Hay una escena en Baldur's Gate 3 en la que tu personaje, si es Ansia Oscura (el psicópata, vaya), se queda mirando un cadáver con cara de puro placer sonriendo frente a tan desagradable imagen. Ocurre cuando saqueas varios cuerpos en busca de oro y cualquier objeto que pueda ayudarte en tu aventura, pero obviamente esta escena en concreto, es exclusiva de este trasfondo argumental que pone en tus manos a un loco incapaz de controlar sus instintos asesinos. ¿Por qué os cuento esto? Porque esa es, en general, la cara que pongo cada vez que desvalijo armarios, cofres, mochilas y hasta al cadáver más putrefacto de los Reinos Olvidados. No tengo filtro. Baratijas, cubertería, bandejas de plata, libros… acabo llevándome todo conmigo pensando en el oro que voy a sacar vendiéndolo. Sé que bordeo el trastorno pero fíjate que ser así, un auténtico carroñero, me ha permitido escapar de una batalla sin apenas esfuerzo. Me explico.
Suelo explorarlo (saquear) todo antes de ir a donde se supone que tienes que ir en cada escenario, así que cuando entré en un templo ruinoso, lo primero que hice fue desvalijar a un puñado de esqueletos tirados por el suelo. La alegre sorpresa te llega instantes después, cuando al accionar un interruptor, estos cadáveres vuelven a la vida… ¡sin nada en las manos!, claro, porque sus espadas, bastones y demás estaban ya en mis bolsillos. Así que lo que podría haber sido una batalla difícil por el bajo nivel de tus héroes, acaba convirtiéndose casi en un paseo gracias a ese síndrome de Diógenes que más de uno sufrimos en los RPG. Y esto me viene genial para hablar de una de las grandezas del nuevo juego de rol de los autores de la saga Divinity: su corazón de inmersive sim.
Toda acción tiene consecuencias en Baldur's Gate 3
Si coges una manzana y la dejas junto al fuego en Zelda: Breath of the Wild el calor terminará por asarla. Puede parecer una tontería pero algo tan simple como esto es la base sobre la que se cimentan los inmersive sim como Dishonored, Prey, o los clásicos Deus Ex. Porque la libertad de acción de estos juegos va más allá de ser sigiloso o ir a saco pegando tiros como un desalmado. Un simulador inmersivo es tan absurdamente loco que puedes construir una torre de cajas para asaltar un castillo como ya hemos visto en Baldur's Gate III. ¡Y no pasa nada! Porque el juego está diseñado para que lleves al límite todas esas leyes lógicas y creíbles que rigen el mundo que te rodea. Dicho de otra forma. El fuego quema, sí, pero no todos los juegos te permiten provocar un incendio que acabe destruyendo la puerta de madera que cierra tu paso. Eso es precisamente un simulador inmersivo; y justo esa es el alma del nuevo juego de Larian Studios.
En Baldur's Gate 3 un fracaso puede llevarte al éxito y a la inversa
Como la obra maestra de Nintendo, el nuevo Baldur's Gate te permite ser extremadamente creativo a la hora de resolver cualquier problema que se plantee en tu camino; y cuanto más lo eres, más te diviertes forzando sus sistemas hasta el punto de hacer cosas que ni tan siquiera sus creadores habían imaginado. Entrar en una casa cerrada a cal y canto puede llevarte a robar en busca de una llave, a saltar de azotea en azotea hasta encontrar una ventana abierta; a usar explosivos para volarlo todo por los aires, colarte a través de las alcantarillas o tal vez camelarte a alguien para que te deje entrar. Y tal vez, por intentar robar la llave, te ganes a un poderoso enemigo que luego vaya en tu busca rodeado de mercenarios. O puede que explorar el subsuelo te lleve a encontrar un arma legendaria con la que pulverizar a cualquiera que se atreva a alzar su voz en tu contra. A lo que voy es que en Baldur's Gate 3 un fracaso puede llevarte al éxito y a la inversa, porque no hay nada en este mundo de fantasía que se rija por un principio binario. No todo es blanco o negro, sí o no; hay una maravillosa escala de grises, aquí acciones increíbles, que son la que hacen que esta aventura sea una de las experiencias roleras más puras y sorprendentes de la historia.
Escribían mis compañeros de 3DJuegos PC un artículo sobre que perder es parte de la experiencia de Baldur's Gate 3 y no podía estar más de acuerdo. En todas y cada una de las presentaciones del juego a las que he asistido he visto cómo su director fracasaba estrepitosamente cada vez que intentaba hacer algo espectacular o épico. Los dados le jugaban malas pasadas, o simplemente se equivocaba eligiendo hechizos… ¡y catástrofe asegurada! Pero lejos de perder la sonrisa, la experiencia se volvía incluso más divertida porque lo veías reaccionando a todos esos imprevistos con planes aún más descabellados. Y esto solo es posible en un juego con una libertad de acción tan grande como este. Es puro rol en tanto te permite hacer prácticamente cualquier cosa que se te pase por la cabeza, y el juego, en el papel de Dungeon Master, responde a esas locuras con algo más que una simple negativa. Es tan emocionante probar nuevas opciones y experimentar con estrategias de combate fuera de lo común, que tras una intensa semana jugando a Baldur's Gate 3, todavía siento que me queda un mundo por descubrir.
Hoy te he hablado de lo bien que salió una batalla gracias a mi afición por saquear cadáveres, pero lo nuevo de Larian Studios es tan abismal que también podría haberte contado historias sobre lo divertido que es acabar con enemigos a base de insultos; la sorpresa que me llevé al descubrir todo un mundo bajo tierra tras caer al abismo por error; o el ataque de risa que me entró al ver a un osgo montándoselo con una troll en un pajar. Este juego es una máquina de generar momentos inolvidables, lo que explica el enorme éxito que ha cosechado en su estreno. Crear un juego así es tan difícil; dar vida hoy en día a experiencias inmersive sim de esta talla es tan costoso, que se entiende que sea un género casi en extinción. Más razón todavía para apoyar una propuesta como esta.
En 3DJuegos | Guía de Baldur's Gate 3, TODA la información y secretos del retorno de la gran saga RPG occidental
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