Aún recuerdo de pequeño cuando vi la primera peli de yakuzas protagonizada por Takeshi Kitano. Desde aquel día, y hasta hoy, me han fascinado estos personajes. Los mafiosos japoneses son criaturas musculosas, fuertes, tatuadas y poderosas. Pero esa misma energía que los hace ser casi unos monstruos, los acaba convirtiendo en seres solitarios y tristes. Porque el yakuza siempre pierde.
Los yakuza son "guerreros de otra era". Su destino siempre parece ser sacrificarse por su familia y ahogarse en la marea del tiempo. Eso los convierte en personajes totalmente románticos, por eso me encantan. En su derrota, se mantienen firmes. Justo de eso va Fading Afternoon. Yeo, su diseñador y desarrollador, no es nuevo en estas lides. Es el artífice de The friends of Ringo Ishikawa. Sus trabajos retratan siempre a este tipo de personajes, a antihéroes nipones definidos por la violencia y la pérdida, y siempre con un píxel art rotundo, preciosista y muy expresivo. Así que si te va este tema, este juego te va a encantar.
Fading Afternoon va de pasear, ver una puesta de sol y fumar
En Fading Afternoon somos un yakuza que sale de prisión. El mundo ha seguido avanzando sin él, no tiene dinero y solo le queda el respeto de su familia. El líder del clan, que ya es un anciano, es todo nostalgia, y le gusta mantener conversaciones con nosotros sobre el pasado. Un día, nos despertamos durmiendo en el parque. Otro día, levantándonos en un hospital y descubriendo que nuestra salud es mala. Y, otro día, dándonos cuenta de que lo único que queremos es quitarnos la vida.
Esta precariedad se expresa a través de la gestión de nuestra cartera. Lo ganamos peleando, y se gasta muy rápido. Con él tenemos que asegurarnos un lugar en el que dormir y lo mínimo para aguantar. Pero si acabamos yendo demasiado al hospital, nos lo fundiremos en facturas médicas, o invirtiendo en nuestra familia para que consiga a nuevos reclutas. Otra decisión será si comprar o no un coche, que nos permitirá llegar a lugares más lejanos.
Porque necesitamos la pasta y porque somos fieles a nuestra familia, acabamos aceptando el encargo de eliminar a las bandas rivales de la zona, encontrar a sus cabecillas, matarlos y darle mayor fama a los nuestros. Pero eso no quiere decir que estemos ante un título puro de acción o un brawler al uso.
Fading Afternoon es un juego lento, denso y que transmite una profunda soledad. Nuestro yakuza prefiere caminar por las calles en lugar de correr. Y la calle premia esa calma con espectaculares colores y vistas pixeladas. La pregunta es ¿nuestro yakuza avanza tan despacio porque es un tío duro o porque ya no le apasiona llegar a ningún sitio?
Esa pregunta está siempre en el aire en este simulador de vida; porque eso es lo que es este juego. Hay un horario, hay que coger el tren, necesitamos afeitarnos, dormir e ir al hospital a curarnos; o a darnos un masaje para sanarnos un poquito más. De repente, nos encontramos a un amigo en la calle, y caminamos juntos hasta el puerto a charlar. Nos hacemos un cigarro, y seguimos adelante con nuestra vida. Todas las interacciones son así, contextuales. Abrimos un paraguas, cogemos un palo de billar, nos levantamos de la cama…
El juego quiere que vayas a la deriva, porque no deja muy claros los objetivos que tienes que cumplir. En ocasiones, esto se vuelve algo frustrante. Hay que estar muy pendiente de los indicadores del juego para saber a dónde ir. Si a esto le sumamos que el personaje no avanza demasiado rápido, y que los controles son obtusos a propósito, hay ocasiones en que Fading Afternoon se ve devorado por su propia propuesta y cansa.
Fading Afternoon tiene una poesía exquisita
Como quien vive en piloto automático, hay momentos en los que tan solo pensamos en limpiar las calles de pandillas rivales. Ni siquiera nos preguntamos por qué, solo lo hacemos. De hecho, esto es lo habitual a lo que nos dedicamos cuando no tenemos ni idea de qué hacer. Este es el segundo bloque jugable de la aventura, no solo paseamos, charlamos o tomamos decisiones, también combatimos. Lo hacemos en 2D, con una generosa cantidad de combos. Es importante posicionarse bien ante el enemigo, y pensar si queremos atacar o defender, huir o hacer una finta, quitarle el arma o matarlo sin más. El problema es que también puede hacerse repetitivo, ya que la cantidad de ataques son limitados.
De todos modos, el sistema de batalla es solvente. No es nada espectacular y su principal misión es caracterizar al personaje a través de sus movimientos. Por eso no hay avisadores para alertar cuando hay que usar el parry, o hacia donde movernos si nos lanzan una botella. El juego es muy poco comunicativo, pero a cambio está muy bien animado. Y está pensado para que pierdas, porque eso es parte de la trama.
Tras derrotar a nuestros adversarios, dominamos de forma más contundente un área, ganamos dinero y avanzamos. Pero el juego no se alegra de este logro. Nuestro yakuza solo se sienta y le da una calada al pitillo. Es como si solo estuviera viendo el tiempo pasar, como si supiera que su fin está cerca, o que ya está acabado, y tan solo hace cosas por hacer.
Pasear, charlar, pelear y vuelta a empezar
Esta sensación es genial la mayoría de la veces. Cuando el juego consigue trabajar bien con su falta de explicaciones y su lentitud, te quedas con un mensaje muy potente, y transmitirlo es la clave del juego. Es decir, se aleja totalmente del tono la saga Yakuza, aquí no hay humor, sino mafiosos acabados dando sus últimos coletazos. Son puestas de sol a punto de perderse en el mar. Por eso, sus personajes son también de este mismo palo. Son tipos toscos, callados y con pocas ganas de hacer amigos. Eso sí, como en la saga de SEGA también entraremos en karaokes, jugaremos al billar y caminaremos por el barrio.
El arte del juego es clave para transmitir este concepto. Hay mucho gusto tanto en los interiores como en los exteriores, pero sobre todo en los detalles climáticos. La lluvia, y como suena, el amanecer y cómo lo recibes… Fading Afternoon es un juego de sensaciones, muy plástico, para sentirse solo, mal y luego ir a descargar toda tu frustración contra otra banda.
Por supuesto, toda esta tensión o esta lentitud no se aguanta durante muchas horas. Por eso, Fading Afternoon es un título breve, pero os animo a rejugarlo y explorar la ciudad de formas diferentes. Es de esos títulos que habitas más que juegas, y para lo que esto os entusiasma, aquí tenéis una joyita. Sin embargo, para los que buscáis acción más directa o tenéis ganas de juegos tan reflexivos, lo odiaréis a muerte.
Fading Afternoon está entre el walking simulator, el simulador de vida, la aventura gráfica y el beat’ em up, pero en esencia es un juego de sentirse solo y perdido en la vida. No cuenta con grandes emociones, giros de guion alocados ni grandes jefes finales, pero sus paseos silenciosos golpean más en el alma que el boss más duro. Si tienes una tarde libre, y te gustan las pelis de Takeshi Kitano, este juego es para ti. Desgraciadamente, a veces su control no es tan fino como me gustaría y puede hacerse algo repetitivo, pero incluso así, tanto la gestión del dinero como las peleas son divertidas y su magia está en lo que te hace sentir.
Comprar Fading Afternoon- No apto para gente con prisas.
- Cuenta con varios finales, lo rejugarás.
- El combate se acaba haciendo algo repetitivo.
- El píxel art es estupendo.
- Consigue darte la sensación de que estás viviendo en un barrio de Japón.
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