estrategia de ventas
Me gusta su respuesta porque, en España, muchas veces nos provoca pudor hablar de dinero y hacer pitchs o presentaciones hablando de rentabilidad. Pero la realidad es esta. Para venderle su proyecto a Games Workshop les mostraron sus cifras, lo que ellos mismos habían conseguido, y eso les abrió las puertas a trabajar con Warhammer 40K.
Pero el problema es que Warpforge no es un juego demasiado accesible. Es un título hardcore, profundo y que te obliga a poner el cerebro en modo galaxia desde el primer instante, ¿cómo casa eso con lograr más usuarios y generar más ingresos?. "Yo creo que han aparecido varios juegos ya que han demostrado que no hace falta ser fácil o totalmente accesible”, me comenta Christian, marketing manager, "hay gente que disfruta mucho del reto. Los jugadores de Warhammer 40 son un público al que le gusta curiosear y disfrutar de reglas complejas. Quieren tener algo a su alcance que les exija más y eso es lo que le hemos dado". Doy fe.
Y así es, Warpforge es un juego más duro que Hearthstone; y no lo digo en el mal sentido, porque es duro debido a que incorpora muchas reglas chulas con cartas con muchas sinergias entre sí. Así que, como antiguo jugador de Warhammer, entiendo lo que me dice Christian. En ese sentido, Warpforge es muy fiel al espíritu de la licencia y es un título muy indicado para aquellos jugadores de cartas coleccionables digitales que desean meterse un n título más complejo.
La clave: diseñar reglas y cartas siendo muy fieles al lore y al canon de Warhammer 40K
Esa generosidad e interés de Games Workshop por tener un juego de cartas digitales facilitó mucho las tareas de diseño y desarrollo. Les pidieron que fueran fieles al lore, y eso es lo que hicieron. Los ejércitos de Warpforge y sus reglas van de la mano del universo de Warhammer 40.000, pero este respeto al canon les ocasionó un problema de lo más curioso.
"Cuando empezamos a hacer la Herejía de Horus quisimos añadirle voces a los personajes, así que le mandamos las líneas a los actores de voz para que las grabaran. Cogimos a todos los héroes, encargamos el trabajo a los actores, y el resultado fue genial. Porque cuando tú te imaginas a un marine te imaginas a un soldado americano diciéndote que te va a arrancar la cabeza. Pues no". Isa se ríe y prosigue: "les mandamos todo lo grabado a Games Workshop y nos respondieron que estaba fenomenal pero que los marines son británicos, no americanos. Por lo que tuvimos que repetirlo todo con acento británico salvo los del Caos, que esos sí podían tener acento americano". Este respeto por cómo tiene que sonar cada clan está también en Warpforge, pues las unidades hablan mucho entre ellas mientras combaten. Eso sí, cada una con su acento correcto.
De lo que he podido hablar con Isabel y con Christian quiero destacar el valor del diseño iterativo. Warpforge es un buen juego de cartas, pero no porque tras él haya diseñadores geniales, sino porque es el resultado de iterar, iterar e iterar, mejorar, mejorar y mejorar a partir de lo construido hace tantos años. Porque el corazón de Warpforge es el de Drakenlords, solo que ahora palpita al ritmo de las metralletas de los marines espaciales.
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