La silla ergonómica, el cojín cervical, la mesa para trabajar de pie y ahora, por obra y gracia de Taylor Swift, también los sujetadores posturales que se suman a toda esa ristra de prendas que prometen corregir nuestra espalda después de pasarnos ocho horas teletrabajando frente al ordenador mientras nos encorvamos cada vez más sobre el teclado. Para sorpresa de casi nadie, ni funcionan ni los necesitamos, o al menos eso dice la ciencia.
Ahora en boca de todos por su gira The Eras Tour, que durante las pruebas previas Taylor Swift saliese a ensayar con el sujetador deportivo Forme Power Bra ayudó a impulsar un producto que ya venía de causar sensación entre las mujeres que se sumaron a la moda para contrarrestar su postura por culpa del teletrabajo. Conseguir despertar esa fiebre no era fácil, menos aún para un sujetador que se vende por 185 dólares y no admite recambios tras probarlos.
Lo que dice la ciencia sobre el sujetador de Taylor Swift
Tras varias personalidades promocionándolo de forma indirecta no sólo con acciones públicas como la de Taylor Swift, sino también mediante blogs contando la experiencia, y vídeos de YouTube con mujeres recomendándolo tras haberse visto tentadas a probarlo siguiendo la estela de la cantante, las voces del mundo de la ciencia están saliendo al paso de la moda para recordar que la evidencia científica de todas estas soluciones posturales son casi inexistentes pese a llevar años entre nosotros.
Un estudio de la Asociación Escandinava del Estudio del Dolor, se agarraba a las soluciones que ofrecían las prendas destinadas a corregir la postura, y por ende también los dolores relacionados en espalda y hombros, para certificar que no sólo no había evidencias de que pudiesen contrarrestar o corregir estos problemas, también generaban más problemas de los que prometían solucionar al provocar que gente con dolores abandonase otras prácticas más recomendadas en busca de soluciones fáciles.
La doctora Beth Linker recogía en su libro Encorvado: Pánico Postural en la América Moderna, que en realidad la de nuestra postura es una obsesión histórica que, desde sus inicios, siempre ha estado más relacionada con la estética que con la salud y que, de hecho, pese a décadas de dar la matraca sobre el tema, la ciencia no ha demostrado una relación causa efecto.
"Lo que muestro en el libro es que ha habido algunos estudios que indican que no hay evidencia científica sólida que demuestre que una persona que se encorva sea más propensa a tener dolor de espalda".
En cualquier caso, con dolor o sin él, lo que sí reconocen como evidente estos estudios es que es difícil que un producto que vale para cualquiera, sin contabilizar problemas previos o cambios conductuales, pueda llegar a ser efectivo de forma indudable. Da igual si te ocurre durante tus ocho horas en la oficina o durante todas las que pases frente al ordenador en casa, hay soluciones mejores.
Si crees que tienes problemas de postura lo más recomendable es que acudas a un médico en vez de seguir los pasos de la abultada cartera de Taylor Swift. Además, lo ideal es intentar cambiar de postura durante el día para no forzar la espalda con una misma posición, y realizar ejercicios como estiramientos, yoga o pilates para fortalecer la columna y evitar posibles dolores.
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