Es el videojuego de acción más intenso y único de este año, con moto y escopeta. Análisis Laika: Aged through Blood

El golpe al pecho que me ha dado Laika me lo han dado pocos videojuegos a lo largo de este año. Lo que ha creado Brainwash Gang es valiente, descarnado, con una jugabilidad tremendamente original, profunda, retante, con un arte personalísimo y una banda sonora perfecta. Es una historia de venganza sin compasión. Es un juego que te enfurece, que te revuelve por dentro y que se te queda metido en los sesos cuando lo acabas. Es como una mezcla entre Porco Rosso y Mad Max, una peli de Robert Rodríguez y Tarantino, y mucho amor a lo más primitivo del videojuego: "entiende esta mécanica, muere y repite. Ahora intenta dominarla, muere y repite. ¿Ya la has hecho tuya? Ahora mata y repite".

Laika: Aged through Blood nos cuenta la historia de Laika. Ella es madre y motorista; tanto es así que su vehículo es una extensión de su cuerpo. Los rugidos de los engranajes son los de sus tripas y su ira, es como si ella hablara por Laika. Vive en un mundo postapocalíptico dominado por un terrible clan, y su gente y su familia se ven obligados a vivir de forma miserable por su culpa. Así que ella se sube a su moto dispuesta a vengarse por lo que le ha tocado vivir.

Laika: Aged through Blood es la cosa más adictiva que jugarás este año

Explicado así, parece un planteamiento más o menos convencional, pero el videojuego lo hace suyo y personalísimo porque le imprime mucha poesía. Los lugares que visitamos no se llaman "Arkansas", sino "Allí donde sangramos". El silencio impera en el desierto y solo se ve interrumpido por ruidos entrecortados de motor, muerte y derrapes locos.

Los personajes tienen rostro de animales, lo que los deshumaniza y los hace parecer adorables e inmunes al dolor; hasta que aparecen destripados colgados de un árbol. Y nos piden misiones secundarias que a veces parecen anodinas, pero cumplirlas es lo que separa a esa gente de la vida o de la muerte. En lo narrativo, en su escritura, en su planteamiento de misiones y en su poética, Laika: Aged through Blood me ha atrapado absolutamente.

Pero lo que más me ha sorprendido del juego no es que sea contundente en lo que cuenta y en cómo lo cuenta, en lo bien que toma referentes del cine o del anime o cómo Brainwash Gang los adapta a su particular estilo. Lo que más me ha fascinado es que, además de todo eso, se han inventado una jugabilidad fascinante.

Esto sí es videojuego

Videojuegos bien escritos los hay a montones. Videojuegos con una jugabilidad intensa y adictiva, también. Pero es complicado encontrar algo que fusione ambos universos, y que lo haga tan bien como Laika: Aged through Blood.

El combate de Laika se desarrolla sobre su moto. El juego es algo así como un metroidvania sobre ruedas. Su mundo está repleto de loopings, rampas y caídas, y las recorremos para completar los objetivos de nuestro personaje. Aceleramos, levantamos la parte delantera de la moto y saltamos en el aire.

Durante ese instante ingrávido nos disparan. Movemos nuestra moto de forma que su base metálica forme una perpendicular con la trayectoria de la bala, así la detenemos. Luego activamos el tiempo bala, giramos la moto hacia adelante, apuntamos y matamos al enemigo de un disparo. Nos damos cuenta de que hay otro tres metros más allá, así que aprovechamos el impulso para matarlo también.

Nos hemos quedado sin balas, pues nuestra escopeta solo tenía dos disparos. Un tercer enemigo del que no nos habíamos percatado nos apunta y nos lanza un balazo. Esperamos a que el proyectil roce nuestro rostro, pulsamos X en ese instante, cogemos la bala y se la devolvemos.

Y antes de aterrizar, hacemos girar la moto 360º hacia atrás, así recargamos las balas. Luego la giramos 360º hacia adelante, y recargamos la posibilidad de devolver balas. Aterrizamos por fin, y la sangre de todas nuestras víctimas cae sobre nosotros. Uau.

Cada combate de Laika es todo un reto, y completar cada uno de ellos es precioso

No os quiero engañar. No son unas batallas que os enamorarán a la primera. Es un sistema de combate loco, fantástico, original y que se siente tan puro y tan de videojuego como el salto de Mario, pero dominarlo es difícil. Antes de cumplir la primera hora de juego me habían matado tanto como en Celeste o en Hotline Miami. El impacto de una bala enemiga significa la muerte, inclinar mal la moto y caer de morros significa la muerte, hacer un mal loop significa la muerte.

Y esto puede frustrar a más de uno, pero a mí me ha encantado. Lo guay es que Laika: Aged through Blood es consciente de que dominar su conjunto de mecánicas lleva tiempo, por eso es amable colocando sus checkpoints muy cerca de cada muerte y no siendo demasiado punitivo.

Separa muy bien sus situaciones de batalla, tanto que más que parecer peleas parecen acertijos que hay que solucionar con violencia. Te enfrentas a uno, mueres y aprendes. Vuelves a él, mueres y vuelves a aprender. Regresas, y lo superas. Y tras unos cuantos éxitos ya no solo querrás sobrevivir, sino matar a tus enemigos con estilo. Porque Laika es un juego muy estiloso. Aunque es sucio y sangriento, es tremendamente elegante y te deja expresarte a través de los mandos.

Su estilo artístico y su música redondean un juego maravilloso

Laika: Aged through Blood me ha gustado mucho, y no solo porque sea un buen juego, tenga un sólido y original diseño mecánico, esté bien escrito y narrado, posea una potente personalidad visual y sonora. Me ha fascinado porque es original, está repleto de ideas y es muy gamberro. Tiene ese puntito canalla que siempre debería estar contenido en el verbo "jugar". Odio los juegos de motos o coches, pero ha conseguido que ame a Laika y a la carretera.

Como puntos negativos, hay algunos jefes más inspirados y más aburridos que otros, se le podría haber sacado más jugo a las armas, hay algunos combates que se me han atragantado más de la cuenta y algunas tareas secundarias son un poco tontas; pero vaya, que son nimiedades. A por él.