Aunque el género del puzle 3D llevaba floreciendo desde los albores del primer Portal, The Talos Principle nos cogió por sorpresa. Quizá por su estilo de rompecabezas, que en cierto sentido parecía básico, pero que Croteam supo retorcer hasta ese gran punto dulce en el que nunca es demasiado difícil, pero sí satisfactorio. O quizá fuera porque detrás de sus zonas tan delimitadas se escondía un relato cada vez más humanista, aunque nuestro personaje fuera un robot resolviendo puzles.
Lo fácil, por tanto, habría sido hacer ese más y mejor de toda secuela. Añadir un buen puñado de puzles extra con la misma estructura que gustó. Pero creo que The Talos Principle II, aunque no quiere rechazar esa esencia, ha sabido decorarla hasta hacer verdaderos cambios en su estructura. Salvando el tutorial, reminiscente a su primera entrega, pronto llegaremos a New Jerusalem, la primera ciudad donde cohabitan robots en este también nuevo futuro que presenta el juego.
Algo más que un juego de puzles
Este espacio le sirve para muchos objetivos a Croteam. En primer lugar, otorga una libertad que le sienta bien al puzle moderno tridimensional. Esa que, si te enganchas en un puzle, te permite ir a otra zona a buscar otros desafíos hasta que te llegue la inspiración. Un poco lo que hizo The Witness, aunque The Talos Principle II lo organiza con un tren que te lleva a zonas delimitadas.
Se nota también los valores de producción. Toda la ciudad tiene una recreación mucho más hiperrealista que se apoya en la quinta iteración del Unreal Engine y se nota en la iluminación o las distancias. Pero lo más interesante es que se han trabajado bien los diferentes entornos, según la naturaleza del puzle, para variar la ambientación. Y no solo eso, sino que divide mejor cada tipo de desafío, lanzando un buen puñado de ideas, nuevas mecánicas y escenarios más verticales.
Y, por último, la ciudad le permite al estudio seguir ahondando en las preguntas de su particular relato post-humanista. Si las grandes cuestiones del primer juego giraban en torno a la humanidad y lo que significa ser humano, esta segunda lo hace en torno a la sociedad y lo que significa vivir juntos. De ahí que el concepto de ciudad cobre más sentido que un simple hub de puzles. A lo largo de la travesía nos encontraremos con otros habitantes que nos explicarán sus tribulaciones e incluso en algunos momentos podremos tomar ciertas decisiones que afectarán al devenir de la aventura.
Lo que he podido ver en este primer acercamiento en cuestión de puzles sigue la misma gran estela del original. Son puzles extraños, que hasta destacan más aún dentro de este entorno hiperrealista con sus colores saturados, sus cajas y botones. Pero guardan ese mismo bucle de adicción que el original, en el que la tarea más nimia se retuerce hasta que uno entiende su lógica, para después retorcerla aún más. Da igual si en algunos casos siguen siendo rayos, cajas o barreras, o en otros tenemos esos juegos con la gravedad, taladros mágicos y teletransportes que van un poco más allá. Pero, en el fondo, no importa mucho porque todos ellos, independientemente de su naturaleza, saben sacarte ese momento eureka tan satisfactorio que sigue siendo la base por la que el primero ganó tanta popularidad.
Ya lo dice el tráiler. ¿Por qué puzles? ¿Por qué en la cuna de la civilización, o de una nueva, esa divinidad lo llenaría todo de puzles? Quizá es que no haya nada tan sencillo y tan básico como ellos. Quizá en nuestro propio medio de los videojuegos, por mucho que la gran mayoría de los jugadores los detesten en secreto, sean realmente la base de toda mecánica. The Talos Principle II, pese a embellecerlo todo, no los esconde en absoluto. Solo se ha aventurizado un poco, como denota esa exploración libre que ahora da más sentido a la cámara en tercera persona. Pero, ante todo, creo que es una secuela inteligente. Las hay que se quedan en lo mínimo, repitiendo exactamente la fórmula con un aire remozado y las hay también que buscan diferenciarse tanto que parecen otro juego. Pero The Talos Principle II se siente en la justa medida. Es un juego más grande, más maduro y más ambicioso. Pero no olvida que en su fuero interno se busca hacer algo tan sencillo y complejo como encontrar la lógica a un problema. Y seguro que su versión final guarda muchas más sorpresas que será una delicia descubrir.
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