A todos los amantes de los videojuegos que hemos alcanzado cierta edad nos ha pasado algo parecido a esto: Cargar Red Dead Redemption 2 para simplemente cabalgar hacia el horizonte, observando cómo sale y se pone el sol un par de veces. Pero en la práctica, la historia rara vez sale como la planeamos. Ya sea por un tiroteo fortuito, o porque presionas el botón del mando que no es y le metes un puñetazo al caballo del tipo equivocado. Da igual, el motivo es lo de menos. Acabas muerto en un charco de sangre digital. ¿Podríamos haber evitado los problemas? Quizás. Pero, ¿no es precisamente lo que se supone que debe suceder en un juego como Red Dead Redemption 2? Sea como sea Bikeriders, La Ley del Asfalto tiene un poco de eso: de saborear la libertad, rayando lo salvaje, hasta que un día la vida te lleva por delante, o simplemente, eres demasiado mayor.
Un retrato cinematográfico de libertad y cierto libertinaje
Bikeriders, la última obra del director Jeff Nichols, nos lleva de vuelta a la era dorada, turbulenta e indómita, de las bandas de motociclistas de los años 60. Inspirada en el libro homónimo de Danny Lyon y sus experiencias reales acompañando a los Chicago Outlaws, la película nos sumerge en un mundo de motocicletas y camaradería. La historia de una búsqueda incesante de libertad en un entorno que parece cada vez más restrictivo. Unos límites que algunas veces vendrán marcados por la sociedad, otras por las responsabilidades de la familia o el empleo. Incluso por el relevo generacional. Y al final, el límite definitivo de ser demasiado mayor como para aguantar el ritmo. Todos caemos.
Bikeriders es una película sorprendentemnte profunda, cuyo peso narrativo recae en el reparto principal brillante. Austin Butler, uno de los actores de moda, lidera el casting en el papel de Benny, una figura enigmática del joven que anhela la libertad pero se debate entre las expectativas de Kathy (interpretada por Jodie Comer) y las complejas lealtades hacia Johnny (Tom Hardy). Nichols logra capturar no solo la estética de la época, sino también las tensiones emocionales entre los personajes, navegando hábilmente entre el romance, la camaradería y la inevitabilidad del conflicto.
La Edad de Oro y la madurez
Uno de los aspectos más fascinantes de Bikeriders es su habilidad para plantear un paralelismo entre el final de la Edad de Oro de las bandas de moteros y la llegada de la madurez en la vida de los protagonistas. O la negativa a aceptar su llegada, una crisis de los 40 maginficada a golpe de metal cromado, cuero negro, licor y violencia. La película explora cómo las decisiones que tomamos para perseguir la felicidad pueden llevarnos a sacrificar nuestra propia libertad. Este dilema se manifiesta a través de Benny, cuyo magnetismo en pantalla es tan irresistible como enigmática es su ambivalencia hacia las expectativas de Kathy, como pareja, y Johnny, como líder de la banda de moteros.
Nichols utiliza la vida (y el desgaste) en el "lado salvaje" para crear un retrato emocional y existencial de sus personajes. La fotografía de Adam Stone y el montaje de Julie Monroe terminan de dotar a la película de una textura nostálgica y ruda, capturando tanto la belleza romántica como la brutalidad cruda de la vida en las bandas de motociclistas de los años 60.
La intriga de las relaciones
Además de su análisis de la libertad y la madurez, Bikeriders también explora sutilmente el tema de un potencial homoerotismo a través de un complejo triángulo emocional entre sus protagonistas. Kathy, representa el deseo de cambio y redención para Benny, mientras que Johnny, con una presencia carismática, encarna tanto una figura paterna como un potencial interés romántico. Es algo sutil, pero la película plantea un pulso por el corazón de Benny, el personaje de Butler, entre Kathy y Johnn. Kathy en un momento dado explica que (en el contexto y época en el que se desarrolla la historia) toda mujer quiere cambiar a su hombre, y resulta curioso que si bien ella resulta un motor de cambio para el personaje de Benny, es en realidad Johnny quien consolida el cambio.
Es interesante observar cómo Nichols maneja estos elementos con una doble lectura que recuerda al análisis de Quentin Tarantino (siempre en su estilo) sobre la masculinidad y el deseo en películas como Top Gun. Bikeriders disfraza muy hábilmente como una historia de hombres rudos muy machotes lo que en realidad es una película muy interesante que invita a reflexionar sobre distintos temas vitales. Bikeriders llega a los cines españoles el 12 de julio
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