Si digo que Disco Elysium ha sentado cátedra, no creo que se sorprenda nadie. El RPG de ZA/UM ha cambiado el género, dando a luz a una ramificación del rol basada en las conversaciones, en dar voz a las distintas perspectivas y opiniones que afloran en nuestra mente y a las tramas oscuras y turbias. Eso mismo es Sovereign Syndicate Claro que una cosa es parecerse a Disco Elysium en la superficie, y otra vez distinta es ser como él en sus partes más profundas. Esto último ya es bastante más difícil. La aventura que tenía lugar en la ficticia ciudad de Revachol estaba escrita con un mimo magistral, repleta de mil formas de afrontar cada charla y cargada hasta los topes de un discurso social y político apabullante. Este Sovereign Syndicate coge un poquito de todo eso, pero sin llegar a ser nunca tan rotundo como la obra de ZA/UM, un estudio que está pasando por un memento realmente turbulento.
La trama del juego se desarrolla en un Londres steampunk. Los hombres conviven con criaturas mitológicas y hay que tener mucho cuidado con salir de noche. El jugador encarna a Atticus, un minotauro enorme como un armario al que se le asignan distintas tareas que ha de investigar. A medida que recorre las calles londinenses, tendrá que enfrentarse a su horrible pasado, hacer nuevas amistades y romper algún que otro cráneo.
Eres un minotauro con sombrero de copa paseando por Londres
Como buen RPG, Sovereign Syndicate comienza pidiéndonos que configuremos a nuestro personaje, pero poco podemos elegir. Hay una selección muy breve para que se limita a seleccionar la personalidad que queremos para nuestro minotauro. Confieso que suelo hacerme a personajes pícaros, inteligentes o que sepan negociar o hablar bien, pero no en esta ocasión, Mi protagonista era un toro a dos patas con un sombrero de copa, así que decidí que su alma se dejaría guiar por su espíritu animal. Es decir, sería un bárbaro en esta aventura.
Como en Disco Elysium, a medida que conversamos, aparecen varias de nuestras voces interiores que podemos oír y a las que hemos de atender. Escogemos entre una de ellas a modo de respuesta y la trama sigue. Sovereign Syndicate es conversacional, por lo que el uso reiterado de una opción de diálogo es lo que nos hace subir de nivel. A medida que evolucionamos, obtenemos nuevas opciones de diálogo que abren nuevas ramificaciones de la trama y matizan nuestra personalidad.
Este sistema se me ha hecho un pelín burdo, porque una vez que sabes cómo funciona, descubres que lo mejor siempre es optar por el mismo tipo de decisión sin importar si era la correcta. Ocurre como con Oblivion, para mejorar tu técnica de salto, saltas sin parar. Con esto claro, lo que yo hice fue elegir siempre la opción de Instinto Animal que, básicamente, consiste en enfadarte con todo el mundo y pegarte hasta con tu sombra.
Como buen minotauro, cargué contra todo lo que se me puso por delante
Tomar esta decisión tuvo una parte buena y una mala. La mala es que no me importaba tanto leer todos los diálogos como esperar a que el juego me diera la opción de enfadarme. Mi minotauro cruzaba cuatro palabras, “ajá, sí, vale, venga” y de repente, “¡Instinto animal!” o, como dice Moe en Los Simpsons: “cuando menos se lo espere, ¡chiak! Tenedor en el ojo”. Eso me acabó llevando a matar a más gente de la que debía y a enfrentarme con un centauro que se estaba poniendo chulo en un bar.
La parte buena es que esto me permitió verle las limitaciones al sistema de diálogos. De hecho, es muy lineal. En realidad, Disco Elysium también es bastante lineal, solo que tu mente es un mundo abierto dispuesto a cambiar en función de las conversaciones con las que te encuentres. Si das con alguien muy facha y muy convincente, es posible que tu personaje acabe alzando la mano más de la cuenta, y no para parar taxis, precisamente. Pero mi minotauro no tenía esa posibilidad ni ese grado de libertad.
Lo cierto es que muchas veces sentí una libertad tan mermada como la de Persona 3 Reload, en la que tus opciones son responder “sí” o “por supuesto que sí”. Eso, unido a una marcada linealidad a la hora de recorrer los escenarios, sobre todo al principio de la aventura, han hecho que Sovereign Syndicate no me acabe de convencer demasiado.
He necesitado algo más de libertad a la hora de charlar
Y no es porque el juego no esté bien, pero es que vestirse de Disco Elysium te somete a ciertas expectativas que el juego no cumple, y lo que te da a cambio no compensa. Su sistema de roleo va en contra de la libertad que se espera de un juego de rol, y la verdad es que los protagonistas podrían no ser minotauros o centauros y daría un poco igual.
Quitándonos esto de encima, lo que sí está bien es la ambientación. Tiene un rollito muy chulo entre el From Hell de Alan Moore y Dishonored, y la historia se desarrolla bien. Se profundiza de forma acertada en el pasado del personaje mientras se avanza con solvencia en la trama principal. Pero muchas veces me ha parecido más una visual novel camuflada con aspecto de Disco Elysium que un Disco Elysium como tal.
Eso sí, yo seguiré avanzando por Londres con mi minotauro enfurecido. El misterio que se va desarrollando es interesante, y siempre que vea a un bicho mitológico más grande que yo, “cuando menos se lo espere, ¡chiak! Tenedor en el ojo”. Así llegaré con una sonrisa hasta el final, aunque su forma de charlar no me haya acabado de enamorar.
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