Cuando hice mi primera toma de contacto con The Last Oricru no sabía muy bien qué esperar de él, pero imaginaba que estaría ante un RPG de corte europeo y tradicional. Y sí, lo es en parte, aunque más me sorprendió darme cuenta de que también a estos lindes del RPG había llegado la fórmula del soulslike. Así es, The Last Oricru es un extraño y curioso experimento, que trata de hibridar la fórmula más clásica del rol con las mecánicas heredadas de un Dark Souls.
El problema no es la idea o la intención, que me ha parecido muy llamativa. Pensad que el RPG ha cambiado muchísimo desde su nacimiento, adhiriéndose a las modas o los estilos de cada época. Nació como un género de sprites 2D en primera persona, recorriendo mazmorras oscuras. Pasó a entornos amplios e isométricos y, tras su paso al 3D, la cámara fue bajando a la espalda o los ojos del personaje y asemejándose a los juegos de acción y aventura modernos. El siguiente paso, muchos pensarían, es sustituir los combates clásicos del género por las mecánicas de un soulslike.
Pero The Last Oricru quiere hacer esto sin perder los valores tradicionales del RPG. Es decir: no busca crear un mundo "muerto", sino lleno de personajes que lo habitan, con sus rutinas y momentos en los que podemos conversar con ellos, así como cumplir sus misiones. Y así nace este raro cruce entre tradición y modernidad que, sin embargo, quizá por ser tan ambicioso no logra despuntar en prácticamente nada.
Un cruce de géneros y ambientaciones
Porque cada idea interesante de The Last Oricru viene acompañada de una ejecución descuidada. Por ejemplo, el combate recoge ese esquema de control de un soulslike, sí, incluido su sistema de hogueras, experiencia que podemos perder y forma de equipar armas y armaduras. Pero hasta ahí llegan los parecidos, porque la ejecución es más que torpe, con una clara falta de refinamiento en el combate, los patrones de los enemigos y las animaciones que necesitan mucho trabajo en este tipo de sistemas para funcionar. Con la estrategia más básica de un Dark Souls es posible lidiar con todo enemigo, a poco que los separes. La dificultad normal (también tiene modo fácil) no es muy desafiante y morirás más por la falta de control y problemas con el entorno que por tu habilidad. Es cierto que algunos RPGs de antaño se salían con la suya con un combate regular, pues acertaban en la historia y otros aspectos. Pero, al aplicar la fórmula soulslike, estas carencias destacan demasiado cuando no se refinan. El control es buena prueba de ello, con un movimiento tosco e impreciso, y una cámara que no parece nunca encontrarse cómoda con las correcciones del jugador.
Lo mismo ocurre con su historia. La premisa es interesante y, al igual que juegos como Elex, busca un cruce entre la fantasía y la ciencia-ficción. Aquí somos un humano que, debido a la amnesia (sí), no recuerda exactamente cómo ha llegado a este mundo ni por qué tiene la extraña capacidad de resucitar cada vez que muere. Así se va tejiendo una trama no muy original, pero lo suficiente para motivar nuestro avance gracias a sus facciones enfrentadas; el problema es que nuestro personaje no ayuda con un intento por hacer humor y chascarrillos que, más que sumarle personalidad, se la resta. La historia personal, que vamos desvelando con cuadernos de bitácora y algunas conversaciones, ayuda a mantener el interés, aunque se intuye fácilmente por dónde van los tiros.
Cada idea interesante de The Last Oricru viene acompañada de una ejecución descuidada
Y de nuevo, The Last Oricru te sigue lanzando ideas a la cara. Como por ejemplo aplicar a la fórmula del soulslike este sistema de facciones, en el que podemos elegir a cuál de ellas ayudar y que cambiarán el transcurso de la aventura. Es bastante sorprendente la primera vez que nos damos cuenta que un tipo de enemigos, pertenecientes a la facción amiga, ya no atacan. Y de pronto la exploración clásica de esta fórmula heredera de los juegos de FromSoftware se transforma y se vuelve más amigable. El entorno invita ahora a ser recorrido con tranquilidad para descubrir sus secretos e incluso algún que otro puzle.
Una nueva manera de hacer soulslikes
Por todo ello, The Last Oricru puede ser fascinante como concepto, y creo que todo estudio interesado en el género debería prestar atención a las ideas que propone. El problema es que su ejecución es algo pobre y hace que el jugador se arrastre por algunos de sus niveles. El combate, la gestión de inventario, el interfaz… son poco estimulantes. Y, sin embargo, de vez en cuando te encuentras alguna que otra misión que sí parece atractiva y que es capaz de cambiar bastante el transcurso de la aventura en cuanto a tu relación con las facciones y los distintos finales del juego, que en esta ocasión cumple con lo que promete y realmente se aprecian los cambios según nuestras decisiones.
Gráficamente, además, es un tanto irregular. El Unreal Engine 4 utilizado para la ocasión es capaz de construir entornos interesantes, pero bastante superados hoy día y al que se le suman unos cuantos bugs visuales, por ejemplo en las animaciones de los personajes o en la recogida de objetos, que no ayudan precisamente. El rendimiento de la versión de PC deja bastante que desear, además. Importaría menos si el diseño de niveles fuera consistente, pero aunque hemos encontrado algunos que sí saben cómo retorcer sus caminos, otros terminan por desarrollarse de formas más simples de lo que parece en un principio.
En otras circunstancias, me costaría menos decir que The Last Oricru fracasa por esta mala ejecución. Sin embargo, soy muy reticente a hacerlo, pues es sin duda un hermoso intento. Uno que me ha permitido atisbar lo que ya intuía: que el soulslike podría dejar de amilanarse siempre en sus mundos muertos (cuando no los necesite realmente) y ampliar sus fronteras en la búsqueda de ideas renovadoras que lo harían, al menos para mí, más atractivo que la factoría en cadena en el que se está convirtiendo. Un juego a priori tan desconocido como el de este estudio checo, GoldKnights, ya ha reflexionado sobre esto. El resultado puede que no sea magnífico, pero al menos resulta sugerente y esperanzador.
The Last Oricru tiene muy buenas intenciones. Es de los primeros juegos que intenta con ambición mezclar la fórmula RPG tradicional y amoldar la del soulslike a ella sin recurrir a mundos muertos, añadiendo conceptos interesantes como las facciones y las elecciones que alteran la historia. El problema es que, más allá de las buenas ideas, la ejecución de muchas de sus mecánicas deja que desear. El control es errático, el sistema de combate está poco refinado y el diseño de sus niveles no siempre brilla. Y aun así, es un experimento muy interesante que nos gustaría que más estudios siguieran.
Comprar The Last Oricru- Un cruce interesante entre fantasía y ciencia-ficción.
- Tiene muy buenas ideas que mezclan el RPG tradicional y el soulslike.
- El sistema de combate está poco pulido, con poca profundidad.
- Traducido al español y con modo cooperativo.
- Un control errático que entorpece el avance.
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